La película Canoa es moneda consolidada y punto de referencia generacional, expresa Felipe Cazals
Raquel Peguero Ť Felipe Cazals recuerda el rodaje de Canoa como uno de los más difíciles de su carrera, ``pero también de los más estimulantes. Fue complicado, pero hay prodigios que hoy, a la distancia, toman una dimensión muy importante. Hay cosas que pude haber hecho mejor --afirma con modestia-- con las mismas limitaciones y dificultades, pero eso es el resultado del ejercicio de mi oficio que hoy me permite ver con mayor sencillez cosas que en su tiempo me parecían complicadísimas''.
Rodaje en ``ida y vuelta''
Filmada siete años después del linchamiento de los trabajadores de la universidad de Puebla en el poblado de San Miguel Canoa en 1968, el rodaje se realizó en cinco semanas, del 7 de abril al 12 de mayo de 1975, en el pueblo de Santa Rita Tlahuapan (Puebla), en tiempos de once horas diarias, que comenzaban después de las 18:00 horas en ``ida y vuelta'' a la ciudad de México, porque el presupuesto no permitía el pago de hotel. Levantar la película fue posible, merced a que durante el sexenio de Echeverría, por idea de José Estrada, se implementó el denominado ``paquete'', que consistía en que el Estado aportaba los dineros de la producción y el staff su salario, que recibirían en porcentaje dependiendo de la recuperación de la cinta. Para 1981, el filme se había recuperado y desde entonces los trabajadores han recibido 75 por ciento y, el Estado, el 25 por ciento restante.
Estrenada el 7 de diciembre de 1975, en el desaparecido cine Roble, durante la quinta Muestra Internacional de Cine, su corrida comercial comenzó dos meses después con gran éxito. Permaneció cinco semanas en siete salas de la ciudad y luego debió ponerse en cuatro más, donde se mantuvo otros cuatro meses. A partir de entonces tuvo varios restrenos que incluyen 12 semanas en el cine Variedades de Puebla, y otro tanto en el desaparecido cine Regis de la capital del ozono, en los años ochenta, época en la que recorrió el país. En total se hicieron 120 copias del original, que lo dejaron ``hecho un fideo''.
Aunque tuvo éxito de público, no fue bien comprendida por algunos literatos como Jorge Ibargüengoitia y Ricardo Garibay, quienes publicaron que a Cazals se le había ido la mano ``haciendo un batidillo de sangre'' que había ``blanqueado'' al final con la presencia de los granaderos. Después reconocieron su error, como lo hizo también Raúl Velasco, quien desde las páginas de Siempre! solicitó a la Secretaría de Gobernación que cancelara las exhibiciones de las películas y que los autores se disculparan con el sacerdote Meza. También se retractó porque, publicó, ``un buen amigo suyo le había informado de qué era la película. De los dos primeros nos dolió su apreciación; de Velasco no, porque es un asno. Hizo daño porque en ese tiempo había personas que leían la revista'', rememora Cazals.
Lo cierto, asegura el realizador, es que si ``hay una película del género de terror, no nos vayamos a equivocar, que se encuadre dentro de los acontecimientos del 68 y es absolutamente clara y precisa, es Canoa. Creo que aquello fue una necedad de no querer verlo y ya ni qué decir de las publicaciones parroquiales. De hecho, en la iglesia del Pedregal --donde yo vivía en ese tiempo-- pusieron en el pizarrón la lista de los filmes que no estaban recomendados y el mío encabezaba la enumeración. Lo supe no porque frecuentara el templo, sino porque mi ex mujer lo vio y sus amigas, consternadas, le decían: `¡qué barbaridad, pues qué habrá hecho tu marido!'''
Comunicar un espíritu singular
Eso es parte del pasado. Lo cierto es que 23 años después, dentro del programa Clásicos del cine mexicano, del Instituto Mexicano de Cinematografía (Imcine), Canoa fue incluida para su remasterización. Se arregló el sonido, se hizo un internegativo y el propio Cazals restauró las partes dañadas. En marzo pasado, durante la Muestra de Cine Mexicano de Guadalajara, se proyectó en una función que pasó inadvertida para la prensa, ocupada ese día en las palabras del invitado especial, Pedro Almódovar. La recepción de público, sin embargo, fue grandiosa. Mantuvo a su director hora y media respondiendo preguntas. Y esa nueva copia es la que veremos a partir de este viernes en cinco salas capitalinas.
Ganadora del Oso de Plata del Festival de Berlín y del Ariel al mejor argumento, el guión de Canoa fue escrito por Tomás Pérez Turrent y es, a juicio de Cazals, ``uno de los más extraordinarios en la historia del cine mexicano''. Pérez Turrent comenzó a escribirlo en un taller convocado por la sección de autores del Sindicato de Trabajadores de la Producción Cinematográfica (STPC).
Lo propuso casi convencido de que no sería aceptado por sus implicaciones en un hecho de tan reciente memoria. Acudió a recortes de periódico de la época --que poco habían reflejado el hecho-- y luego guiado por el azar consiguió entrevistar a los sobrevivientes y moradores de Canoa, para completar su historia.
En un principio iba a ser dirigido por Jorge Fons, aunque después de someterse a una terna, la oferta se inclinó hacia el también director de El apando.
``Cuando vi el guión me encantó --relata Felipe Cazals--, hicimos algunos ajustes que yo creía necesarios y nos dedicamos a buscar locaciones semejantes a Canoa, a donde no nos podíamos arrimar.
``El rodaje fue severo por el mismo plan de trabajo y las ocupaciones de los actores que hicieron, por ejemplo en el caso de Ernesto Gómez Cruz, que grabáramos --porque él tenía otros llamados-- todas sus secuencias sin la presencia de los otros actores. Eso representó un esfuerzo enorme que habla de su gran capacidad histriónica. Lo cierto es que fue algo muy especial.
``Desde el principio hubo una como corriente eléctrica que pasó por todos los involucrados y comunicaron un espíritu singular en la filmación, lo que indicaba que todo iba bien.
``No sé por qué recuerdo especialmente el entusiasmo de los tramoyistas, de los electricistas, de los de efectos especiales; de los actores, que en ese tiempo eran del montón y no estrellas veneradas, pero en todos había las ganas de hacer una cinta sustentada en un guión, en el que el lenguaje había sido tomado de las entrevistas mismas con los participantes del hecho.''
Respetar el pudor
Al director de El año de la peste le parecía entonces muy compleja la puesta en escena de Canoa; ``tenía la sensación de que nunca podía perder de vista a este grupo de víctimas. En el momento en que me alejaba de su tema, se debilitaba mi estructura narrativa, no la del guión sino del montaje.
``Luego me dí cuenta de que no era así, porque el balance del guión era efectivo de tal manera que me podía permitir no acercarme mucho a los actores en términos fotográficos y ser muy reservado, distante, en lo que a la acción se refiere.
``Quizá por ello la califican de tan violenta y tan sangrienta, porque todo está a una distancia tan prudente, que le confiere un carácter muy duro''.
Durante el rodaje estuvieron presentes, e incluso aparecen dentro de la película, los sobrevivientes del linchamiento; ``fue un elemento si no perturbador, sí muy inquisitivo, aunque ellos no quisieran.
``A Julián (González Báez), quien perdió tres dedos en Canoa, lo vemos asomarse por el quicio de una puerta, cuando van subiendo las antorchas y les grita que digan, por qué vinieron a robarse sus cosas. Otro de ellos, Roberto Rojano, prestó su mano, para la escena del machetazo donde Julián es cercenado y Miguel Flores Cruz interpreta a su hermano.
``Fue una experiencia como realmente el cine debe ser.
``Estuvieron muy cercanos a la filmación, nos ayudaron mucho con el pudor de ambas partes: el nuestro, de no rebasar una línea; el de los actores que los interpretaban, de preguntarles cosas hasta cierto límite y, el de las víctimas, de aceptar como espectadores el desenvolvimiento del rodaje, con una actitud siempre silenciosa, no atemorizada, pero sí inquietante. Era muy difícil volver a ponerlos frente al acontecimiento, aunque éste fuera una recreación cinematográfica, porque había elementos como la noche, las antorchas, los gritos, la sangre, el lodo, que los tenían que remitir inevitablemente a un episodio muy cercano.
``Para mí, significaron un barómetro para saber qué tan lejos o cerca andaba en mi proposición.''
--¿Si nunca pensaste la película tan violenta y sangrienta, significa que el hecho te rebasó?
--No. Los hechos son más sangrientos, violentos y crueles. Al contrario, creo que le fui bajando de tono para quedarme en una propuesta muy severa pero que está a la mitad de la verdad, en lo que a la violencia se refiere.
``Si yo continuaba en ese interminable baño de sangre iba a nulificar el propósito, porque el espectador tiene un límite y en este caso, era su límite posible.
``No se mueven de su asiento por la propia estructura del ritmo de la película que va para adelante y para atrás, y eso inquieta mucho más. Si la narrativa fuera lineal, me temo que algunos espectadores no la resistirían.''
Tener actores poco conocidos
--¿La decisión de no tomar actores conocidos, tiene que ver con ello?
--Sí, porque estaba seguro de que así como Tomás Pérez Turrent proponía una estructura de libro cinematográfico totalmente inédita y diferente a los guiones que se escribían en México, a mi vez, tenía dos proposiciones: que las caras de los intérpretes no se conocieran, para que nadie pudiera hacer una asociación de ideas con un actor conocido --salvo quizá Enrique Lucero, pero ahí el parecido era importante-- de modo que el espectador pudiera reflejarse dentro de la película, sin poner atención a los rasgos del actor; y, dos, no mover mi cámara para nada, con el fin de no distraer.
``Alex Phillips Jr. --el fotógrafo del filme-- me reprochó alguna vez que en cinco semanas sólo hubo dos páneles y eran movimientos de centro a derecha. Era extenuante. Pero quería eso, que estuviéramos lo más distantes, discretos y desapercibidos posibles, como un elemento narrador para que, lo que sucede, adquiriera cada vez más peso y creara, por su inmovilidad, un clima de estrangulamiento.''
--¿Y mostrar que también era una suerte de documental?
--Porque está ahí incluido el chafa de esa época, así como también está lo que se llamaba psicodrama y, además, la encuesta, la narración y la ficción. Todo se intercala de una manera admirable y la prueba es que sigue funcionando. De ahí la importancia de contar con actores poco conocidos, que redondean la película.
``En Guadalajara una chica me señaló una cosa interesante que no podía definir bien, y es la participación de las mujeres. Y eso es cierto, porque son las únicas que hablan náhuatl; Tomás lo hizo ex profeso porque son los puentes de comunicación en el drama. No hablan mexicano dentro de un propósito, pero su participación es tremenda. Personas que la habían visto hace muchos años, me preguntaron por qué había cortado algunas escenas, pero no fue así, la película está tal cual.''
¿Desagradable sorpresa?
--¿Recibiste algún tipo de amenaza durante la filmación?
--Sí, y durante tres años recibí anónimos. Tengo dos álbumes completos con ellos, escritos con una muy bonita letra cursiva y transversalmente a la hoja de cuaderno, donde me advierten de la facilidad que hay para que mis hijos y yo mismo tengamos algún tipo de accidente. Esa correspondencia llegó a mi casa, eran cartas que no tenían sello de correo. No quiero saber quién fue. No la pasé bien y me recomendaron que no abriera la puerta ni me enojara para no dar pie a nada. No olvidemos que en 1981, los obispos del Consejo Episcopal Latinoamericano (Celam) fueron al atrio de Canoa a cantar el Himno Nacional, o sea que siguen firmes, y diciendo que nuestra versión es falsa e injusta. Tanto lo es, que hace unos meses casi linchan a unos fotógrafos en un pueblito de Puebla, porque decían que eran robachicos.
--¿Temes que suceda algo parecido ahora que se vuelve a exhibir la película?
--Canoa es moneda consolidada, de alguna manera.
``No dejará de haber personas aferradas a una actitud negativa, pero no pienso que se pueda enarbolar algo en este momento, porque ¿en qué clase de país estaríamos viviendo? Iríamos para atrás y sería una desagradable sorpresa.''