Hoy rendirá su primer informe el jefe de gobierno de la ciudad de México, Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano. Se trata de un asunto de interés para todos los ciudadanos capitalinos, no sólo porque esta práctica democrática de rendición de cuentas se realiza por vez primera en el contexto de una administración urbana ejercida por la oposición, sino también por lo que Cárdenas dirá sobre los problemas que más preocupan a la población del Distrito Federal, y sobre lo realizado para solucionarlos en estos nueve meses de gestión perredista.
En ese lapso -breve e insuficiente, sin duda, para resolver los añejos males que afectan a la ciudad-, la población ha ido comparando los avances y los empantanamientos del jefe de gobierno y su equipo con las promesas de campaña. Por su parte, las actuales autoridades capitalinas han debido cotejar el programa de gobierno que plantearon el año pasado con las realidades de la urbe.
Los saldos de este cotejo son necesariamente desiguales. Por una parte, es innegable que las autoridades perredistas se han desempeñado con una sensibilidad política que las diferencia sustancialmente de la serie de regencias presidenciales por fortuna extintas. En términos generales, el equipo de Cárdenas se ha mantenido fiel a su propósito de propiciar la participación ciudadana en los asuntos públicos y ha sabido escuchar las reivindicaciones de los diversos sectores de la población urbana.
Ha de reconocerse, por otra parte, que en los nueve meses transcurridos desde su toma de posesión, el actual gobierno capitalino ha realizado un intenso y profundo esfuerzo en materia de combate a la corrupción en la administración pública.
Tal empeño no ha estado exento de errores y hasta de injusticias, como la lista equivocada de presuntos ``aviadores'' divulgada a principios de este año. Aunque tales yerros han tenido un perceptible costo político para el equipo de Cárdenas, ello no empaña la determinación de descubrir y atacar las vastas redes de complicidad, cohecho, soborno y patrimonialismo generadas en la administración a lo largo de muchas décadas.
En contraste con lo anterior, el trabajo del gobierno capitalino en materia de seguridad pública es por demás insatisfactorio en relación con las promesas formuladas durante la campaña de Cárdenas. Desde un inicio, las autoridades actuales cometieron serios errores en la conformación de los equipos de la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal y de la Secretaría de Seguridad Pública. Diversos nombramientos equivocados en esas dependencias han creado irritación social, y aunque en casi todos los casos se ha rectificado, los abundantes movimientos de personal -entre otros factores- han restado eficacia al combate a la delincuencia.
Cabe esperar que el jefe del gobierno capitalino formule hoy un balance objetivo de los logros y los fracasos de la administración que preside, tanto en los temas aquí reseñados como en materia de transporte, ambiente, infraestructura, reforma política, servicios sociales y otros aspectos. Cabe esperar, también, que proponga a la sociedad vías de solución razonables y participativas para los muchos problemas pendientes.