En medio de fuertes ataques de los adversarios de su gobierno, particularmente del PRI aunque también del PAN y de un severo escrutinio y golpes de mala fe de algunos columnistas y locutores, hoy rinde Cuauhtémoc Cárdenas el informe de su gestión de poco más de nueve meses al frente del gobierno del DF. Un informe esperado con morbosidad por la oposición política en la capital y de enorme importancia para quienes con su voto le dieron la victoria el 6 de julio de 1997.
El informe debe ser, como lo dice la publicidad que se hace al respecto, una verdadera rendición de cuentas. Y no sólo porque lo establece la ley, sino porque en las circunstancias actuales es una necesidad política que el primer jefe de gobierno electo para esta gigantesca urbe, además de informar de las cuestiones administrativas y del manejo honesto de los escasos recursos, dé una explicación de las causas por las cuales ha resultado endiabladamente difícil, más de lo esperado, avanzar en la solución de los problemas principales de la ciudad.
En buena parte de quienes sufragaron por Cárdenas y el PRD se ha extendido en los meses recientes un sentimiento de insatisfacción, que puede llegar al desencanto completo, porque perciben que algo o mucho parece no marchar bien; falta información, transparencia; no sienten los cambios que seguramente se han producido en algunas áreas, por ejemplo en el manejo escrupuloso del presupuesto, el fin de los despilfarros en las compras, la eliminación de los bonos para los funcionarios, esa forma encubierta de altísimos salarios; la búsqueda de nuevas y sanas relaciones con la sociedad, el debilitamiento del autoritario principio de autoridad que se expresa en el cambio de funcionario para responder a las críticas y más que permanece en la oscuridad debido a la pésima política de comunicación.
En julio del 97 la gente tenía muchas esperanzas en el nuevo gobierno, pero no esperaba milagros. Era consciente, aunque vagamente, de que tras decenios en el gobierno de la ciudad, el PRI la llevó al borde del desastre; por eso arrasó Cárdenas. Y problemas como la inseguridad pública agudizada en los años recientes debido a la desastrosa estrategia económica del gobierno federal; la corrupción policiaca y de buena parte del aparato gubernamental; las relaciones perversas con la sociedad, mediatizadas por poderes mafiosos; el burocratismo, una estructura hipertrofiada y normatividades arcaicas en la administración, o los problemas ecológicos, del transporte, el despilfarro del agua, son parte de la nefasta herencia priísta que no puede ser superada no digamos en nueve meses pero ni siquiera en varios años.
Los dirigentes locales del PRI insidiosamente critican al gobierno porque no ha resuelto ya los problemas que ellos crearon a lo largo de decenios; esas críticas se explican como parte de la lucha política pero también es una coartada para encubrir su responsabilidad. Igual posición tienen dirigentes del PAN, algunos columnistas y locutores; por razones políticas e ideológicas para todos ellos ``cuanto peor mejor'', apuestan al fracaso del primer gobierno de izquierda sin importarles las consecuencias para la gente. Cárdenas y el PRD son los enemigos a vencer a todas costa.
Los electores de Cárdenas ciertamente no esperaban milagros pero sí un nuevo estilo y forma democrática de gobernar que diera cauce a las aspiraciones de participación ciudadana, además de dirección para potenciar la fuerza social favorable a los cambios que se expresó en las elecciones. El programa del nuevo secretario de Seguridad Pública seguramente va en esa dirección pero es insuficiente.
La gente espera realizaciones concretas, pero sobre todo necesita que se le diga cuáles son las dificultades, lo que puede hacerse en el corto plazo que tiene este gobierno y los problemas que exigen más tiempo y recursos para su solución. La transparencia es indispensable para crear confianza. La herencia priísta explica las dificultades enormes para gobernar esta ciudad pero eso no releva al gobierno de la autocrítica de sus propios errores e insuficiencias. Ojalá el informe de hoy sea de cara a las inquietudes de la gente; el PRI y otros adversarios seguirán atacando al gobierno acierte o se equivoque, pues quieren su derrota.
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