Hace 14 años, el 19 de septiembre de 1984, salieron a la luz pública los primeros ejemplares de La Jornada y, con ello, dio inicio una empresa que a lo largo de 5 mil 44 ediciones ha mantenido su compromiso fundacional de ejercer un periodismo crítico, independiente y veraz en el que tengan cabida las diferentes voces y opiniones de la sociedad. Desde su aparición, este diario se ha esforzado en ofrecer un espacio abierto a las numerosas personas, organizaciones y grupos sociales que, hasta entonces, carecían de vías de expresión, denuncia y participación.
Así, nacimos con medios escasos, pero con gran confianza en la capacidad de los lectores para premiar con su apoyo un periodismo comprometido con la democracia y las causas sociales.
En gran medida, el éxito, el crecimiento y la credibilidad de La Jornada se deben a que sus páginas han sido el espejo de una sociedad decidida a renovarse, a hacer valer sus derechos, a construir una nueva solidaridad y a exigir de sus gobernantes la defensa de la soberanía nacional y el cumplimiento eficaz, transparente y honesto de sus responsabilidades.
En estos casi tres lustros, La Jornada ha informado y reflexionado acerca del acontecer nacional e internacional con la convicción de que los lectores poseen la última palabra para discernir sobre los puntos de vista, a veces discordantes y antagónicos, de todos los actores políticos y sociales, y tienen el derecho a conocer y sopesar las diferentes versiones, motivaciones e interpretaciones de los sucesos, con el fin de formar su propio criterio y, en consecuencia, definir su actitud y sus posiciones ante las circunstancias políticas, económicas, sociales y culturales a las que se enfrentan día a día.
De este modo, en las páginas de este diario se han reseñado el clamor de los pueblos indígenas en exigencia de una vida digna y respeto a su cultura, las luchas de obreros y campesinos por un salario justo y mejores condiciones de trabajo, las expresiones de una sociedad decidida a consolidar un régimen plural y democrático, la crítica de un modelo económico excluyente, las denuncias de las arbitrariedades y los atropellos de la clase gobernante, y las exigencias ciudadanas de seguridad, combate a la delicuencia y respeto a los derechos humanos.
A todas luces, el mayor capital de La Jornada lo constituyen sus trabajadores --quienes junto con los lectores hacen posible la existencia de este diario--, y la credibilidad lograda a lo largo de 14 años de trabajo periodístico.
Además, gracias a sus finanzas sanas y a que es ajeno a cualquier compromiso distinto a las premisas establecidas en su fundación, este medio mantiene una sólida independencia editorial. De esta forma, podemos afirmar que los planteamientos e ideales que dieron origen al periódico en 1984, siguen siendo válidos y se mantienen vigentes.
Sin embargo, lo logrado es sólo una base de partida, nunca un punto de arribo, y nos obliga a reforzar nuestro compromiso con el lector y con México, a elevar la calidad de nuestro trabajo y a mantenernos atentos para responder a una realidad incierta, cambiante y multifacética.
Ha de reconocerse, para poner en perspectiva el esfuerzo realizado en el pasado y el significado del trabajo periodístico presente, que México no siempre contó con un marco de absoluto respeto a libertad de prensa y, en lo particular, a la línea editorial de La Jornada, por parte de las autoridades y la sociedad en general, como en el que ahora vivimos.
Por ello, la información plural, libre y crítica y el afán por dar a los mexicanos instrumentos para comprender el devenir nacional e internacional seguirán caracterizándonos, porque creemos en un periodismo que tenga por certeza su fe en la justicia y la democracia, y que sea capaz de investigar para encontrar no verdades únicas ni fideísmos, sino interrogantes y respuestas fecundas.