Manuel Vázquez Montalbán
Internet, los chinos y el subcomandante Marcos
Millones y millones de chinos se enteraron de pronto de que el presidente de Estados Unidos, Clinton, en otros tiempos calificable como el tigre de papel, había tenido contactos sexuales con una tal Monica Lewinsky en la cámara oval de la Casa Blanca, bajo el control remoto de la madre de la tierna Monica, receptora en su día del vestido de la muchacha en el que el presidente había derramado parte de sí mismo. Es el signo de las madres de este mundo: sufrir a distancia a la espera de que sus hijas les envíen los vestidos manchados de pecado. Así como en el antiguo Occidente, hoy no sabemos muy bien cómo llamarlo, habíamos ido siguiendo esta estúpida historía día a día y ya sólo nos quedaba la incógnita de si Hillary lo sabía o no lo sabía, y si lo sabía a cambio de qué se dejaba hacer fotografías en actitudes amorosas con su marido, los chinos se han enterado de pronto gracias al Internet y se teme por su salud mental colectiva, desde la sospecha de que en China todavía no está tolerada la salud mental individual, siempre tan pequeñoburguesa.
Los teólogos de Internet van sumando motivos para estudiar un sistema de control moral de esta autopista de la información, habida cuenta de que gracias a ella los chinos se enteran de que el presidente de Estados Unidos utiliza la Casa Blanca como un meublé, de que en Occidente hay redes de paidofilia y de que en Chiapas una nueva guerrilla revolucionaria casi incruenta está cercada por el Ejército Mexicano, por los paramilitares y por los intelectuales y periodistas de la Zona Rosa de México Distrito Federal, indignados porque por culpa del nuevo movimiento indigenista no hay tiendas Armani en Chiapas, ni siquiera de Emporio Armani. Si en el país más rico del norte, los enemigos de Clinton han utilizado el Internet para acorralar al emperador e impedir una ley del silencio mediático asumido como razón de Estado, la guerrilla más pobre de la historia de las guerrillas pobres ha hecho del Internet su mejor instrumento de ataque y defensa. La brutalidad represiva se convierte en inmediato discurso virtual y las proclamas del subcomandante Marcos se globalizan a partir de un voluntariado telemático que se presenta como la Agitprop del siglo XXI. Kalfon, el autor de uno de los más completos estudios sobre el Che Guevara, oponía al prototipo del guerrillero que basa su eficacia en la ocultación, el Che, el del que consigue la victoria de la supervivencia gracias a la presencia mediática, el subcomandante Marcos. Sin esa presencia mediática ya habría sido eliminado, y lo que se le reprocha como exhibicionismo no es otra cosa que estrategia de defensa y de baratísima globalización del mensaje. Desde la derecha moderna o posmoderna o posposmoderna se le critica mucho a Marcos porque todavía no le han matado como al Che y no hay manera de reproducir su rostro en las camisetas veraniegas, a manera de serigráfico souvenir.
En el libro Internet: l'extase et léffroi, encabezado por el director de Le Monde. Diplomatique, Ignacio Ramonet, se especula a propósito del uso de Internet, sobre su carácter realmente globalizador y supraclasista o, al contrario, sobre la posibilidad de que acentúe más las diferencias Norte-Sur, metáfora o eufemismo de lo que antes se llamaba lucha de clases a escala nacional o internacional. De momento el uso combativo de Internet no depende de la intencionalidad del juguete técnico, sino de la intencionalidad de quienes lo utilizan, y para divulgar el mensaje de los condenados de la tierra se necesita la complicidad del voluntariado para divulgar los mensajes y el interés del receptor para asumirlos. Estamos casi como estábamos. Pendientes del optimismo de la voluntad a pesar del pesimismo de la inteligencia.