Bajo presión, las dos menores violadas en Tláhuac cayeron en contradicciones
Humberto Ortiz Moreno Ť La estrategia de desgaste ejecutada por la defensa de los 15 policías violadores culminó a las tres de la mañana de ayer y con éxito como consecuencia de un careo entre las tres jovencitas ultrajadas. Tras 16 horas de interrogatorios, burlas, acoso y con un Ministerio Público inmóvil, la chica de 13 años claudicó y confesó que todo fue una mentira armada por Edith, la mayor, quien aconsejó a las otras dos.
Presionada por el padre de la muchacha de 15 años --quien fungió también como su apoderado--, y a la cual los abogados de los uniformados dedicaron siete horas y más de 300 preguntas, a veces rechazadas por la juez 47 penal, al considerarlas intrascendentes, la más pequeña de ellas hizo una revelación, aproximadamente a las 2 de la madrugada de este sábado, que colocaría a sus victimarios a un paso de la calle, si es que los litigantes solicitaron ya la libertad de sus clientes por desvanecimiento de pruebas.
Pasada la medianoche del viernes, ante la inmovilidad de Salvador López, Ministerio Público adscrito, se dio un relevo en la representación social que desconcertó a las partes. Una mujer, cuyo nombre ni siquiera pudo saberse, entró improvisadamente sin conocer el expediente. Empezó a leerlo. Pero era demasiado tarde y todos querían irse a sus casas. Nunca intervino, no preguntó ni objetó nada ante la inquisitoria actitud de los abogados de los policías.
Patricia Olamendi, coordinadora del Programa de Participación de la Mujer del gobierno capitalino, y un visitador de la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal (CDHDF) exigieron al fiscal que actuara, pero él sólo contestaba: ``Esperaremos a que vengan sus testigos...''
El juzgado 47 estaba inundado y la audiencia ocurría en las oficinas de los MP.
Dentro del periodo de desahogo de los elementos probatorios, las contradicciones de las jovencitas podrían pesar en el juicio. Sin embargo, la juez María del Refugio Méndez Hernández tendría que sopesar el otorgamiento de ese beneficio o seguir hasta terminar con la fase testimonial.
Incluso, la impartidora de justicia cuestionó la averiguación previa consignada por la Procuraduría de Justicia capitalina, a tal grado que en momentos provocó hilaridad entre los participantes de la audiencia. ``¿Por qué dejan pasar esto? No se vale'', habría increpado ante el MP.
Las primeras horas
Los siete defensores de los policías sometieron a las víctimas a un acucioso cuestionario que incluyó preguntas como las siguientes: ``¿A qué distancia en metros estaba la ventana por donde salieron de la malla ciclónica por donde escaparon del cuartel? ¿De qué grueso era el vidrio? ¿En cuántas partes estaba roto? Al salir del cuartel, ¿qué visibilidad había en el lugar?''
O más aún, a la de 15 años le inquirieron: ``¿Qué estaban haciendo tus amigas cuando te estaban violando...?''
Tibiamente, la juez Méndez Hernández refutaba las interrogantes de los defensores y permitía el alargamiento de la diligencia. A eso de las 13:30 horas del viernes ya la jovencita había flaqueado al no ratificar su declaración preparatoria y culpar a Edith de inventar todo y armar las acusaciones contra los uniformados.
No obstante, la más pequeña había conservado la entereza al ratificar su declaración preparatoria cuando apenas eran aproximadamente las 16 horas.
A las 11 de la mañana del viernes había arrancado la audiencia en el juzgado 47 penal, dentro del periodo de desahogo de pruebas relativos a los procesos en contra de 15 efectivos del destacamento 18 del Agrupamiento a Caballo.
Pero al cabo de 16 horas de presiones y quizá por cansancio, aducen observadores de la CDHDF y del Programa para la Participación de la Mujer que estuvieron presentes, la menor de 13 años terminó cediendo a los pesados motores de la impunidad.