CONMEMORACION DE 1985
Ricardo Olayo Ť En el 13 aniversario de los sismos, el titular del gobierno capitalino, Cuauhtémoc Cárdenas, aseveró que a partir del 19 de septiembre de 1985, en el Distrito Federal se gestó una nueva sociedad, más organizada, autónoma y solidaria, que no ha dejado de trabajar para alcanzar sus necesidades, incluida la elección de sus autoridades, en 1997. Desde entonces, destacó, los habitantes de la ciudad ``mostraron el peso de su organización y su participación''.
Cárdenas acudió al Zócalo a las 7:19, a la ceremonia de izamiento de bandera a media asta, en recuerdo de las víctimas del terremoto, acompañado por el secretario de Gobernación, Francisco Labastida Ochoa. Más tarde llegó a Tlatelolco, donde aseveró que desde aquella fecha la ciudad no es la misma.
En la Plaza de las Tres Culturas el jefe de gobierno estuvo presente en el concierto de la Filarmónica de la Ciudad de México denominado Desde el Recuerdo, organizado para rendir tributo a los muertos.
Lamentó el hecho de que nunca se sabrá el número de víctimas, ``sobre todo por la corrupción y la concepción que durante muchos años hizo de esta ciudad un botín para unos cuantos''. Lo cierto es que de las ruinas emergieron lazos y redes solidarias que permitieron salvar vidas, generar procesos organizativos, construir miles de viviendas, garantizar la sobrevivencia en medio del abandono oficial y pavimentar el camino para una ciudad más democrática, dijo el gobernante en su discurso en la Plaza del Sol, ubicada en el mismo sitio donde alguna vez se levantó el edificio Nuevo León, en la unidad Tlatelolco.
Hoy, dijo, se toman medidas para tratar de evitar desastres. ``La ciudad está preparada'' para ayudar a sensibilizar a la gente y planear medidas de protección civil, indicó en entrevista, al final de la ceremonia realizada en el Zócalo y a la cual acudieron los integrantes de su gabinete.
En el discurso de Tlatelolco dijo que la actitud de ``la comunidad emergente, solidaria y activa suplió lo que al gobierno de entonces le faltó: compromiso y dedicación''. Ahí, al mediodía montó una guardia y entregó reconocimientos a bomberos franceses encabezados por el coronel Michel Bignand, quien en 1985 llegó a la ciudad de México al frente de un grupo de 400 rescatistas parisinos.
Cuauhtémoc destacó ``la incapacidad oficial de ponerse al frente para intervenir en uno de los momentos más críticos en la historia de nuestra capital, (que) fue compensada con creces con la iniciativa y la participación ciudadana''.
Acompañado de algunos integrantes de su gabinete, escuchado por decenas de personas reunidas y convocadas por brigadistas mediante altavoces, en medio del inmenso complejo habitacional, dijo que ``las dolorosas pérdidas que ocasionaron los sismos del 85 gestaron una comunidad organizada y solidaria, que inició su lucha en la búsqueda de mayor protección civil, de la recuperación de viviendas y de los servicios urbanos''.
Reconocimiento a una ciudad valiente
La ciudad tiene ``una deuda de gratitud con todos los que ofrecieron generosamente su esfuerzo en aquellas horas difíciles. Para el que se creía cobarde y arriesgó su vida en las entrañas de un edificio a punto de caer; para quien tildaban de flojo y pasó días sin descanso cargando escombros; para el que no podía ver sangre y atendió a los heridos que encontró a su paso; para el vecino que albergó y alimentó a quienes todo lo habían perdido, la ciudad nunca fue tan valiente y tan generosa como en esos momentos'', aseguró.
Cárdenas inició su discurso a las 12:00 en la Plaza del Sol, donde a las 7:00 los vecinos realizaron una misa en memoria de los caídos. ``Hace 13 años la capital se despertó con una tragedia que aún sacude nuestros corazones. Desde entonces, la ciudad no es la misma'', fueron sus primeras frases.
Resaltó que ``sólo entre todos y organizados, gobierno y sociedad, podremos hacer frente a cualquier situación de riesgo o vulnerabilidad''. Por ello, el gobierno elaboró el Plan Permanente ante Contingencias en la ciudad de México, pero en todo caso, dijo, es necesario reforzar el trabajo y la coordinación para enfrentar cualquier emergencia. De esta manera, la situación será diferente a la de aquel 19 de septiembre, puntualizó.
En entrevista, el jefe de gobierno dirigió un mensaje a los familiares de quienes perecieron en los sismos de septiembre de 1985: ``Seguimos enlutados en el país, por lo que sucedió hace 13 años''.
Ricardo Olayo Ť Topos, sobrevivientes, vecinos en disputa por el liderazgo y Gloria Parga, quien después de 13 años regresó de Zacatecas para esperar a sus dos hijos porque nunca vio sus cuerpos y mantiene la esperanza de que vivan, se reunieron ayer en Tlatelolco, donde hasta la mañana del 19 de septiembre de 1985 estaba en pie el edificio Nuevo León.
Embriones de la organización ciudadana que nació la década pasada, los habitantes de la unidad Tlatelolco ayer se dieron tiempo para la disidencia frente al nuevo gobierno, que se ha nutrido de aquellas fuerzas sociales.
En la conmemoración de un aniversario más de los sismos del 85, el gobierno organizó por vez primera simulacros de temblor en los edificios y un concierto a cargo de la Filarmónica de la Ciudad de México, que interpretó el Réquiem de Mozart, dedicado a la memoria de los muertos en la Plaza de las Tres Culturas.
En su visita al complejo habitacional más grande de América Latina, el jefe de gobierno, Cuauhtémoc Cárdenas, llegó hasta la iglesia de la plaza, a la que entró invitado por el párroco para ver los daños que ha dejado en esa estructura del siglo XV el paso del tiempo.Recibió las bendiciones del religioso para gobernar con éxito y ``las que da Dios''. Luego, en su paso por la zona arqueológica, lo saludaron algunos turistas españoles, quienes le pidieron tomarse una foto con ellos.
La conmemoración inició a las 7:00 con la misa organizada por los vecinos y ofrecida por el párroco Fray Alonso Villalobos, en La Huella o Plaza del Sol, como se conoce a la explanada donde cayó derruido el edificio Nuevo León.Los asistentes colocaron veladoras y rezaron por todos los muertos.
El párroco pidió también solidaridad con Chiapas. Ahí, los sobrevivientes recordaron las escenas de dolor y la sensación de bajar en picada por las escaleras de los grandes edificios, ``como si se tratara de un tobogán''.
La memoria les trajo el recuerdo del tenor Plácido Domingo y su altruismo, de los soldados con ballesta que durante algunos días no permitieron llegar al Nuevo León. El tiempo llevó de nuevo al grupo de rescatistas que se formó en Tlatelolco, entre choferes, artesanos y otros empleados, quienes hoy acuden a los llamados de ayuda donde es necesario; hace unos días los topos regresaron de Chiapas, donde prestaron sus servicios.
Gloria Parga llegó este año con su hija para esperar por unas horas, que aparecieran su hijos, Sandra Leticia y Sergio Alberto, a quienes dejó de ver el 19 de septiembre de 1985, cuando tenían once y dos años de edad, respectivamente.
El coronel francés Michel Bignand regresó también al DF, luego que hace 13 años viajó al frente de un grupo de bomberos de París, quienes salvaron vidas y buscaron entre escombros. Por la población de la ciudad de México y por la dimensión de la catástrofe, rememoró, en Francia hubo preocupación y solidaridad inmediata, dijo ayer en un discurso, acompañado de Cárdenas.
``En 10 días salvamos 40 personas. Esta cifra pareciera no ser mucho, pero para mí una sola vida salvada amerita utilizar todos los medios posibles'', indicó.
Igual que en años anteriores, los liderazgos son la disputa que aflora junto con el dolor. Cuauhtémoc Abarca, dirigente histórico de la zona, cuestionó el desempeño que tuvo entonces el director de Fonhapo, Roberto Eibenschutz, quien ahora es titular de la Secretaría de Desarrollo Urbano y Vivienda (Seduvi)
Contó que el funcionario no actuó con oportunidad en las tareas de remozamiento del Nuevo León, al que ya se le habían detectado fallas en el sótano y requería de un peritaje y apuntalamiento.
Otros dirigentes también se quejaron de la ausencia de una política de protección civil, por parte este y otros gobiernos, y disputaron para sí la autoría de los simulacros en los que participaron centenas de personas.
En el edificio Tamaulipas más de 250 personas tomaron parte en uno de los simulacros de desalojo que duró cinco minutos. Bomberos, ambulancias, una ``bomba de humo'' que simulaba un incendio y los vecinos bajando por las escaleras de los 13 pisos fueron supervisados por personal de Protección Civil del DF.
Por primera vez, desde que en 1985 los daños por los sismos hicieron que Tlatelolco perdiera 12 de sus 102 inmuebles originales, según datos de las autoridades, se realizaron los simulacros, en los que no faltaron detalles, como ambulancias atrapadas en los andadores de la unidad, ya con los heridos a bordo. Pero al final, un ``gracias, vecinos'' y un aplauso entre ellos daba fe de ``este primer paso'' para crear una cultura de la protección civil.
Daniela Pastrana Ť Protegido con su paraguas de la lluvia, Alejando Varas espera a su contingente a la salida del desnivel de Reforma y Eje Central. Todo de negro, el dirigente de la agrupación política Uníos y uno de los principales promotores del movimiento social en 1985, mira satisfecho las decenas de sombrillas y plásticos que se extienden por la calle para desesperación de los mariachis de Garibaldi: ``A estas manifestaciones la gente viene, aunque no la convoques''.
Cinco minutos después, Varas alza las cejas, extrañado: ``¿A poco ya somos nosotros?'', pregunta cuando ve avanzar el camión del Frente del Pueblo, la penúltima organización de la marcha.
Así es. Esta vez se cuentan por cientos los manifestantes, en su mayoría señoras con niños, incluso en carreola, que avanzan estoicos bajo la lluvia, en la tradicional marcha del 19 de septiembre convocada por el Movimiento Urbano Popular.
La imagen, desde el edificio de Correos es de un contingente de cuatro cuadras. Suficiente para provocar un embotellamiento que parece no tener fin.
Si bien el volumen no es el mismo que el de otros años, las consignas, sí. Del micrófono salen las demandas de solución al problema de la vivienda; voces de guerra que no dudan en repetir frases acuñadas en años de oposición: ``Aplaudan, aplaudan, no dejen de aplaudir, que el pinche gobierno se tiene que morir''. ¿El federal o el local?, cuestionan divertidos los reporteros.
Van por delante los dirigentes de Asamblea de Barrios, en sus diferentes versiones. Al frente, por supuesto, Superbarrio, el ``encapuchado panzón'' de Le Monde, gloria de la lucha social en la capital. Pero esta vez, los dirigentes históricos del movimiento urbano no aparecen por ningún lado.
¿Dónde están Javier Hidalgo y Marco Rascón? ¿Dónde la inagotable Gloria Amador, del grupo Tlatelolco 19 de Septiembre? ¿Y René Bejarano y todos los dirigentes perredistas presentes en la multitudinaria marcha de conmemoración de 10 años de los sismos en 1995, en la que, de paso, protestaron por el conflicto en Chiapas?
Algunos hicieron su parte en la mañana, en los actos protocolarios organizados por el gobierno del DF y la ALDF. O en la Plaza de Santo Domingo. Ahí estuvieron, secos y frescos, el director general de Gobierno, René Bejarano, y los diputados locales Martí Batres, Javier Hidalgo, Virginia Jaramillo, Miguel Bortolini, Angeles Correa, así como los legisladores federales Alejandro Ordorica y Dolores Padierna. Un acto político, pues, aunque no exento de emoción.
Pero aquí, en la Plaza de la Constitución, ante unos 500 sobrevivientes del aguacero, se distinguen apenas Varas, Germán Hurtado, del Frente del Pueblo; Ignacio Pichardo, Superbarrio, que se niega a tomar el micrófono; Cuauhtémoc Abarca, quien dice tener gripa y se queda bajo la lona. Y cuando Teresa Martínez grita al micrófono: ``¡Viva la CUD!'', la Coordinadora Unica de Damnificados que encabezó tan enjundioso Abarca, éste dejar ir, casi en susurro, un desangelado ``viva''.
Los oradores se desgañitan, histriónicos. Casi ruge el diputado local Pichardo, cuando suelta un discurso gastado acerca de que el gobierno no atiende las demandas, y arremete contra la Secretaría de Desarrollo Urbano y Vivienda porque, afirma, tiene un subejercicio de 45 por ciento en el presupuesto de este año. Para no fallar, del lado derecho de la tarima se concentra un grupo para firmar su asistencia.
Fin del acto. ¿Cuál es la nota? La respuesta quizá la dio en la mañana Gerardo Villanueva, joven presidente de la recién constituida Unión Popular Benita Galeana, quien en la Plaza de Santo Domingo habló del ``nuevo movimiento social'', con una generación nueva y comprometida con el MUP. Y propuso construir pautas diferentes de organización, no avalar las invasiones, inculcar la cultura de pago, modificar el uso de las marchas. Renovar, pues, las estructuras que por ahora parecen cansadas. ¿Será?