Masiosare, domingo 20 de septiembre de 1998


CRISTOVAM BUARQUE, GOBERNADOR DE BRASILIA

Por una nueva utopía


Alberto Aguirre


En América Latina, ``la izquierda aún es prisionera del complejo de ser oposición y no hay voluntad de ser poder con ideas claras, con propuestas viables, para cambiar la realidad de nuestros respectivos países'', dijo en entrevista con Masiosare el gobernador de Brasilia Cristovam Buarque. Si se deja de lado, por un momento, las diferencias entre las ciudades que Cárdenas y Buarque gobiernan y, sobre todo, si se abstrae de las peculiaridades del sistema político mexicano, el lector encontrará similitudes obvias.

El corporativismo

El gobernador de Brasilia piensa que la defensa de los derechos de los ciudadanos ocasionó una distorsión difícil de corregir: el corporativismo.

Ahora -sostiene- las Organizaciones No Gubernamentales y las populares ven los derechos de sus representados como si fueran los más importantes en el conjunto global de la sociedad.

``Tendemos a caer en un corporativismo generalizado, perdiendo el sentido del todo, del pueblo. Los que se organizan consiguen disputar política y socialmente, los que no se organizan se quedan fuera del sistemaÉ Eso mismo hace inviable lo colectivo y los gobiernos democráticos tienden a naufragar en este mar alborotado de las luchas corporativas''.

A juicio de Buarque, la medicina es crear una ``pauta del pueblo''.

``Creo que nuestra bandera hoy, en el caso de Brasil, es abatir el apartheid social: quebrar la cortina de oro que corta a Brasil, como corta al mundo entero, separando a la población entre los incluidos y los excluidos socialmente''.

La relación con el gobierno federal

Seis de cada 10 reales que gasta la administración brasiliana los recibe del gobierno federal. La relación con Fernando Henrique Cardoso, no obstante, no ha quedado condicionada. Sobre todo, gracias a que Buarque -ex rector de la universidad local- conoce a muchos de los altos funcionarios del gabinete presidencial.

``Esta relación es mantenida por un respeto mutuo. No gobierno criticando a la administración federal. Al final, soy gobierno, seré gobierno y no oposición. En tanto, es un hecho que en la práctica represento una fuerza opositora, gracias a mis proyectos sociales y a mi comportamiento distante del ideario neoliberal...''

Cuauhtémoc Cárdenas
y su gobierno

``Cárdenas es el personaje de la izquierda latinoamericana más importante. Ocupa el cargo político más significativo entre nosotros y ha sido capaz de pensar sin prejuicios pasados y ha demostrado rigor de principios para el futuro sin dejar de ser un hombre de poder''.

Este juicio, ciertamente, puede estar influido por las amistades que el Jefe de Gobierno de la Ciudad de México tiene en la izquierda brasileña. La relación personal que tiene con Lula ha trascendió a su familia -su hijo Lázaro es muy cercano al candidato presidencial brasileiro-, y tiene además vínculos con personajes como José Dirceu de Oliveira, Marco Aurelio García y Ciro Gomes.

Con Buarque, Cárdenas construyó una sólida relación en agosto de 1996, cuando ambos coincidieron en un encuentro en Nueva York, y más tarde en Porto Alegre, en la séptima edición del Foro de Sao Paolo.

Con esos antecedentes, Cristovam Buarque evalúa así la importancia del trabajo de los perredistas en la capital de México: ``Todos los que en América Latina nos rehusamos a dejar que mueran los sueños de transformaciones sociales, que acreditamos que la humanidad merece más competencia para construir sistemas sociales mucho más éticos e inteligentes que el capitalismo, vemos el trabajo de los compañeros mexicanos con mucha esperanza''.

Las obras sociales

Brasilia y la ciudad de México comparten los problemas de las grandes urbes: el hacinamiento, las demandas de grupos desprotegidos, la inseguridad pública, la dotación de servicios públicos, la cobertura de los servicios socialesÉ

Al llegar al gobierno, Buarque esbozó así su agenda: ``La educación es una obsesión. La salud, la cultura, la seguridad y el empleo son prioridades''.

La meta en el primer campo fue que ningún niño quedara fuera de las aulas y ninguna escuela sin mejoras. Y comenzaron las inversiones.

Se creó una ``bolsa escolar'', es decir, un sistema de becas que financia con un salario mínimo por mes -130 reales- a todos los matrimonios que acrediten tener a sus hijos en la escuela.

¿El requisito? Que no falten un solo día a las clases.

Actualmente, el apoyo llega a 22 mil 400 familias -43 mil niños-, casi 10% del total de los inscritos escuelas públicas. Además, cada niño, al aprobar un grado, recibe un depósito de 100 reales en una libreta de ahorro.

Para las familias con niños en edad preescolar, el gobierno de Buarque tiene un programa de despensas para distribuirles comida todo el mes, con la condición de que sus padres frecuenten un curso, un sábado al mes, sobre cómo cuidar a sus hijos y desarrollar sus capacidades intelectuales.

En materia de salud, hizo otra innovación. El programa ``Salud en casa'', para llevar los servicios médicos a las colonias populares y que ya ha beneficiado a un millón 300 mil habitantes de Brasilia.

Además de varios programas de impulso a la agroindustria, el gobierno de Buarqiue impulsa la cultura mediante un proyecto que moviliza a toda la ciudad, dos veces al año, con centenares de espectáculos a precios bajos.

Más del 75% de los recursos del gobierno de Brasilia se destinan a educación, salud y seguridad.

En lo que se refiere a las demandas ciudadanas, puso en marcha un modelo denominado ``Gobierno'', a través del cual la población decide cuáles obras se deben ejecutar. El programa nació en Porto Alegre y se expandió a Brasilia, donde ``tiene un gran éxito''.

En total, son más de treinta los programas ``creativos'' de Buarque dirigidos a esquivar al populismo y la polarización social.

El alcalde de Brasilia lo explica de este modo: ``Optamos por proyectos que sean capaces de ser implantados en la crisis `permanente' que tenemos que atravesar por un largo periodo de gobierno y los siguientes''.

Líneas programáticas

Los programas del gobierno de Buarque funcionan, entre otros, con los siguientes criterios:

No hacer presión en las soluciones tradicionales e inventar soluciones creativas para los problemas.

Asumir que cada decisión implica un costo de ejecución, pero que es más caro pagar los costos de la omisión.

Cambiar las ópticas. En lugar de ver los problemas de la escuela en la óptica de un profesor, la salud desde la óptica de un médico, vemos estos problemas así: la óptica de los niños, las familias y toda la sociedadÉ

Analizar el impacto total de cada decisión sobre el conjunto de toda la sociedad y no sólo de los beneficios específicos que produzca.

El combate a la corrupción

La línea básica del gobierno de Buarque es que se requiere ``una radical transparencia de todas las acciones de gobierno, además de una fiscalización extremadamente rígida, en comparación a los gobiernos anteriores, de la Contraloría y de la prensa''.

Los medios

Luego de tres años de gobierno, Buarque evalúa su relación con los medios: ``No dudaba que la prensa fuera más dura con mi gobierno. Era natural. El tiempo ha hecho que se establezca una convivencia. La prensa sigue siendo muy dura, pero ya reconoce los méritos de mi gobierno''.

¿Cómo se ha sobrepuesto el gobierno de Buarque a esa prensa ``muy dura''?

El responde:

``Como todo gobierno de izquierda, no somos muy buenos en publicidad. Por eso, que tengamos un cierto éxito en el marketing de mis propuestas es más por ellas que por efecto de campañas publicitarias''.

El futuro de la izquierda

El debate político actual en América Latina, sostiene Buarque, se da ``entre ideas fracasadas de la derecha e ideas novedosas de la izquierda''.

Sin embargo, precisa que ``la izquierda aún es prisionera del complejo de ser oposición y no hay voluntad de ser poder con ideas claras, con propuestas viables, para cambiar la realidad de nuestros respectivos países''.

Más todavía: ``Hubo un tiempo en que fuimos prisioneros de ideas antiguas, ahora somos prisioneros de una falta de claridad en nuestras propuestas transformadoras''.

En su trazo de una alternativa, Buarque defiende un ``conjunto de ideas que llamo el choque de ética. El fracaso del capitalismo no es el fin del capitalismo. Diría que en nosotros está la falta de definición de cuál es nuestra utopía. Sin utopía no somos realmente de izquierda. Pero si no tenemos utopía, al menos tenemos un radical antagonismo con la falta de ética del capitalismo''.

El reto, sostiene Buarque, es enorme: ``Podemos hacer que la sociedad, el pueblo, avancen en las condiciones básicas sociales y en una lenta construcción de una nueva utopía. Un socialismo nuevo que vaya en contra de las especificidades del mundo que está delante de nosotros. Si no definimos la utopía, al menos podemos ajustar las actuales modernidades técnicas a una modernidad política. Este es nuestro desafío''.

Frente a la candidatura presidencial

Su trayectoria perfila a Buarque como un futuro candidato a la presidencia del Brasil. El prefiere no verse en esa disyuntiva: ``Hoy lucho para continuar en el gobierno del Distrito Federal. Mi proyecto es ayudar a que el PT crezca en el sentido de ser un partido propositivo y un partido de todo el pueblo brasileño, en lugar de ser un partido reivindicatorio y sólo de los trabajadores del sector moderno''.



De la sociedad civil
al gobierno

Sin dejar la academia -aún imparte cátedra en la Universidad de Brasilia, de la que fue rector- ni la defensa de los derechos humanos, Cristovam Buarque incursionó con éxito en la política.

En 1994, compitió -animado por su amigo, Luis Inacio Lula Da Silva- con las siglas del Partido de los Trabajadores (PT) por la gubernatura de Brasilia y ganó.

El gobernador de Brasilia, de 54 años, es un típico líder de la sociedad civil que se involucró en la política en la búsqueda de hacer realidad los cambios sociales.

Empezó, a finales de los ochenta, en el grupo ``Gobierno paralelo'', fundado en Brasil en oposición a las políticas monetaristas de Fernando Collor de Melo.

En 1990, publicó el libro De la revolución a las prioridades, que se ha convertido en el texto de cabecera de los opositores brasileños.

En esta ocasión, Buarque buscará la reelección con el respaldo del Frente Brasilia Popular, una coalición de partidos brasileños que representan la oposición al gobierno neoliberal del actual mandatario, Fernando Henrique Cardoso.

Ahí están los partidos: de los Trabajadores, Laborista Democrático (PDT, presidido por Leonel Brizola, compañero de fórmula de Lula), Socialista Brasileño (encabezado por el gobernador Miguel Arraes, de Pernambuco), Comunista de Brasil (PCdoB), Comunista Brasileño (PCB), Verde, de la Movilización Nacional, y Solidaridad Nacional (PSN).



Brasilia
Ciudad de México

Las semejanzas

Ambas ciudades son sede de los poderes federales.

Son gobernadas por personajes provenientes de partidos de izquierda.

Las diferencias

La ciudad de México tiene más de seis siglos de fundada; Brasilia, apenas 38 años.

El centro urbano de Brasilia tiene apenas un millón 800 mil habitantes (aunque el gobernador es al mismo tiempo ``prefecto'' de 19 ciudades ``satélite'').

Nuestro Distrito Federal se asemeja más a Sao Paolo, en dimensiones y población.

Cuauhtémoc y Cristovam

Son líderes de sus respectivos partidos.

Gobiernan las capitales de sus países.

Conviven con presidentes de la República de partidos contrarios.

Tienen como banderas la ética y la honestidad en el ejercicio del poder público



El escenario electoral

brasileiro

El domingo 4 de octubre más de 80 millones de electores brasileños acudirán a las urnas para elegir a su presidente, a los gobernadores de las 24 entidades que componen la República Federativa, así como la totalidad de las Cámaras de Diputados y Senadores.

Como hace cuatro años, los protagonistas principales del proceso son los candidatos de las dos principales coaliciones políticas: el actual mandatario Fernando Henrique Cardoso -propuesto por el Partido de la Socialdemocracia Brasileño (PSDB)- y el líder izquierdista Luis Inacio Lula Da Silva, que compite con la bandera del Partido de los Trabajadores y la organización Unidad del Pueblo.

Ambas coaliciones están en los extremos opuestos. Cardoso es el mejor exponente de la viabilidad del proyecto neoliberal y a lo largo de estos años ha tratado de conjugar la validez de su propuesta económica con una política que reduzca las desigualdades sociales.

En cambio, la Unidad del Pueblo conjunta a la mayoría de las organizaciones ``socialistas y democráticas'' brasileñas, el PT y los partidos: Democrático de los Trabajadores (PDT), Socialista Brasileño (PSB), Comunista de Brasil (PCdoB) y Comunista Brasileño (PCB), los cuales se oponen al neoliberalismo y pugnan por acabar con las grandes desigualdades sociales.

Lula disputa por tercera vez la presidencia. Fue derrotado, hace ocho años, por Fernando Collor de Melo. Esta vez, lleva como candidato a la vicepresidencia a Leonel Brizola, líder nacional de PDT.

Al igual que en la elección presidencial, estos partidos propusieron candidatos comunes para los demás cargos. En el caso de Brasilia, se constituyó el Frente Brasilia Popular, que tiene al frente a Cristovam Buarque.

Lleva como compañero de fórmula a Sigmaringa Seixas, también militante del PT y ex afiliado al PSDB. Es un reconocido abogado en el área de derechos humanos, amigo de hace mucho tiempo de Lula y de los petistas en general.

Arlete Sampaio, actual vicegobernadora de Brasilia, es la candidata al Senado del FBP. Es fundadora del PT y de la Central Unica de Trabajadores (CUT) en el estado de Brasilia. La también dirigente nacional del PT, antes de que la enmienda que permite la relección fuera aprobada en el Congreso, era la persona más indicada para suceder a Buarque, de quien era su principal aliada.

Sigmaringa fue electo como candidato a vicegobernador y Arlete aceptó un desafío mayor: disputar la única vía al Senado al diputado Luiz Estevao.

Buarque tiene su mayor rival en el ex gobernador Joaquim Roriz, impulsado por una coalición formada por el Partido de Movimiento Democrático Laborista (PMDB), el Partido Popular Brasileño (PPB, de Paulo Maluf), y otras fuerzas políticas antiguas.

Estevao, por su parte, ha salvado muchas y graves denuncias que involucran a su constructora -PK-, la cual vendió apartamentos y no ha entregado las escrituras.

Es uno de los dos hombres más poderosos de la ciudad, de la misma forma que el ex presidente Collor de Mello. Fue responsabilizado de avalar la operación Uruguay, un sistema de corrupción denunciado por la Comisión Parlamentaria de Investigaciones, que indagó la corrupción en el gobierno de Collor y provocó su renuncia antes de un impeachment.

El exgobernador Joaquim Roriz ha sido señalado por distribuir lotes irregulares y provocar una gran migración a la ciudad. Es un político populista que, según sus adversarios, compra votos entre los más pobres y hace falsas promesas.

Además de Buarque y Roriz, otro candidato compite por la gubernatura de Brasilia: el senador José Roberto Arruda, del PSDB, aliado al PPS (Partido Popular Socialista, de Ciro Gomes) y al PFL (Partido del Frente Liberal, de Antonio Carlos Magalhanes, presidente del Congreso Nacional).

En 1994, Cristovam Buarque recibió, en segunda vuelta, el apoyo del PSDB. Arruda ha caído en las encuestas, pero el PT necesitará de su apoyo para salir victorioso de las elecciones, en caso de que tenga que darse la segunda vuelta.

El candidato de Arruda al Senado es el diputado federal Augusto Carvalho, del PPS, que apoya la campaña presidencial de Ciro Gomes y no a Cardoso. Augusto ha caído cada vez más en las encuestas y necesitaría pasar sus apoyos a Arlete. Esa es la única posibilidad de vencer a Luiz Estevao.

En los últimos diez días, el Instituto DataFolha y el IBOPE -dos de los encuestadores más reconocidos en Brasil-, han publicado sondeos que refieren un crecimiento de seis puntos en la intención de voto para Cristovam Buarque, con 37%. Roriz creció un punto con 40%.

Hay un virtual empate técnico, ya que el margen de error es del 3%. Arruda está con 14%, mientras antes tenía 19%.

La gran novedad de esta encuesta fue para el Senado. En 15 días, Arlete Sampaio saltó del 14 al 29%. Creció 15% en dos semanas.

La legislación electoral brasileña señala que cuando dos candidatos -a presidente o gobernador- hayan obtenido más del 35% de los votos, deben participar en una segunda vuelta electoral, para alcanzar la mayoría absoluta. Esta se realizaría el domingo 25 de octubre.