Luis Javier Alvarez
Política científica y criterios de evaluación
Para muchos investigadores científicos mexicanos acaba de terminar el ritual trianual en el que hay que demostrar al Sistema Nacional de Investigadores (SNI) las bondades y excelencias de sus publicaciones, con el fin de que sea evaluado su trabajo de los últimos tres años y, en su caso, recibir el nombramiento de ``investigador nacional'' en alguna de las cuatro categorías existentes. Según se sabe, las evaluaciones tanto en el SNI como en las comisiones dictaminadoras, supongo que de todas las universidades e instituciones de investigación y educación superior (IIES) del país, se basan en una serie de criterios en la que los más importantes son el número de artículos y de citas en revistas con arbitraje internacional.
Recientemente apareció una revisión sobre los factores de impacto de publicaciones en ciencia de materiales en la revista Materials Today, publicada por Elsevier Science Ltd. (vol. 1, número 1, 1998, ISSN:1396-7021), en la que el autor menciona los cuidados que hay que tener al usar los factores de impacto de revistas científicas, producidos por el Institute for Scientific Information (ISI), en la evaluación de las tareas científicas, porque en otros países desarrollados usan los mismos criterios de evaluación.
El análisis de esa información, aunque basado en el caso particular de la ciencia de materiales, seguramente será válido en otros campos científicos. En la publicación se menciona que las citas a los artículos se consideran para establecer cuál es el factor de impacto de cada publicación y se presenta una gráfica de las citas por artículo como función del tiempo en años para cada una de las cuatro categorías de artículos siguientes: cartas, que pueden considerarse publicaciones rápidas; revisiones; artículos de aplicación, y artículos de desarrollos básicos. De toda la información que se presenta me concentraré sólo en la mencionada gráfica.
La primera observación, que salta a la vista, es que los máximos del número de citas por artículo aparecen entre 1.5 y 6 años de haberse publicado el artículo en cuestión, según su clase. Segundo, la vigencia del valor epistémico de la publicación va de 7 a más de 20 años. Por ``valor epistémico'' me refiero a que si se cita el artículo será porque sirve para ampliar el conocimiento en su correspondiente campo. Si se calcula la integral bajo las curvas publicadas, se obtiene el número total promedio de citas por artículo, cifra interesante pues constituye un criterio de evaluación en México. En virtud de que la revisiones del SNI y de los programas de estímulos de las IIES son cada tres años, se puede calcular también el número de citas por artículo en ese periodo. En la tabla se muestran los datos extraídos de dicha publicación:
Con estos datos a la mano se pueden hacer las siguientes consideraciones para estar bien con el sistema científico nacional y extraer de ellas lo que se podría llamar la ``política científica no manifiesta'' y, en el mejor de los casos, inconsciente, impuesta por el gobierno neoliberal:
1. Si se quieren tener citas suficientes para contar con el beneplácito de las comisiones evaluadoras, en primer lugar hay que publicar cartas, y en segundo desarrollos básicos. Sin embargo, la mayoría de los científicos publicarán cartas, pues es más fácil, y los desarrollos básicos son más difíciles de alcanzar; 2. los artículos sobre aplicaciones no son buen negocio porque tienen pocas citas, apenas 10.62 en promedio después de 20 años y 2.55 a los tres, aunque su vigencia sea de más de 20 años. Esta es quizá una razón para la desvinculación de la ciencia y la industria en México; 3. la reflexión que se debe hacer para escribir un artículo de revisión es punto menos que imposible de abordar, pues el impacto que tenga se verá en 6 años, tiempo suficiente para ser expulsado del SNI si uno depende de ese tipo de artículos.
Con esos datos y sabiendo cuáles son los criterios de evaluación del trabajo científico, se puede entender la razón por la cual uno de los diagnósticos sociológicos de la comunidad científica mexicana y de muchos otros países es la articulitis aguda. Sin embargo, lo más importante es lo que se desprende de ese comportamiento reactivo de la comunidad científica, es decir, la política científica no manifiesta del gobierno que puede resumirse en lo siguiente:
1. Exageración del individualismo e inhibición de la colaboración entre grupos e individuos, pues los fondos para becas y estímulos son finitos y escasos, y las posiciones de alto nivel académico constituyen posiciones de poder; 2. desaliento a la investigación científica de trascendencia como los desarrollos básicos y las revisiones, con lo cual se ve afectada la calidad de la docencia y la formación de nuevos cuadros de alto nivel científico y tecnológico; 3. desaliento a la vinculación de la actividad científica con los medios de producción, pues las investigaciones con vías a la aplicación no valen la pena desde el punto de vista personal; 4. el sistema mexicano de ciencia promueve la investigación con valor efímero, en términos absolutos y en términos relativos, y en general enfocado a procesos sociales y económicos de interés para países o regiones como Estados Unidos, Japón y la Unión Europea. Por tanto, también promueve la fuga de cerebros; 5. el sistema promueve la publicación de resultados científicos en un idioma que no es el nuestro, con temáticas y estándares impuestos desde los países mencionados donde, además, la industria editorial científica es muy próspera, entre otras cosas porque en muchos casos cobran por publicar. En contraposición a esto último, en México han desaparecido, por decreto o inanición, la mayoría de las revistas científicas, pues los factores de impacto los establece el ISI.
La evaluación del trabajo científico en México se hace con criterios erróneos, pero uniformes, y los resultados mencionados dan lugar a una política científica inadecuada desde el punto de vista de los intereses de nuestra cultura, nuestras necesidades tecnológicas y nuestra sociedad.
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