Defiende el productor de la empresa Televisa su trabajo ante opiniones críticas

Arturo García Hernández Ť ¿Qué tienen en común La Tesorito (Laura León) y Carlos Monsiváis? ¿O Güicho Domínguez (Carlos Bonavides) y Umberto Eco? Tienen en común a Emilio Larrosa, productor de Televisa que lo mismo ha realizado muchos de los mejores programas de corte cultural de la televisora privada, que telenovelas (El premio mayor, Tú y yo) consideradas por sus críticos como ejemplos extremos de vulgaridad y banalidad.

A Larrosa no le conflictúa la contrastante valoración que se hace de una y otra faceta de su trayectoria como productor. Para él ambas son importantes y cumplen una función necesaria en una sociedad: una difunde el conocimiento y propicia la reflexión, y la otra divierte, entretiene: ``entretener y divertir a la gente es muy importante, es parte fundamental de la cultura'', defiende.

Los muros de la oficina que ocupa el productor en Televisa San Angel ilustran la convicción de sus palabras. Ahí, enmarcados, se alternan un autógrafo de Octavio Paz y una foto de Larrosa junto a Umberto Eco, con una ampliación de las tablas que registran los más altos ratings alcanzados por las telenovelas del productor de Dos mujeres y un camino. También conviven en los muros fotos de Roman Polansky, de James Dean, de Yuri, Chayanne, Laura León y Fellini.

Hace 39 años Emilio Larrosa ingresó a lo que hoy es Televisa. Egresado del Columbia College, de las pocas instituciones que entonces preparaban gente para trabajar en televisión, empezó por donde tenían que empezar todos los que querían hacer carrera en la empresa: ``Jalando cables; no había escalafones, tenía que ser desde abajo, independientemente de la escolaridad que tuviera''.

En su camino hacia la producción transitó por el área de mantenimiento electrónico, fue operador de video y camarógrafo. A principios de los sesenta realizó Laboratorio del arte, un programa conducido por Jorge Saldaña que se transmitía a las cinco de la tarde por Canal 2: ``En ese momento todavía no se transmitían telenovelas a esa hora, y la estructura del canal era diferente''.

Laboratorio del arte fue el antecedente de Anatomías, ``el primer programa en la televisión con un concepto de controversia. El primero fue sobre Fellini, después uno que se llamó Jazz en la Sagrada Familia, que provocó un gran escándalo y titulares a ocho columnas en los periódicos que decían que habíamos profanado una iglesia''. El programa se transmitía a las once de la noche porque entonces ``no había qué meter en ese horario. Era un programa patrocinado por la misma empresa''.

Se enorgullece Larrosa: ``Empezamos a hacer programas controversiales: sobre los Beatles, sobre sexo, sobre pintores. En uno tuvimos en la misma mesa a Siqueiros, José Luis Cuevas y Raquel Tibol. Se insultaron, se dijeron de todo. El programa fue cobrando fuerza con un concepto muy importante desde el punto de vista cultural y, quiéranlo o no, fue innovador de todos los programas de ese tipo que existen en la televisión''.

Con Carlos Monsiváis, Paco Ignacio Taibo I y Jorge Saldaña como conductores, hizo TVmatógrafo, ``un programa irreverente, agresivo, duro. Pasába a las once de la noche en Canal 4. Creo que eso es lo que deben ser los programas culturales. Deben romper con toda la solemnidad para que la gente se interese en ellos. Las cosas interesantes que decían locos como Monsiváis y Taibo no tenían un tono didáctico. Era un programa divertido y fresco, con tendencias de vanguardia''.

Entre sus mayores galardones como productor de televisión cultural, Emilio Larrosa destaca la cobertura de la Olimpiada Cultural en 1968 y la organización, en los setenta, de un magno encuentro de comunicación con la asistencia de ``los más importantes comunicólogos del momento'': Galbraith, Umberto Eco, McLuhan, entre otros. También hizo programas sobre cine teniendo a invitados como Costa Gavras y John Huston.

Otro motivo de orgullo para Larrosa es haber logrado, junto con Héctor Tajonar, que Octavio Paz aceptara hacer una serie de televisión: ``Me tocó estar en las conversaciones con él, convencerlo de que tenía mucho qué decir. El no quería. Fue un logro importantísimo, visual y culturalmente hablando.

--Octavio Paz fue criticado por esa relación con Televisa.

--Lo criticaban porque decían que se había vendido. Lo que pienso es que si alguien se integra a una fórmula donde por fin se le reconoce en lo económico y en lo profesional, no es venderse. El no vendió sus tesis. Me consta que tenía enfrentamientos con el señor Emilio Azcárraga Milmo, le criticaba muchas cosas. Por eso se hicieron tan buenos amigos, porque ninguno de los dos tenía pelos en la lengua. Y el señor Azcárraga jamás le dijo a Octavio Paz lo que tenía que decir y lo que no tenía que decir.

``Se ha sido injusto con Paz, que había sido un intelectual de izquierda y que deja de serlo después de la Guerra Civil Española, cuando se desilusiona de y deja de ser parte de esa izquierda radical. ¡En ese momento Televisa ni existía! No se entonces por qué quieren ponerle a Paz esa etiqueta de vendido. Además los programas que hizo con Televisa no tenían patrocinio. Si hubieran estado patrocinados por un jabón o una marca de coches se podía haber dicho que se utilizaba su imagen y su palabra para vender algo. Pero ni eso''.

Esto constituía la trayectoría de Emilio Larrosa, además de la producción de programas cómicos, musicales y noticiosos, cuando lo llamó Emilio Azcárraga Milmo.

--Quiero que hagas telenovelas --le ordenó Azcárraga.

--Oye, pues estoy haciendo Noche a noche y El mundo en que vivimos y... -- no terminó de responder Larrosa.

--Pues sí, tú que has hecho todo tipo de programas y que conoces la parte cultural tan bien, quiero que hagas telenovelas. Justamente necesitamos telenovelas que tengan otra visión.

--A lo mejor hago una cosa que no gusta --replicó el productor.

--Bueno, solamente los pendejos no intentan las cosas. Nosotros no somos pendejos --atajó Azcárraga. ``Ahí empecé mi carrera como productor de telenovelas, que afortunadamente ha sido de cierto éxito''.

--¿No le causó conflicto el cambio?

--Sí, porque se trata de un género tan vilipendiado, pero que es el que más interesa en el mundo como fórmula de comunicación. Esta visto mundialmente que es lo que a la gente le gusta.

--¿Cuál fue su primer reto al hacer una telenovela?

--Fue que si manejamos cosas y temas que la gente ha visto durante 50 años y no lo hacemos de manera interesante, pues la gente se aburre y no lo ve. Fundamentalmente las cosas son las mismas, no cambian, lo interesante es cómo plantearlas.

``Yo tengo muy pocas cualidades, y de esas pocas una es el sentido de observación. Eso me permite ver cómo es la gente y saber qué es lo que le gusta y qué es lo que no le gusta. Los personajes populares (Güicho Domínguez en El premio mayor; El Tacubayo en Salud, dinero y amor) que he puesto en las telenovelas, que han sido muy criticados, pues desgraciada o afortunadamente existen''.

--¿Por qué el impacto de un personaje como Güicho Domínguez?

--Porque a pesar de ser un tipo que vendía cosas en la calle y después es un gran millonario, pero sigue siendo como somos los mexicanos: pícaros, mentirosas, que nos gustan las mujeres a como de lugar, que nos gusta prometer cosas que luego no cumplimos. Pero finalmente es un tipo bueno, tiene valores.

--¿Retrato o caricatura?

--Es una visión mordaz y caricaturesca de ciertos tipos. Yo he visto tipos que traen esclavas y cadenas más gordas que las que trae Güicho. Son personajes que existen en nuestra sociedad.

--Usted ha dicho que le da gusto que digan que sus telenovelas son vulgares.

--Absolutamente. A mí de da gusto que la gente que se sube al Metro, la gente que anda en microbús, la que tiene problemas para juntar dinero para el gasto, sea la que disfruta con lo que hago. Si me califican como un productor vulgar me considero profundamente agraciado. Yo no trabajo para gente que se va los domingos al country club a montar a caballo. No me interesa.

--Aceptarlo así es aceptar que lo popular es necesariamente vulgar.

--Es un problema de semántica. Lo vulgar es todo. Lo vulgar es que diariamente tenemos que bañarnos, tenemos que defecar, tenemos que comer, tenemos que lavarnos los dientes. Es parte de la vulgaridad de la vida. Y de ninguna manera es peyorativo decir que todo lo que le gusta a la gente, a la masa, es vulgar. Igual la vida de un rico es de una vulgaridad terrible. El presidente tiene que lavarse los dientes y tiene que ir al baño y tiene que peinarse. Son actos vulgares y no por eso se convierte en un ser vulgar.

La semana pasada Emilio Larrosa estrenó su telenovela más reciente, Soñadoras, que aborda una problemática social: las repercusiones de la drogadicción y el narcotráfico en los jóvenes, la familia y la sociedad, con historia de amor de por medio.