El entonces titular de Gobernación y otros funcionarios deben hablar
María Esther Ibarra Ť Sin abandonar su sonrisa natural, Rosa Luz Alegría dice con cierto tono irónico: ``Por más que le quieran hacer, si hubo algún delito que perseguir, después de treinta años prescribió en el ámbito jurídico''.
Así responde a la pregunta de si debe ser juzgado su ex suegro, Luis Echeverría Alvarez, a quien se le imputa ser uno de los responsables de la matanza del 2 de octubre, en la Plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco, en su carácter de secretario de Gobernación durante el movimiento estudiantil de 1968.
En seguida se pregunta y se responde:
``¿Quién, cómo y por qué? No, nos debemos juzgar todos por cómo actuamos, qué hicimos, cómo lo hicimos, por qué lo hicimos. Sí, se debe investigar la responsabilidad de cada quien y que cada quien asuma sus consecuencias''.
Mujer envuelta en la polémica desde el 68, asegura haber vivido intensamente el movimiento como integrante del Consejo Nacional de Huelga (CNH). Sin embargo, como ella misma refiere, no le tocó el llamado octubre negro, pues a finales de agosto se fue a Francia a estudiar una maestría en el Instituto Francés del Petróleo. Algunos sesentaiocheros la recuerdan más bien por su belleza y su noviazgo con el aún controvertido Marcelino Perelló, uno de los principales líderes a quien entonces la sombra de la duda lo cobijó por no haber pisado la cárcel.
Al empezar el movimiento, estaba por terminar la licenciatura en física en la Facultad de Ciencias de la UNAM. ``Era y sigo siendo muy idealista. El sistema social en que vivíamos me movió a participar, en particular quería modificar el deterioro de la educación, por ser la base del desarrollo de los pueblos. Esto no formaba parte del pliego petitorio, pero lo discutíamos en esas interminables reuniones''.
Licenciada en física teórica, doctora en ciencias, divorciada de un hijo de Echeverría, alguna vez vinculada sentimentalmente con el ex presidente José López Portillo, en cuyo sexenio se convirtió en la primera mujer en ocupar una secretaría de Estado en México (en 1980 fue nombrada titular de Turismo), Rosa Luz Alegría vacila entre abogar por Echeverría o dejar que la historia lo juzgue.
-¿Pero se le puede hacer un juicio moral o histórico? -se le insiste.
-Eso seguirá siendo válido siempre.
-¿Cargará siempre con eso Echeverría?
-El dice que tiene la conciencia tranquila.
-¿Tú qué crees?
-Me reservo mi opinión.
-¿Por qué?
-Como funcionario público uno tiene que manifestarse sobre cualquier pregunta que le hagan, pero como persona privada no. Y mi vida privada es privada. Y el caso del ex presidente Echeverría cae dentro del ámbito de mi vida privada. Por eso no opino.
Asegura que con Echeverría nunca habló del 68 porque estaban muy recientes los acontecimientos. ``Además -dice- lo conocí hasta que me casé con su hijo. Ese mismo día, me fui un año (del país), y cuando regresé, el señor creo que era candidato a la Presidencia. Por otra parte, el licenciado Echeverría no mezcla las cuestiones de trabajo. Tiene perfectamente definido el ámbito familiar, el profesional y el político. Para él, lo más importante en el universo es la política. Ha sido y será hasta sus últimos días un político en activo.
-¿No sería saludable para el país que Echeverría aclarara ese enigma de la represión?
-Para mí no es ningún enigma. En 68 el poder empezó a no poder, y eso motivó la represión: se le fue el asunto de las manos y no lo quedó de otra, y tampoco supo manejarlo de otra manera. ¿Quién dio la orden? ¿O quién disparó? Es circunstancial; el asunto es que el sistema tronó, falló, y esto es lo que marcó el 68. No es un enigma, es perfectamente lógico y claro. El problema es que hubo represión por parte del gobierno y en un principio se provocó a los estudiantes.
-¿Cuál era el interés del gobierno por provocar a los estudiantes?
-Te vuelvo a repetir: lo del ex presidente Echeverría cae dentro de mi vida privada.
-¿Pero de qué manera provocó el gobierno a los estudiantes?
-Convergieron muchos factores y lo que desata la represión es un poco autoprovocado, al dar permiso para manifestaciones al mismo tiempo. La provocación, si no es que varias provocaciones, estuvo perfecta y fríamente calculada para sacar ventajas y manipular la situación. Había muchos intereses conjugados en aquel momento, era año definitorio para la sucesión presidencial y México era el escaparate mundial de los Juegos Olímpicos. La manipulación no sólo fue de parte del gobierno, también grupos políticos desde la clandestinidad aprovecharon la coyuntura de las Olimpiadas. Los estudiantes estábamos en un momento crítico y bastó una pequeña provocación, confusión y mezcla de intereses para que el asunto se le fuera de las manos al gobierno, hasta que llegó al máximo con la represión del 2 de octubre.
-¿Intervención extranjera?
-Siempre ha habido intereses extranjeros por tratar de manipular las cosas en el país y los seguirá habiendo, desafortunadamente.
Su rostro moreno, ceñido en la frente con su ya famosa diadema, resalta con el verde tono del coordinado -todo verde- de su vestuario. En la entrevista, en un café del sur de la ciudad de México, no concede importancia a las críticas personales ni a las que se le hicieron a Perelló. Y sí, concluye, que fue ``priísta funcional'' al ingresar al servicio público.
-Actualmente, ¿a qué te dedicas?
-A mis cosas.
-¿Y con López Portillo, hablaste el tema del 68?
-Sí, platicamos mucho sobre el movimiento juvenil de los 60 y particularmente del 68, y coincidíamos en que fueron años de gran inquietud mundial. No, nunca abordamos lo de la represión, porque el presidente López Portillo no presenció la movilización del 2 de octubre y yo no tenía argumentos porque no me tocó lo de Tlatelolco. Desde Palacio Nacional, el licenciado López Portillo vio las manifestaciones en el Zócalo capitalino. Esto sí lo platicamos, y él estaba del lado de la juventud, del 68 y de los estudiantes.
La ex secretaria de Turismo cierra el tema: ``Hay una serie de elementos que no se conocen, pero a treinta años de distancia abrir o cerrar los archivos no es trascendental. Es absurdo pensar que va a haber documentos en los cuales se ordene disparar contra los estudiantes y estén firmados por alguien o se incrimine a una persona a un grupo. Más bien habría que ver las cosas desde un punto de vista histórico''.
Finalmente -coincide-, ``tiene razón Marcelino al decir que es aberrante reducir los 60 al 68, y éste al 2 de octubre. Fue un movimiento importante a escala internacional, de toma de conciencia de la juventud, de asumir su papel, de querer ser protagonistas de la historia y no simplemente ejecutores de políticas que marcaban los mayores. Esto se gestó durante los 60, culminó en el 68 pero no en el dos de octubre, sino en las grandes manifestaciones como la del silencio, con el rector Javier Barros Sierra''.
De manera natural surge el tema de Marcelino Perelló, cuando menciona estar un poco alejada de los actuales actos conmemorativos pero cercana al grupo La Nave Va.
Dice: ``Pudo estar equivocado, no lo dudo, pero ni entonces ni ahora, y en ningún momento, fue un traidor del movimiento y tampoco hizo un doble juego. Al contrario, es de los líderes más limpios del 68, por sus ideales y por su manera de ser. Incluso creo que se quedó un poco anclado en ese tiempo, en esa efervescencia de los 70, y todavía sigue con esos impulsos y luchando por lo que él cree que es su verdad''.
Por lo que a ella respecta, afirma tener la conciencia tranquila: ``Ni vendí, compré o traicioné absolutamente a nadie. No participé en las negociaciones del CNH, y ni siquiera con las autoridades de la UNAM. Sigo defendiendo los principios por los que luché en el 68: el problema educativo de México y del mundo, porque ahí está la clave de todas nuestras angustias y crisis. Por eso justamente ingresé a trabajar en la SEP -en el sexenio de Echeverría-, donde se hizo una reforma muy importante en todos los niveles, desde la educación primaria hasta el posgrado''.
Incluso señala que antes de ingresar al gobierno, no militaba en el PRI. ``Estuve más cercana al Partido Comunista, pero nunca acepté la invitación a afiliarme, porque en el fondo soy individualista. Colaboré en algunas cosas y a veces llevaba a Marcelino a las reuniones. Cuando entré al sector público fui priísta funcional, porque era el partido único y oficial, pero tampoco me afilié ni tuve credencial''.
-Frente a la lucha del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, ¿cuál es la vigencia del 68?
-El 68 ya terminó y sería absurdo estarnos acordarnos del pliego petitorio o de los viejos tiempos. Culminó una etapa que cambió nuestra cosmovisión, y por eso es importante recordarlo. Sin embargo, el primero de enero del 94 se inició otra etapa, y en este momento el zapatismo es el movimiento que tenemos que vivir, atender, participar, pronunciarse respecto a este problema tan importante y determinante para definir hacia dónde queremos ir. Guardada toda proporción, ambas fechas son igual de importantes, y parteaguas en la vida del país; pero no se trata de decir si una es mejor que la otra.
En el abanico de visiones de lo que significó el movimiento estudiantil, reconoce que hay muchos mitos, protagonismos o gente que se quedó en el 68, como también los que se sitúan en los extremos de decir que todo sigue igual o peor, y quienes dicen que fue fundamental, estratégico. ``Ni fue totalmente intranscendente ni fue lo más trascendental, pero es importante recordar el 68, porque a partir de ese año empieza el México moderno, la época actual''.