BALANCE INTERNACIONAL Ť Gerardo Fujii
La liberalización financiera y la economía nacional

Todo cambio estructural va acompañado de costos, los que deben ser comparados con los eventuales beneficios que pueden derivarse de estos procesos. Esto también se aplica a la liberalización comercial y financiera que han experimentado muchas economías durante los últimos años, entre las cuales se encuentra la mexicana

La ciencia económica sostiene que la liberalización comercial beneficia directamente a los consumidores, pues la oferta de productos aumenta en diversidad y calidad, a la vez que los precios se reducen. Pero este proceso va acompañado de costos, los que son muy sensibles en economías que durante largo tiempo han protegido a sus sistemas productivos. Si la liberalización comercial es muy acelerada, una parte de la industria nacional tendrá que desaparecer inevitablemente, al no estar en condiciones de competir con las importaciones. En este caso, los costos del ajuste al nuevo contexto comercial pueden ser muy elevados en términos de empleo. Por ello, es preferible un proceso gradual de liberalización comercial con el fin de que las actividades protegidas dispongan de un plazo para adaptarse a la nueva situación de competencia que enfrentarán.

Los acontecimientos de las últimas semanas han puesto en evidencia los costos en que la economía mexicana ha incurrido como resultado de la liberalización financiera. Para evitar la salida masiva de capitales con la consiguiente devaluación de la moneda, la tasa de interés tuvo que ser elevada drásticamente, lo que deprime los niveles de actividad económica y el crecimiento por su efecto sobre la inversión y el consumo.

¿Cuáles pueden ser las razones que justifican la defensa del movimiento irrestricto de capitales, no obstante los riesgos en que incurre la economía?

Las autoridades económicas del país defienden la liberalización financiera por la prioridad que le conceden a la atracción de capitales extranjeros. Los criterios con los cuales los inversionistas extranjeros toman la decisión de invertir en un determinado país son la rentabilidad y la seguridad que ofrece. Bajo el término seguridad se incluyen diversos factores, que van desde considerar el riesgo de expropiaciones hasta la posibilidad de retirar las ganancias y el capital y la devaluación de la moneda del país en que se invierte. La inversión extranjera puede ser de dos tipos: la directa, que amplía la capacidad productiva, y la de cartera, que se invierte en valores. Estos dos tipos de capital no toman las decisiones de inversión con exactamente los mismos criterios. Mientras la inversión directa está interesada en la rentabilidad de largo plazo, la especulativa está buscando ganancias en el corto, derivada, en primer lugar, de la fluctuación de los precios de los valores. Por ello este capital se beneficia de los cambios en las cotizaciones de los valores y de que ciertas economías, al ser de riesgo más elevado, estén obligadas a ofrecer tasas de interés superiores a las que existen en países con mayor estabilidad. Sin embargo, como lo manifiestan las declaraciones insistentes de Soros, uno de los mayores especuladores del mundo, las fluctuaciones son vistas como fuentes de ganancias rápidas si se mantienen dentro de ciertos márgenes.

La fuente de la inestabilidad derivada de la liberalización financiera está en la inversión especulativa. Entonces, la pregunta anterior debe ser precisada en los siguientes términos: ¿por qué las autoridades de Hacienda y del banco central del país se han pronunciado en contra de la introducción de restricciones a esos flujos de capital, no obstante los riesgos que conllevan? El elemento central lo constituye la necesidad de contar con divisas ante la incapacidad del sector exportador de proveer a la economía de todas las que requiere para poder funcionar y crecer. Entonces, la menor dependencia del país de los flujos de capital especulativo pasa necesariamente por una mayor capacidad de generación neta de divisas. En otros términos, es insuficiente que el país haya incrementado muy significativamente sus exportaciones, dado que, simultáneamente, sus importaciones han crecido aún más rápido. Mientras, autoridades económicas del país han decidido correr el riesgo de no restringir el flujo de capitales. El peligro es que esta fuente de inestabilidad se transforme en permanente ante la incapacidad sistemática de la economía de mantener su sector externo relativamente equilibrado.