En Tlatelolco, 200 muertos: informes confidenciales en EU
Jesús Aranda Ť La matanza del 2 de octubre arrojó un saldo aproximado de 200 muertos y más de mil heridos, reportaron a su gobierno los servicios de inteligencia de Estados Unidos, los cuales precisaron en su momento que era materialmente imposible determinar ``quién disparó primero'' esa tarde en Tlatelolco: si los miembros de un ``grupo extremista'' de estudiantes de ultraizquierda o los soldados, dirigidos por el general Crisósforo Mazón Pineda, comandante del 44 batallón de infantería, quien estaba apoyado por tropas del Estado Mayor Presidencial y Fusileros Paracaidistas.
Revela lo anterior un conjunto de 30 documentos confidenciales del gobierno estadunidense -una de cuyas copias tiene La Jornada- y que estarán desclasificados a partir de mañana lunes. Uno de ellos señala que el argumento del régimen de Gustavo Díaz Ordaz en relación con la injerencia externa en el movimiento estudiantil de 1968 fue para ``distraer la atención'' acerca de los profundos problemas locales que había en México, señala un documento confidencial del Departamento de Estado norteamericano dirigido a la Casa Blanca el 14 de octubre de 1968.
Obtenidos por la organización no gubernamental estadunidense Archivo de Seguridad Nacional, uno de los documentos señala que después de que el general José Hernández Toledo fue herido, ``hubo algunos disparos indiscriminados de los soldados contra los edificios que rodean la Plaza de las Tres Culturas.
Aun y cuando la información recientemente desclasificada de los archivos estadunidenses considera que el gobierno de Gustavo Díaz Ordaz decidió actuar a 10 días de la inauguración de los Juegos Olímpicos para controlar el creciente movimiento estudiantil ``con un mínimo de violencia'', militares consultados por agentes de ese país dan cuenta que, como una forma de prever cualquier estallido de violencia en el ámbito nacional, se ordenó a los comandantes de todas las zonas y regiones militares del país reprimir por la fuerza cualquier posible disturbio de los estudiantes.
Además, las tropas del Ejército que participaron, las cuales habían sido ``ciudadosamente seleccionadas y entrenadas'', consistían en mil 500 elementos pertenecientes al Batallón Olimpia -el mismo que llevaba un guante blanco el 2 de octubre-, mismos que provenían de diferentes unidades de las fuerzas armadas y que eran comandadas por el general Alvaro García Taboada, inspector general del Ejército.
Otro grupo de mil 500 elementos también fue entrenado para permaneciera en estado de alerta durante todo el período de ``crisis'' y en el tiempo que se desarrollaran los Juegos Olímpicos.
Daño a la imagen de México
Por otra parte, en un reporte confidencial dirigido al Departamento de Estado, fechado el 15 de noviembre de 1968, se señala, entre otras cosas, que ``el incidente de octubre'' dañó considerablemente la reputación de México, que era considerado como el país más estable y progresista de América Latina, y puso en entredicho la conveniencia de ser sede de los Juegos Olímpicos.
``Tratando de justificar estas acciones y su falta de habilidad para resolver la situación, el gobierno mexicano creó el espectro de que los elementos extranjeros y los comunistas del país eran los responsables del activismo estudiantil. La administración (de Díaz Ordaz) pareció no entender que los extremistas, aun con la ayuda de elementos extranjeros, difícilmente podían haber mantenido la agitación por un periodo de tiempo tan largo, si la insatisfacción estudiantil no fuera tan enorme y profunda''.
El documento añade que a pesar de la enorme carga de deshonestidad que caracteriza al PRI, los estudiantes podrían haber sido convenidos que ese partido era aún, o podría ser de nuevo, una fuerza vital para para el cambio político y social, así como para el crecimiento económico.
Por otra parte, la desconfianza en la capacidad del régimen para garantizar la estabilidad del país, quedó de manifiesto cuando, días antes de las Olimpiadas, los servicios de inteligencia estadunidenses advirtieron al presidente Richard Nixon que era mejor cancelar su programada de visita a México en el marco de los Juegos Olímpicos, debido a que no había las condiciones necesarias para garantizar su seguridad.
Apenas en marzo de ese año, los servicios de inteligencia del vecino país habían avalado la visita que haría a México semanas después el vicepresidente Hubert Humprey.
Por otra parte, en relación con las imputaciones que hizo en todo momento el gobierno de Gustavo Díaz Ordaz en el sentido de que el movimiento estudiantil era producto de una conspiración ``ruso-cubana'' para desestabilizar el país, los diferentes reportes del Departamento de Inteligencia de la Defensa y de los agentes secretos estadunidenses, reconocen que no están en posibilidad de comprobar tal ``conexión''.
Destacan tan sólo la llegada de algunos individuos de la Unión Soviética y de Cuba, así como la activa participación de integrantes del Partido Comunista Mexicano y de las Juventudes Comunistas en el movimiento estudiantil de 1968, pero no se refieren a la entrega de dinero o incluso armas a los estudiantes.
En relación con la ``intervención extranjera'', un documento de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) del 24 de agosto de 1968 dice que el Ejército Mexicano estaba alerta ``ante la posible infiltración de armas destinadas a los estudiantes, quienes las utilizarían el 15 o 16 de septiembre.
Se añade que la Marina de México fue puesta en alerta, por lo que destinó cinco embarcaciones de guerra para que patrullaran la costa de Yucatán a partir del 21 de agosto y hasta finales de septiembre. Además de que tropas del Ejército desplegadas a lo largo de la costa estaban alertas ante la posible infiltración de armas.
Este, al igual de muchos de los rumores que se sucedieron en 1968, terminó por no ser confirmado, y la única referencia que se hizo concreta en los documentos ``confidenciales'' indica que cuando estaba convaleciente en el Hospital Militar el general Hernández Toledo mencionó que el Ejército había capturado a 18 extranjeros, pero reconoció que desconocía su nacionalidad , ``aunque él había escuchado que algunos de ellos eran cubanos''. Comentó el militar que los detenidos estaban bajo resguardo en el Campo Militar Número Uno.
En otros documentos se habla de la expulsión de ciudadanos norteamericanos integrantes de las llamadas Panteras Negras y de exiliados cubanos, quienes habrían buscado aprovecharse de la oportunidad que brindaría la celebración de los Juegos Olímpicos para su interés personal.
Por otra parte, el documento establece que la Secretaría de la Defensa Nacional informó que sólo dos soldados habían resultado muertos, aunque todavía para esa fecha -el reporte de inteligencia es del 10 de octubre de ese año- no se habían cuantificado las bajas.
Después del 2 de octubre, fueron detenidas 128 personas, acusadas de los cargos de incitación a la rebelión, sedición, daño en propiedad ajena, homicidio, resistencia a la autoridad, robo, asociación delictuosa y uso ilegal de armas.
Asimismo, el Ejército había centrado su atención en responder tres cuestionamientos: ¿cuántos soldados fueron muertos o heridos el 2 de octubre? ¿Qué tipo de armamento fue el que se usó en su contra? ¿Cuál fue el número y nacionalidad de los extranjeros involucrados?
Estas preguntas no tienen respuesta en los documentos confidenciales, de los cuales el último está fechado hasta el 24 de marzo de 1969.
¿Había una Brigada Olimpia?
En el detallado seguimiento del movimiento estudiantil desde el 28 de marzo de 1968, se da cuenta de que el Ejército entra en acción en agosto -a petición del regente capitalino, general Alfonso Corona del Rosal-, debido a que la policía había sido incapaz de contener las crecientes manifestaciones estudiantiles. Incluso, se afirma que Díaz Ordaz decidió poner fin a la situación después de que fue izada la bandera rojinegra en el Zócalo capitalino a finales de agosto.
Por otro lado, a pesar de que la información de los agentes estadunidenses dan cuenta de que el Batallón Olimpia contaba con un mil 500 soldados, en un reporte fechado el 5 de octubre se indica que la CIA creía que el armamento usado por los estudiantes en Tlatelolco ``pudo haberse obtenido localmente'', pero que no había duda que ``los comunistas mexicanos, trotskistas y castristas (supuestamente vinculados con Fidel Castro) capitalizaron el desorden y tomaron parte activa en los hechos''.
Cabe señalar que en una serie de documentos previos al 2 de octubre se hace referencia a una posible división en el movimiento estudiantil entre ``moderados'' y ``radicales''. Los primeros esta- rían a favor de una tregua de los estudiantes durante la celebración de las Olimpiadas, en tanto que los segundos, estarían a favor de acciones, incluso violentas, para desestabilizar al régimen de Díaz Ordaz.
Precisamente, este grupo que se identifica en una etapa como trotskista fue denominado como ``Brigada Olimpia'', la cual era muy pequeña y contaría con células de tres o cinco estdudiantes. Los agentes estadunidenses presumen que este grupo tenía intenciones de dinamitar instalaciones eléctricas y de transmisión de electricidad, además de que planeaba sabotear los Juegos Olímpicos. Asimismo, los señalan como lo que habrían disparado desde el edificio Chihuahua el 2 de octubre antes de que se generalizara la balacera. Tal y como se señala líneas arriba, en los documentos queda establecido que es imposible determinar quién hizo el primer disparo.