Bárbara Jacobs
Lo esencial del asunto

Cuenta Sancho que el pescador pasó una cabra, volvió, y pasó otra, ``y tardaba mucho tiempo en ir y volver. Con todo esto, volvió por otra cabra, y otra, y otra...'' ¡Basta! ``Haz cuenta que pasó las trescientas -dijo Don Quijote-; no andes yendo y viniendo desa manera, que no acabarás de pasarlas en un año.'' Pero a Sancho le interesaba alargar el cuento, y ese cuento tradicional existía precisamente para hacer tiempo y ser interminable aunque desesperara al oyente o al lector. Don Quijote aprovecha esto para burlarse y elogia la originalidad del cuento de Sancho, que había empezado a contarlo como según él se contaban los cuentos en su tierra.

``Digo, pues, que en un lugar de Estremadura había un pastor cabrerizo, quiero decir que guardaba cabras, el pastor o cabrerizo, como digo, de mi cuento, se llamaba Lope Ruiz, y este Lope Ruiz andaba enamorado de una pastora que se llamaba Torralba, la cual pastora llamada Torralba era hija de un ganadero rico, y este ganadero rico...'' ¡Basta! ``Si desa manera cuentas tu cuento, Sancho, repitiendo dos veces lo que vas diciendo, no acabarás en dos días; dilo seguidamente, y cuéntalo como hombre de entendimiento, y si no, no digas nada''. Pero hay lectores que sólo leerían el cuento contado de la manera en la que lo cuenta Sancho, a quien el miedo que siente esa noche a campo abierto le ha ``turbado el entendimiento'', y para quien contar el cuento interminable es uno de los recursos de que echa mano con el fin de que Don Qujote no lo deje solo en la oscuridad. ¡Harás que te deje más pronto!

¿Qué hace realmente que un lector siga un relato hasta el final? ¡La motivación, el estilo, el argumento? ``¡Tan de esencia en la historia es saber las cabras que han pasado, por estenso, que si se yerra una del número no puedes seguir adelante con la historia?''.

Cuando Sainte-Beuve divide en dos el estilo, y coloca el de Balzac en el lado del ``sobrio y trabajado'', y el de Madame de Sevigné en el del ``suelto y abundante'', y a ambos, con igual derecho, en la primera fila de los escritores de la lengua francesa, de cupo al estilo de todo el mundo. ¿De todo el mundo? O hay que matizar: qué lleva a qué lector a leer qué lectura hasta el final. Qué lleva a qué autor a retener con qué estilo o con qué argumento a qué lector, que no lo deje solo en la oscuridad.

``Eres inagotable en tus cuentos; hace muchas noches que me distraes con ellos agradablemente'', dice el rey Shahriar a su esposa Schehrazada. ¿Qué retiene al lector de Las mil y una noches hasta el final? ¿El final, los finales? Medio siglo antes de que América fuera descubierta, una colección de cuentos persas, indios y árabes cobraron forma, en árabe, en el Cairo, anónimamente. ¿Qué los unificó y qué pone en marcha el interés de leerlos todos, o una selección u otra, con este final o cualquier otro? Al rey Shahriar lo maravillaron tanto que llamó a los mejores escribanos musulmanes y a los más famosos cronistas para que los escribieran, ``sin omitir detalle'', en letras de oro.

Cada uno de los dos hermanos es rey en un país diferente. El mayor invita al menor a visitarlo. Emprendido el viaje, el menor advierte que olvidó el regalo para su hermano. Regresa por él. Sorprende a su mujer en brazos de otro. Los mata. Reemprende el viaje. De bienvenida, aunque lo ve desmejorado, el hermano mayor lo invita de cacería. El menor está tan consternado por su pena que, sin revelarla, declina la invitación. El mayor parte sin él. El menor sorprende a la mujer de su hermano en brazos de otro. Al saber ahora que hay otro más infeliz que él, el menor se recupera. El mayor advierte su mejoría y le pide que le revele la causa. A regañadientes, el menor lo hace. Para que el mayor vea con sus propios ojos lo que vio el menor, fingen que salen de cacería.

Cuando el mayor ve a su mujer en brazos de otro, los decapita. El mayor conmina al menor a ir en busca de un hombre más infeliz que ambos, con la condición de que, de no encontrarlo, deberán acabar con sus propias vidas. Como lo encuentran, vuelven a sus quehaceres cotidianos. En repudio, cada noche el mayor posee a una virgen de su reino, a la que mata al amanecer. Al estar por acabarse las vírgenes, aparece una con la determinación de impedir que él la mate. Echa mano del recurso de contarle un cuento interminable, capaz de retener la atención de él una noche entera, y de despertar el interés de él para que quiera oír la continuación la siguiente noche y, de esta manera, no pueda matarla.

Aun escueto, este argumento prueba lo necesario que puede ser contar un cuento, y contarlo bien. Necesario. El argumento se lleva algunas líneas, pero es fundamental. Da pie a mil y un cuentos dentro del cuento. Si los cuentos subsidiarios pueden ser variables, el argumento es inalterable; si algunas veces, o por algún motivo, los cuentos internos o el final pueden ser descartados o modificados aquél es imprescindible.

``Oh, Schehrazada, me has instruido, docta y discreta mujer. Haberte escuchado estas mil y una noches ha transformado mi ánimo, sumergiéndome en la dicha de vivir''. Por su parte, a pesar de todo, Don Quijote lamenta el no final del cuento de Sancho. ``¿De modo que la historia es acabada?'' ``Tan acabada como mi madre'', contesta Sancho.