ASTILLERO Ť Julio Hernández López
El escándalo de la Cruz Roja Mexicana no es sino una parte del gran negocio en que algunos vivales han convertido el ejercicio del altruismo, la filantropía y la caridad.
Parte estructural del sistema, las instituciones de ayuda al prójimo, de asistencia social (pública o privada) o de beneficencia pública, han sido penetradas por el cáncer de la corrupción, y muchos de sus directivos y operadores son ejemplo del tráfico de influencias, de conflicto de intereses, de caciquismo, de nepotismo y de simple y llana corrupción.
La danza de los millones
En 1997, por ejemplo, esta columna documentó ampliamente los casos del Nacional Monte de Piedad (NMP) y de la Junta de Asistencia Privada (JAP), en los cuales el presidente de esta institución, Víctor García Lizama, sus familiares y allegados, han dado increíble muestra de los vicios y defectos mencionados en el anterior párrafo.
Con datos, cifras y hechos concretos (que jamás fueron desmentidos, sino simplemente enfrentados con palabrería adjetivada, pero insustancial) se demostró una parte de la danza de los millones que hace ricos a unos cuantos con el dinero presuntamente destinado a los pobres.
Las pruebas se dieron a conocer en Astillero semanas antes de que estallara la muy prolongada huelga del Nacional Monte de Piedad, que es la principal institución de asistencia privada que controla García Lizama.
Dicha huelga fue un sordo forcejeo entre la estructura del yucateco, ex director del Registro Federal de Automóviles, y la directiva sindical encabezada por Eugenio Joel González. En el fondo, la batalla era por la preservación de privilegios: los muy onerosos de la camarilla de García Lizama, apropiada del manejo de los cuantiosos fondos de la asistencia privada, y los menores, pero igualmente injustos, del sindicalismo clientelar y corrupto.
Con dos décadas al frente del sindicato del NMP, el líder González se acercó al cardenismo antes de las elecciones para Jefe de gobierno de la capital del país. Su canal de comunicación era Jesús González Schmall, quien asesoraba en materia jurídica al sindicato y que, colocado como oficial mayor de la nueva administración capitalina, parecía llamado a tener un alto grado de influencia política.
Con tal aliado, los líderes sindicales creyeron tener a la mano la posibilidad de derrocar a García Lizama y a sus personneros del NMP. Pero los arreglos jurídicos que el propio presidente de la JAP había promovido con toda antelación para impedir su remoción por razones políticas, los tropiezos y la renuncia de González Schmall a la Oficialía Mayor, y los intereses y las influencias clericales que se mueven en el ámbito de la asistencia privada, se conjugaron para que García Lizama siguiese, como sigue, en el cargo desde el que controla el dinero y las políticas de la mayoría de las instituciones privadas de ayuda a los pobres y los desvalidos.
Oportunas luces rojas en la Cruz roja
En el caso de la Cruz Roja también se dieron en esta misma columna datos precisos que generaban fuertes sospechas respecto al manejo de los fondos recibidos para ayudar a los damnificados del huracán Paulina.
Dineros no aplicados de manera convincente o clara, techos para casas falsamente entregados, reportes mentirosos de ayudas, eran el significativo expediente disponible, muestra apenas del enmarañado universo en el que unos cuantos po- dían recibir dineros y recursos, y luego simplemente decir que se habían gastado de una u otra manera.
Este columnista conoció, a mediados del año, reportes confidenciales dirigidos a la directiva de la Cruz Roja Internacional (CRI) en Ginebra, Suiza, en los cuales se mencionaba la ``grave preocupación'' de representantes de esa institución en México por el manejo parcializado y progubernamental de la instancia mexicana en el caso de Chiapas y por los indicios de malos manejos en la aplicación de fondos internacionales enviados para atender damnificados del huracán Paulina y refugiados y pobladores chiapanecos.
Con el compromiso cumplido de no difundir tales escritos, por ser de estricta índole privada, los confidentes de Astillero también aseguraron, sin aportar prueba documental de sus aseveraciones, que había un alto volumen de recursos que no llegarían a México porque los países que deseaban donarlos no tenían la convicción de que todo lo recibido se aplicaría con honestidad. Sentado en un restaurante de Plaza Polanco, uno de los extranjeros se dolió del terrible daño que la corrupción mexicana hacía a los más necesitados.
José Barroso Chávez, presidente de la Cruz Roja Mexicana, se batía mientras tanto con un enemigo distractor: el condón y su grado de confiabilidad para reducir contagios sexuales como el sida. Mientras tanto, crecían las evidencias de malos manejos económicos y se reducía el monto de las aportaciones de los ciudadanos comunes y corrientes durante la colecta nacional anual.
Vasos comunicantes
De hecho, la suerte de Barroso Chávez se definió en días pasados, cuando el presidente Zedillo acusó a la CRM (sin mencionarla, pero apuntando con el índice su rojo emblema para precisar que a esa institución se dirigían sus reclamos) de recibir o hacer como que recibía recursos para los damnificados de Chiapas que no hacían llegar a sus destinatarios.
Con una sincronía que no puede entenderse como mera coincidencia, y que polítiza lo que hoy sucede, creando la sensación de que se trata de una mera maniobra de oportunidad y no de una genuina preocupación ética, varios directivos y personajes de la CRM renunciaron a sus cargos en protesta por la conducta de Barroso Chávez, el condenado a muerte política por el índice presidencial días antes.
Entre los alegatos esgrimidos contra el árbol caído por el hacha de Los Pinos, está una maniobra contable realizada entre la CRM y la Fundación de Apoyo Social. Ambas instituciones son presididas por el mismo Barroso Chávez. El siempre oportuno Víctor García Lizama se ha apresurado en allegarle leños a la hoguera aportando datos para que la opinión pública entienda que la campaña contra el presidente de la Cruz Roja obedece a preocupaciones reales y antiguas y no a indicaciones superiores. Aparte de tener un buen ejemplo, aislado y en desgracia, al cual sacrificar en público para aparentar honestidad generalizada, don Víctor gana bonos presidenciales por si continuasen en el Departamento del Distrito Federal los deseos de quitarlo del cargo que actualmente ejerce.
Pero el universo de las instituciones de asistencia privada está repleto de cruzamientos contables y administrativos en los que los personajes involucrados pueden ser culpables si el dedo superior así lo indica o inocentes mientras las complicidades se mantengan. Además, es frecuente que las mismas personas, miembros de la élite dorada de la asistencia privada, participen en uno y otro patronato, en una y otra directiva.
Los indicios disponibles son suficientes para presumir que en la conducta de Barroso Chávez hay elementos que deben ser investigados a fondo por las instancias judiciales. En esta columna se han censurado sus declaraciones y su manejo económico.
Pero no es el único. Esta es una buena oportunidad para indagar a fondo en ese mundo de ríos de dinero manejados de manera discrecional, con discursos altruistas y apariencias benefactoras. Tras las caretas de los buenos sentimientos y de las motivaciones cristianas se manejan arcas abiertas en las que hasta los más justos pecan.
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