¿Revertir la aprobación del confinamiento o exigir estudios rigurosos?

Sierra Blanca, un caso geopolítico

José Ortega Ramírez

A nivel mundial, por intereses económicos y políticos inmediatos, las decisiones no siempre han sido las más adecuadas para resolver los problemas que nos aquejan. Esta tendencia ha sido más marcada en el aspecto ambiental, donde la inconciencia pasada nos tiene hoy frente a problemas cruciales: por ejemplo, el efecto invernadero con sus consecuencias climáticas o el deterioro de la capa de ozono.

Un ejemplo más reciente es la aprobación del Senado de Estados Unidos para que se instale un confinamiento de basura radiactiva en la localidad de Sierra Blanca, Texas, en el poblado de Hudspeth, a 26 kilómetros de la frontera mexicana, no obstante que ya existe en ese lugar uno de los más grandes proyectos a nivel internacional de tratamiento de lodos de drenaje (cada semana llegan 250 toneladas de lodo parcialmente tratado a Sierra Blanca).

La aprobación ocurrió probablemente porque se trata de una pequeña población, entre las más pobres de Texas -39 por ciento de los habitantes viven por abajo de los límites de pobreza y 66 por ciento de los residentes son mexicano-estadunidenses-, aun cuando desde los años 80 Dames & Moore, de la Texas Waste Authority, concluyeron que Sierra Blanca está localizada en una zona tectónicamente de las más activas de ese estado.

Asimismo, en el reporte de la compañía Radiactive Waste Management Associates (RWMA) se señala también que Sierra Blanca está sobre una falla con actividad sísmica, y que en la región existen fracturas y fallas de la edad cuaternaria y tienen lugar fuertes procesos erosivos, movimientos de masas e inundaciones.

Todas esas características hacen de la región una zona de alto riesgo para la instalación de un confinamiento, cuya radiactividad permanecerá en el subsuelo por varios millones de años, además de que en ese lugar existen acuíferos que surten de agua potable a cinco condados y a partir del 2000 surtirán a El Paso (fuente : http:// www.marfalights.com/sierra.html)

Investigaciones y riesgos

La decisión tomada por el Senado de Estados Unidos atenta contra el Convenio de Paz firmado en 1983 entre los gobiernos de ese país y México, mediante el cual se prohíbe el establecimiento de fuentes de contaminación dentro de la zona comprendida entre las 120 millas (193.122 kilómetros) de frontera común; Sierra Blanca está a tan sólo 16 millas (26 kilómetros) de la frontera mexicana, por lo que el confinamiento pondría en riesgo la salud no sólo de los habitantes de Hudspeth, sino también de los de la parte norte de México.

Resultados preliminares de los trabajos de investigación realizados unos 100 kilómetros al sur sudoeste de Ciudad Juárez por los institutos de Geofísica y de Ecología de la UNAM, revelan que existe una historia geológica común a ambos lados de la frontera.

El norte de México y el sur de Estados Unidos comparten una zona que geológicamente se conoce como el Río Grande Rift, la cual se caracteriza por una serie de cuencas intermontanas (grabens), originadas desde el oligoceno (63 millones de años) por fenómenos de distensión de la corteza continental.

Con base en trabajos previos realizados en el sudoeste de Estados Unidos, esas depresiones alcanzaron su configuración final en el plioceno (5 millones de años), y desde entonces han sido azolvadas por una gran cantidad de sedimentos, alcanzando en algunas regiones hasta cuatro kilómetros de espesor (grupo Santa Fe).

En Texas, esas cuencas conocidas como Jornada del Muerto, Mesilla-Las Cruces y Tularosa-Hueco, se prolongan hacia la parte norte de Chihuahua. Asimismo, estudios de reconstrucción paleoambiental del cuaternario (2 millones de años) indican que el antiguo río Bravo, antes de alcanzar su configuración actual hace 500 mil años, vertía sus aguas en las cuencas antes mencionadas, las cuales se desbordaban durante épocas pasadas de mayor precipitación hacia la parte mexicana y alimentaban los acuíferos explotados hoy en día ambos lados de la frontera.

Además, se tiene conocimiento de que esas depresiones en su momento funcionaron como receptoras de grandes cuerpos de agua (paleolagos), documentado ampliamente en artículos científicos de paleolimnología, paleoecología y paleontología, principalmente del sur de Estados Unidos.

En consecuencia, los acuíferos contienen agua fósil de edad cuaternaria, almacenada en capas de sedimentos altamente porosos e interconectados por fracturas y fallas.

Las opciones

Finalmente, estudios realizados en 1987 por investigadores de la Universidad de Texas, en Austin, señalan que en la parte mexicana, 50 kilómetros aguas abajo de El Paso, se localiza un escarpe de falla de 50 a 60 kilómetros de largo (sierra La Amargosa), la cual constituye la margen sur de la gran cuenca Tularosa-Hueco Basin, donde se ubica la localidad de Hudspeth.

En consecuencia, es altamente probable que existan fallas y fracturas activas recientes (cuaternarias) en ambos lados de la frontera, lo cual incrementaría aún más el riesgo de depositar basura radiactiva en esa región.

En resumen, lo antes esbozado demuestra que Sierra Blanca es un caso geopolítico, por lo que la protesta mexicana a cargo de la Comisión de Medio Ambiente del Senado mexicano deberá ser presentada de manera técnica y política, siendo deseable que dicha comisión convoque de manera urgente a las comunidades científicas del país y de Estados Unidos para que de manera conjunta se analice el proyecto y se intente revertir la decisión del Senado estadunidense o, en el peor de los casos, para que se exija que el confinamiento de Sierra Blanca sea sujeto a estudios rigurosos como los efectuados en el tiradero de desechos radiactivos de Yucca Mountain, Nevada, desde 1987.

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