La Jornada 28 de septiembre de 1998

Schroeder triunfa en Alemania y pone fin a la era Kohl

Alejandra Dupuy, enviada, Bonn, 27 de septiembre Ť La era Kohl llegó a su fin, y Alemania escogió una nueva cara para entrar al nuevo siglo: la del carismático Gerhard Schroeder, quien hoy llevó a su Partido Social Demócrata (PSD) a la victoria tras 16 años en la oposición, y con una ventaja en la votación lo suficientemente grande para evitar la temida coalición con los conservadores.

Con un bucólico arcoiris de fondo y frente a las banderas rojas enarboladas por centenares de simpatizantes, en su mayoría jóvenes, Gerd, como le llaman cariñosamente, hizo su primera aparición pública tras conocerse los resultados de los comicios en la sede del PSD en Bonn. Ante la plana mayor del partido y su esposa Doris, el virtual canciller federal alemán anunció que la prioridad de su gobierno será atender problemas internos como el desempleo, y las diferencias en niveles de vida que subsisten entre los alemanes orientales y occidentales, y que algunos analistas han llamado ``un muro mental''.

Entre tanto, a unos pocos metros de las oficinas del PSD, en la sede de la hasta hoy gobernante Unión Cristiana Demócrata (UCD), el llamado ``canciller eterno'' Helmut Kohl estaba de duelo. Luego de reconocer la victoria de su contrincante, anunció que renunciará a la presidencia de su partido y asumió la responsabilidad por la derrota.

Los festejos en esta ciudad que el próximo año dejará de ser la capital alemana se desarrollaban con total normalidad y sin que la Cruz Roja reportara heridos, después de una jornada electoral que aquí se disputó la atención con el clásico de la carrera de Fórmula Uno, en Luxemburgo, donde muchos alemanes escaparon luego de haber votado por correo en los últimos días, aprovechando así un sistema electoral que parece no tener ningún resquicio para la posibilidad de fraudes.

Aunque según los sondeos de opinión de voto previos a los comicios, la ventaja de Schroeder frente a Kohl había disminuido, nadie se arriesgaba a lanzar un pronóstico seguro. Pero los indecisos, al parecer, se inclinaron a última hora por Schroeder, al tiempo que algunos cristianos demócratas manifestaron que si bien respetan a Kohl, también estaban ya ``un poco cansados'' de él.

Esta necesidad de cambio que el canciller no supo interpretar, benefició a un Schroeder que logró encarnar los deseos de alternancia sin enarbolar políticas radicales.

A su vez, algunos militantes socialdemócratas, particularmente los del ala más izquierdista, dieron con ciertas reticencias su voto a un candidato a quien consideran excesivamente personalista, en parte por la confianza que tienen en que Oskar Lafontaine, presidente del SPD y dirigente tradicional del partido, pueda ser el equilibrio con el nuevo canciller federal.

Por lo pronto, el programa prometido por el SPD se concentra en lograr un pacto de empleo europeo, la defensa de una mayor justicia tributaria y la ampliación de las decisiones por mayoría en política exterior. También plantea el logro de una seguridad común, así como garantizar plazos de transición ``adecuados'' para la ampliación económica y social del Este, por medio, entre otras cosas, con la creación de una cartera especial para tratar este asunto.

Retrato de un seductor

Gerd se hizo desde abajo. Hijo de una viuda de guerra que tuvo que mantener a sus seis hijos sin ninguna ayuda, una de sus pocas diversiones de infancia era jugar cascaritas en un terreno baldío situado al lado de su casa. Trabajando de día y estudiando de noche logró cursar la universidad, y luchó también para crecer en el PSD, al que ingresó como militante a los 19 años de edad.

En 1986, fue el líder de la oposición en su estado de Baja Sajonia, y en 1990, se convirtió en gobernador de ahí mismo, cuya candidatura logró gracias a su popularidad. Para la vieja guardia socialdemócrata, Schroeder es casi un conservador con sus apelaciones constantes al nuevo centro y su promesa de ``no cambiar las cosas, sino hacerlas mejor''. Casi un nuevo Kohl, pero con carisma y políticas más humanas.

También se le apoda Automann, por haber sido miembro de la junta directiva de la Volkswagen, y actualmente tiene más la pinta de un empresario que la de un dirigente de la vieja socialdemocracia alemana. En este sentido está más cerca del ultrapragmático laborista Tony Blair que del primer ministro francés socialista, Lionel Jospin, los hombres de esta nueva Europa centroizquierdista.

A sus 54 años de edad, este hombre maneja a la perfección el arte de seducir tanto a los medios de comunicación como a las mujeres, e incluso algunos sondeos mostraron que votantes que tradicionalmente apoyaron a la UCD, prefirieron la política socialdemócrata enarbolada por Schroeder, quien durante la campaña estuvo acompañado por su cuarta esposa, una periodista 20 años más joven, quien por el momento se retiro de su vida profesional. Sin embargo, Doris Kopf puede convertirse en un nuevo modelo para las mujeres alemanas emancipadas, en contraste con Hannelore Kohl, la esposa del canciller conservador, quien se dedica a su hogar y a escribir libros de cocina.