La Jornada 29 de septiembre de 1998

Tan congruente, exigir la verdad del 68 como del 71 o de Acteal: CEM

José Antonio Román Ť Exigir la verdad en los hechos del 68 es tan congruente como pedir que se esclarezca la masacre de Acteal o los hechos del 10 de junio de 1971, afirmó el presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), Luis Morales Reyes. ``La verdad siempre dará salud y libertad a un pueblo'', agregó.

Dijo que aun cuando el movimiento estudiantil fue sumamente complejo, como todo aquello que ocurrió en el país en ese momento, los hechos que culminaron en la matanza de Tlatelolco significaron un gran aporte y algo muy positivo para México: un aceleramiento del proceso democrático.

En conferencia de prensa ofrecida en uno de los recesos de la quinta reunión que en el año ha tenido el Consejo Permanente del Episcopado, Morales Reyes insistió, a pregunta expresa, que independientemente de la apertura o no de los archivos históricos, sería ``conveniente'' para México, y para cualquier otra sociedad, buscar siempre las causas profundas de este tipo de hechos en los que mueren tantas personas.

Castigo para los autores materiales e intelectuales

``Es muy saludable y muy sano para toda sociedad el que cualquier hecho de esta naturaleza se investigue, que se conozca a los autores materiales e intelectuales, que se les castigue y se busquen las causas profundas para poner remedios eficaces. Más que esto no puedo decir'', señaló luego de insistir que esta posición es sólo personal, debido a que este tema no se ha abordado en el pleno del Episcopado mexicano.

Morales Reyes consideró que de un gran mal puede salir algo bueno. Por ejemplo, dijo, los hechos de Acteal, que al igual que los de Tlatelolco fueron un crimen ``horrendo, incalificable, abominable'', finalmente nos ayudaron a los mexicanos a retomar conciencia de la importancia de poner nuestros esfuerzos y recursos, en mi caso como obispo, para que el proceso de paz en Chiapas se lleve hasta la firma de la paz.

La Iglesia no justifica el uso de las armas

Señaló que la Iglesia católica no justifica nunca el uso de las armas, salvo en defensa propia. Pero es difícil, a veces, calificar en qué momento un hombre o una persona se encuentra precisamente en esa situación, aseveró Morales Reyes.

-¿En aquel entonces se dijo que era en defensa de México?

-Eso sí es difícil: saber que fue en defensa de México. Toca calificar a analistas históricos si de verdad esas fueron las motivaciones. En defensa propia sí se puede usar un arma, eso es lo que dice la Iglesia, pero que de ahí pasemos a decir que también en defensa de México... Aquí yo no soy un experto para determinarlo.

-El Ejército, entonces, sólo recibió órdenes superiores y se le releva de cualquier responsabilidad, como lo señaló Cárdenas hace algunos días.

-Nosotros no tenemos elementos para condenar ni liberar de culpabilidad a cualquier institución. No nos toca condenar ni absolver, porque eso no sería serio, sólo que tuviéramos pruebas. Insisto, no nos toca exonerar ni culpar. Está más allá de nuestra capacidad como pastores -expresó el prelado, quien al final de la conferencia reconoció que nunca había meditado sobre los acontecimientos del 68.

Respecto a si la Iglesia de aquellos años es igual o similar a la de ahora, pues en aquella época no sólo tuvo una acción discreta, sino que la jerarquía eclesiástica justificó la matanza de Tlaltelolco, el coordinador del Programa Pastoral 1996-2000 del Episcopado Mexicano, Felipe Arizmendi Esquivel, señaló que precisamente en ese año, en Medellín, Colombia, se realizó la segunda asamblea de la Conferencia del Episcopado Latinoamericano, donde se pusieron en práctica los acuerdos del Concilio Vaticano II y la Iglesia fue teniendo entonces una participación social más activa.

Sin duda, la Iglesia no es la misma, hoy está más consciente del papel que le toca vivir en el mundo y se ha entendido que defender la vida y los derechos humanos no debe ser ajeno al Evangelio, apuntó.

Convocarán a una campaña nacional de reconciliación

Por otro lado, señaló que los partidos políticos están llamados a reconciliar sus puntos de vista en los temas de la agenda nacional, pues si continúan con la actitud de imponer cada uno sus proyectos y puntos de vista, los mexicanos ``terminaremos por destruirnos''.

En tanto, Morales Reyes, presidente del máximo organismo eclesiástico que reúne a la totalidad de los obispos católicos, anunció la convocatoria episcopal para una campaña de reconciliación nacional e informó que durante la próxima asamblea plenaria de la CEM, a realizarse del 9 al 13 de noviembre próximo, se insistirá en la misión de la Iglesia en el México actual.

En la conferencia de prensa, Arizmendi precisó que el lanzamiento de esta campaña de reconciliación se decidió desde la asamblea anterior, pues subrayó que preocupa mucho a la jerarquía católica que los partidos políticos no lleguen a acuerdos concretos en los temas fundamentales de la agenda nacional, lo cual daña mucho al país, no solamente en la economía, según consideró, sino en otros terrenos, como por ejemplo en la ley de derechos y cultura indígena, la cual se encuentra estancada.

Llaman a practicar la cultura de la pluralidad

``Si no se llega a una búsqueda en que todos aprendamos a valorar lo que el otro es, hace, tiene, sabe y puede, y aportar cada uno sus proyectos, no se podrá avanzar ni hacer nada; si cada quién quiere imponer lo suyo sin escuchar al resto, nos vamos a destruir solamente'', dijo el también obispo de la diócesis de Tapachula, quien señaló asimismo que, como país, nos hace falta todavía practicar la cultura de la pluralidad.

En este mismo sentido apuntó que la Iglesia también tiene que aprender a convivir con hermanos de otras religiones. ``Todos tenemos que aprender a vivir con otras personas. Tenemos que aprender a construir un país más unido dentro de la riqueza de las diferencias, que no deben ser vistas como obstáculos, sino como una riqueza, Lo importante es escucharnos, atendernos y valorar lo que cada uno tiene y no ser intransigente'', expuso.

Durante su intervención, el obispo Morales Reyes se refirió al reciente viaje que realizaron a Roma tres miembros de la presidencia episcopal, incluyendo al vicepresidente y secretario general. Dijo que durante su encuentro con el papa Juan Pablo II se abordó el tema del estancamiento de las pláticas de paz en el estado de Chiapas, lo cual preocupa a la jerarquía católica.

Mencionó que solicitaron al pontífice que de continuar en este tenor o de agravarse la situación en esa entidad, dé una palabra ``iluminadora'' durante su próxima visita a México, programada para finales de enero del 99, a lo cual Juan Pablo II accedió, pues es un tema que a él también le preocupa mucho, según señaló el presidente de la CEM.


María Esther Ibarra Ť A la vuelta de 30 años, las convicciones que compartieron en el movimiento estudiantil del 68 -como integrantes del grupo Juan N. Noyola, de la Facultad de Economía de la UNAM- corren paralelamente, pero por distintos caminos. Jorge Calderón, senador del Partido de la Revolución Democrática (PRD), y Oscar Levín Coppel, asambleísta del Partido Revolucionario Institucional (PRI), coinciden en que la raíz del surgimiento de la lucha juvenil tuvo un signo: la cerrazón política del gobierno en todos los ámbitos de la vida nacional.

Ambos tenían 19 años y estudiaban en la Escuela Nacional de Economía de la UNAM, plantel al que representaron en el Consejo Nacional de Huelga (CNH), en donde los conocían como Batman (Levín) y Robin (Calderón). Desde entonces, tenían la inquietud de abrir espacios políticos, como vía para la transformación social y democrática del país.

Por lo menos -asienta el senador perredista- la izquierda universitaria de la Facultad de Economía, sus maestros, intelectuales y estudiantes ``teníamos claramente que había en las seis demandas, aunque modestas, del pliego petitorio, un vínculo entre el movimiento estudiantil y la construcción de un México democrático''.

Sostiene esta tesis en el hecho de que en el 68 las universidades eran prácticamente uno de los pocos reductos que ``nos quedaban a los ciudadanos de esa época para expresar nuestras posturas políticas. Había una cerrazón política absoluta en todos los ámbitos de la vida nacional. No teníamos acceso a los medios de comunicación. Los sindicatos y organizaciones campesinas, sociales y populares estaban bajo el férreo control vertical, autoritario y corporativo del Estado, del gobierno y del PRI''.

Prosigue: ``Había un obstáculo completo al ejercicio de los derechos constitucionales de manifestación, reunión y expresión pública de las ideas. Los partidos que ya tenían posturas de izquierda como el Comunista y otras organizaciones más pequeñas, eran sometidos continuamente a la represión y a la detención de sus líderes, muchos de los cuales aún estaban en la cárcel desde los movimientos ferrocarrilero y magisterial. En suma, había un clima prácticamente de dictadura en el ámbito político y social, que se agudizó durante el movimiento estudiantil, particularmente con la entrada, el 18 de septiembre, del Ejército a Ciudad Universitaria y la masacre del 2 de octubre''.

El asambleísta Levín Coppel recuerda así la situación: ``Entré en el remolino de acontecimientos sin tener idea clara acerca de la proporción histórica de lo que estábamos viviendo, pero flotaba en el ambiente la impresión de que algo estaba cambiando en las múltiples relaciones entre el poder y la gente. Parecía que tocaba a su fin la luna de miel que existía hasta entonces entre el Estado y la sociedad''

Según Levín Coppel, el cambio que entonces comenzó a ``sudar la sociedad mexicana por todos los poros'' tiene significación en la ``ruptura social y la puesta en tela de juicio que sufrieron las instituciones de la época y muy especialmente la del presidencialismo omnímodo, que fue intempestiva, no respondía a ninguna estrategia política definida. Se trataba simple y llanamente de una expresión de hartazgo, se trataba de una sociedad que estaba de autoritarismo hasta las narices''.

Agrega: ``La megalomanía del presidente (Gustavo Díaz Ordaz), su confesa responsabilidad sobre la manera represiva con la que se decidió responder al movimiento, constituyen el punto de inflexión de una forma particular de ejercer las atribuciones del poder que sobrestima su propia condición política. Terminó el mito de la grandeza del Presidente''.

Sin embargo, uno y otro consideran que aun cuando ha habido avances en el terreno electoral, los ideales democráticos gestados por los sesentaiocheros están inconclusos. El senador Calderón examina: ``Nos hemos transformado, pero si vemos la situación en Chiapas, Tabasco o Oaxaca, en donde la represión a la que están sometidos todavía obreros y campesinos democráticos en centrales corporativas como la CTM, tenemos que aún el rostro represivo y autoritario del gobierno del 68 no ha desaparecido completamente''.

En su opinión, para hacer vigente el 68 haría falta ``un nuevo constituyente que redacte una ley fundamental para garantizar los derechos humanos, sociales, ambientales y laborales del pueblo; un nuevo sistema de partidos, en el cual sean eliminados definitivamente la condición de partido de Estado y el régimen corporativo vinculado al PRI, y haya una efectiva división de poderes, un ejercicio real de la autonomía de las entidades federativas, con municipios libres y gobiernos democráticamente electos y, por supuesto, una política económica que dé empleos a todos los mexicanos y el reconocimiento de los pueblos indios''.

Para Levín Coppel -maoísta en el movimiento estudiantil y priísta desde 1972-, el 68 cambió la forma de hacer política los mexicanos. ``Vivimos un país más democrático, pero quizás lo que hace falta es la institucionalización de la democracia. Nos hemos pasado 30 años en la lucha democrática y nos han quedado cortas las instituciones -la Suprema Corte de Justicia, el Congreso y la institución presidencial-; no logramos generar nuevas, y hoy tenemos un Presidente que acota su poder, pero ese acotamiento genera más poder en otros lugares, y quien debe recibir ese poder, que es el Congreso de la Unión, no puede ocupar el espacio que tiene que ocupar porque no sabe cómo hacerlo''.

-¿El 68 también cambió al PRI?

-El enemigo no era el PRI, el enemigo era un sistema político anquilosado por completo. El PRI, el PAN, el Partido Comunista, estaban anquilosados. La gran particularidad del PRI al ser partido único, es que era un frente que absorbía a todos los movimientos de la sociedad de la clase media, pero se empieza a crear una generación de caciques y de gentes alejadas de la realidad, y entonces el 68 le abre de nuevo las puertas y se vuelve incluyente y participativo.

Aunque afirma que el proceso democratizador del 68 todavía no culmina. Pero, refuta, tampoco ``veo al México del 98 estanco. Lo veo en un devenir democrático muy importante, muy sano y positivo''.

-¿Cómo explica entonces el asesinato de Luis Donaldo Colosio?

Levín Coppel, quien participara en la campaña política del político sonorense asesinado, responde soez: ``Esa es una pregunta muy pinche''.


Karina Avilés Ť Los responsables de la matanza de Tlaltelolco no pueden ni deben quedar impunes, por lo que es necesario deslindar responsabilidades, coincidieron Raúl Alvarez Garín, Roberto Escudero, Luis Javier Garrido, Jorge Calderón, Thelma Nava, Roberto López Moreno y Leopoldo Ayala durante su participación en el coloquio 1968: En México y el mundo.

``Acteal es el Tlatelolco de Ernesto Zedillo, quien a diferencia de Gustavo Díaz Ordaz no asume su responsabilidad, sino de manera cobarde busca escamotearla'', afirmó, por su parte, Luis Javier Garrido; mientras, Raúl Alvarez Garín, dirigente estudiantil en 1968, enfatizó que en diferentes fuentes habrá datos importantes sobre las decisiones políticas en torno al movimiento estudiantil de ese año, pero ``la información que queremos de la Secretaría de la Defensa Nacional es la que permite hacer un deslinde de responsabilidades''.

Bartlett será ponente en la ENEP Acatlán

En una extensa y ovacionada intervención, Garrido, especialista en temas políticos y uno de los más severos críticos del régimen, habló sobre la celebración institucional del 68. Por ejemplo, dijo, la ENEP Acatlán, en nombre del movimiento, ``presenta una lista de conferencias sobre reforma electoral en la que los ponentes son gente como Manuel Bartlett. ¿Esa es la forma de recordar al 68?''.

Para Garrido, ``el movimiento estudiantil y popular de ese año y el levantamiento de los campesinos indígenas de Chiapas en 1994'' son dos sucesos ``que han marcado el curso de la historia, dándole múltiples significados al futuro inmediato, llenando de luz el destino de muchos''.

Y aún más: ``La insurrección armada de los campesinos de los Altos y de las cañadas de Chiapas no se podría entender sin el 68. Los campesinos tzotziles, choles y tojolabales han tenido también, como los estudiantes y el pueblo en el 68, una dignidad intachable al luchar por el cambio político y social de nuestro país, han sido portadores de un proyecto de reconquista de la nación a partir de las comunidades, con la exigencia de un respeto a sus derechos individuales y colectivos, con una voluntad de reconstruir a México desde abajo y, también como en el 68, la respuesta oficial a su demanda de diálogo ha sido la represión''.

Luis Javier Garrido, contra la mitificación de la gesta

Al hablar sobre las pretensiones del gobierno de oficializar la conmemoración del 68, consideró que ``lo que se busca es mitificar al movimiento estudiantil, presentándolo como una etapa más en un supuesto proceso de democratización del país''.

Por su parte, Alvarez Garín señaló que pese a que el movimiento fue una lucha por la verdad, hoy en día hay una cantidad de temas que carecen de esta condición, como el Fobaproa, el TLC, el caso de las adolescentes de Tláhuac, entre otros.

Y anunció que se iniciará ``una serie de procedimientos para mantener vivo el 68'', como ``reactivar'' la denuncia presentada hace cinco años ante la Comisión Nacional de Derechos Humanos.

Alvarez Garín cuestionó: ``¿Es posible que en México haya otro 2 de octubre? Lamentablemente sí, porque no todos sintieron vergüenza por lo que pasó. Ahora el problema es que tenemos que crear las condiciones para que eso no vuelva a ocurrir''.

Los efectos de la dominación autoritaria

En su turno, el senador perredista Jorge Calderón habló sobre el contexto nacional e internacional en que se dio el movimiento estudiantil: la revolución cubana, la revolución cultural china, el mayo francés, la represión a los movimientos magisterial, médico y ferrocarrilero en México y la intervención militar en contra de varias universidades estatales.

``Mi visión, a 30 años de distancia, es que las masas obreras y campesinas estaban básicamente sometidas a una dominación corporativa y autoritaria, en un esquema donde no había contrapesos al poder omnipotente del Presidente de la República y en donde las cámaras de Diputados y Senadores no tenían ninguna capacidad ni facultad para controlar lo que eran las prácticas autoritarias''.

Por su parte, Roberto Escudero recordó que en su casa, el 2 de octubre de 1968, ``comencé a escuchar a las 7 de la noche las llamadas de los compañeros; y, a medida que el tiempo pasa, no se olvida la fiesta. El jolgorio fue cegado por un gobierno que no entendía razones''.

``Insistir en el 2 de octubre es insistir sobre un hecho que marcó a una generación; la verdad del 68 no está en juego, la verdad del 68 la conocemos: todo mundo sabe lo que fue; la disputa por el 68 no existe, el 68 fue lo que fue. Y culminó en una tragedia que es necesario aclarar'', apuntó.

Al finalizar, Roberto López Moreno, Leopoldo Ayala y Thelma Nava leyeron poemas sobre el movimiento estudiantil.


María Esther Ibarra Ť Raúl Jardón, representante de la preparatoria 2 de la UNAM en el Consejo Nacional de Huelga en 1968, considera que el objetivo general de la lucha estudiantil no se ha cumplido: obtener libertades democráticas plenas para todos los mexicanos.

Aun cuando en el pliego petitorio no estaba explícito, afirma que ``unos de manera intuitiva y otros, muy pocos, de manera consciente, luchábamos por una nueva sociedad justa e igualitaria, donde el pueblo interviniera en la toma de decisiones''.

Asegura que muchas de las enseñanzas del movimiento están presentes en la actualidad: ``Aunque de manera embrionaria, se reflejan en diversos movimientos populares, en una lucha por que las decisiones surjan de las bases y no de las cúpulas, particularmente en el sector sindical del país, e incluso en la defensa violenta frente a la violencia ilegítima del gobierno''.

-En los jóvenes, ¿de qué manera está presente el 68? -se le pregunta.

-El movimiento estudiantil está en la mente de mucha gente, ya sea de manera deformada y sin conocerlo bien, pero saben que hubo un 2 de octubre y su significado. Y por más que el gobierno, en los dos últimos años, ha corrido la versión de que sus líderes fueron comprados, es totalmente falso. Esta es una de las grandes cosas que distingue al movimiento estudiantil del 68 de otros luchas sociales que emprendieron organizaciones democráticas, pero cuyos dirigentes terminaron por ser coptados o comprados por el gobierno.

Y, efectivamente, acepta en su libro 1968. El fuego de la esperanza, el movimiento terminó derrotado por la vía militar, pero no políticamente, ni mucho menos absorbido por el régimen.

De ahí que -concluye- ``mientras se va desvaneciendo el recuerdo de otras luchas ejemplares, como las de los ferrocarrileros o maestros, por la ausencia de organizaciones que preserven y transmitan la memoria histórica, el movimiento estudiantil del 68 no haya podido ser asimilado al santoral del sistema y sigue cautivando la imaginación de nuevas generaciones''.

Una aclaración importante para Jardón: ``A menudo se presenta la visión de que, por arte de magia, se dio una explosión espontánea y los estudiantes de pronto se politizaron y se lanzaron a las calles a retar el poder establecido. Esto tiene su dosis de verdad, pero hay que tomar en cuenta las situaciones sociales que constituyeron el fermento del estallido, y las luchas y experiencias organizativas previas que constituyeron el germen de la movilización''.

En ese sentido señala que el insistente grito de ¡Unete, pueblo! no surgió de la nada, ``ni fue sólo la búsqueda de la anhelada alianza obrero-estudiantil, para alcanzar la victoria. Los estudiantes y amplios sectores de ellos, ya se habían involucrado antes en los combates populares''.