En el curso del mes que está por terminar, y en el marco de las medidas de emergencia por el desastre natural que todavía afecta a cientos de miles de chiapanecos, la dirigencia de la Cruz Roja Mexicana ha sido señalada por su ineficiencia, en el mejor de los casos, si no es que por presuntos desvíos de fondos y recursos que debieron ser canalizados a grupos de población en situación de desastre, como en el caso de las costas del Pacífico luego del paso del huracán Paulina. Entre esos señalamientos, que empiezan a tomar proporciones de escándalo, ha de mencionarse la acusación presidencial formulada en el propio escenario chiapaneco el pasado 17 de septiembre, cuando Ernesto Zedillo afirmó que de las mil toneladas de alimentos y otras ayudas presuntamente recabadas por la Cruz Roja para los damnificados de Chiapas, él no había visto que se entregara ``ni un kilo'' a sus destinatarios.
Unos días más tarde se hizo pública la existencia de serias disidencias al interior de la Cruz Roja, al conocerse las renuncias a sus cargos de ocho consejeros nacionales y un director, en protesta por ``las anomalías y el abuso de poder'' del presidente de la institución, José Barroso Chávez. Se supo, también, que éste impidió a la Junta de Asistencia Privada (JAP) conocer y supervisar los movimientos financieros de la Cruz Roja. El día 27, Víctor García Lizama, presidente de la JAP, enumeró una serie de irregularidades y manejos dudosos de cuentas, tanto en la Cruz Roja, como en el Fondo de Apoyo Social (FAS), que también encabeza Barroso Chávez, y a través del cual habrían podido desviarse importantes donaciones monetarias originalmente destinadas a la institución benemérita.
Hasta ahora, las respuestas de Barroso y sus allegados a tan graves sospechas han resultado por demás insatisfactorias y han contribuido, más bien, a acrecentar las sospechas. En entrevista con este diario, el funcionario señalado afirmó, por ejemplo, que la Cruz Roja, por sus dimensiones y por las situaciones imprevistas que debe atender, no está en posibilidad de elaborar un proyecto de presupuesto confiable, una lógica equívoca según la cual al gobierno federal le sería del todo imposible presentar un presupuesto de egresos.
Por otra parte, es pertinente recordar que el manejo de dineros no es el único rubro en el que Barroso Chávez ha dado pie a señalamientos críticos. En meses pasados, este funcionario, al descalificar las campañas oficiales para promover el uso del condón, asumió como propias las posturas más oscurantistas e irresponsables impulsadas en este tema por la Iglesia Católica y por grupúsculos de fanáticos como Provida. Posteriormente, en un gesto insólito para un directivo de la Cruz Roja, tomó abiertamente partido ante el conflicto de Chiapas -en contra del EZLN- y exteriorizó su oposición a que el comité Internacional de la Cruz Roja participe de alguna manera en la búsqueda de soluciones en ese estado.
En suma, aun si Barroso Chávez y su equipo lograran salir indemnes de las acusaciones por manejos indebidos de los fondos de la Cruz Roja, sus actos han causado ya un severo daño a la credibilidad y a la honorabilidad de la institución.