La Jornada miércoles 7 de octubre de 1998

SSP: EL FACTOR DE CREDIBILIDAD

Ayer compareció ante la Asamblea Legislativa del Distrito Federal (ALDF) el secretario de Seguridad Pública, Alejandro Gertz Manero, y sus señalamientos fueron bien recibidos por la mayor parte de los diputados locales, independientemente de su filiación partidaria. Gertz anunció su intención de enfrentar las presiones que ejercen grupos de facto como La Hermandad, que, al parecer, operan al interior de la dependencia y pretenden obstaculizar la lucha contra la corrupción en la SSP.

Asimismo, destacó que los graves problemas de seguridad que se padecen actualmente tienen sus raíces en años tan distantes como 1968 y 1971 y, hoy en día, en la grave corrupción imperante en las corporaciones policiales, acrecentada a la sombra de funcionarios igualmente corruptos. Gertz señaló también que el deterioro de las fuerzas de seguridad pública se acentuó en el sexenio de José López Portillo (1976-1982), periodo en que la policía preventiva capitalina quedó en manos de Arturo Durazo Moreno.

Un factor importante de la debilidad institucional ante el crecimiento alarmante del crimen organizado ha sido la rotunda falta de credibilidad -tanto entre la ciudadanía en general como entre la clase política- en las instituciones encargadas de combatirlo. Entre la corrupción y el debilitamiento de las fuerzas policiales por su propio descrédito, se ha construido un círculo vicioso: la proliferación de la inmoralidad permite el aumento de la delincuencia organizada, lo que a su vez se manifiesta en mayor agresión contra la ciudadanía y en mayor desprestigio de las instituciones y corporaciones policiacas.

Ante este prolongado proceso de deterioro institucional, la comparecencia de Gertz Manero en la ALDF introduce un factor de credibilidad que podría romper el círculo vicioso mencionado y constituirse, así, en el primer paso hacia la restauración de la seguridad en la capital de la República. Durante muchos años, los mandos de la SSP -o de la Dirección General de Policía y Tránsito, o de la Secretaría de Protección y Vialidad- han ostentado un grado cero de confianza por parte de la sociedad.

En contraste, las propuestas de Gertz, razonables, propositivas y resueltas, han suscitado consenso, como lo manifiesta la buena acogida de sus declaraciones por los diputados.

En materia de combate a la delincuencia, en el Distrito Federal casi todo está por hacerse. Sin embargo, parece haber un rumbo y un plan de trabajo plausibles en la dirigencia de la policía preventiva capitalina, y cabe hacer votos porque ello permita remontar la desesperante e indignante inseguridad que padecen los habitantes de esta metrópoli.