La Jornada domingo 11 de octubre de 1998

ECONOMIA GLOBAL Ť Julio Boltvinik
Pauperización zedillista

La economía moral es convocada a existir como resistencia a la economía del ``libre mercado'': el alza del precio del pan puede equilibrar la oferta y la demanda de pan, pero no resuelve el hambre de la gente

Con un año de retraso ha sido puesta a la venta esta semana la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares de 1996 (ENIGH96). Este atraso dio lugar a diferentes explicaciones. El INEGI lo atribuyó a la inclusión de tres nuevos módulos que, en efecto, incorpora la publicación, referidos a temas secundarios. La otra explicación atribuía el atraso a la voluntad gubernamental de posponer lo más posible la publicación de datos que mostrarían una pauperización sin precedentes, entre otras razones para no afectar la votación por el PRI en las elecciones estatales de 1998. Este artículo muestra que, en efecto, la pauperización generada por la crisis y por las políticas utilizadas para enfrentarla, no tiene precedentes en la historia del país.

Las ENIGH son las únicas encuestas a nivel nacional que permiten calcular, con algún rigor, la distribución del ingreso de los hogares y la pobreza. Hay que recordar, sin embargo, algunas de sus limitaciones. En primer lugar, subestiman el ingreso de los hogares, por subdeclaración de los entrevistados pero, sobre todo, porque estas encuestas no captan nunca a los hogares más ricos del país. Slim, Azcárraga, ni los ricos intermedios como Carlos Gómez y Gómez, están en la encuesta. Esta subestimación hace que en los estudios de pobreza y distribución del ingreso se suelan ajustar los ingresos de los hogares para hacerlos compatibles con los de cuentas nacionales. En la medida en la cual los datos que presentaremos a continuación no han sido ajustados a cuentas nacionales, suponen una ligera sobreestimación de la pobreza, pero como el ajuste no se ha hecho en ninguno de los dos años analizados, las tendencias mostradas son correctas. En segundo lugar, tampoco captan a los hogares más pobres del país: los grupos indígenas están excluidos del levantamiento de la encuesta por razones de lenguaje. En tercer lugar, los cálculos aquí presentados se basan en los datos publicados, que están agrupados por deciles (porciones de 10% de los hogares), cuando lo deseable es trabajar con la base de datos para poder hacer los cálculos de pobreza hogar por hogar. Hay además otra desventaja en trabajar con los datos publicados. La forma en que se ordenan los hogares de más a menos pobres en las publicaciones de la ENIGH, con base en el ingreso corriente total del mismo, es la peor de las opciones disponibles, ya que un hogar con 10 mil pesos de ingresos mensuales será considerado siempre menos pobre que otro con 5 mil, aunque el primero tenga 20 miembros y el segundo uno. Cuando esté disponible la base de datos se podrán superar todas estas fallas. Por lo pronto, los cálculos que siguen, a pesar de estas limitaciones, son una buena aproximación a la evolución de la pobreza entre 1994 y 1996.

En el Cuadro se presentan los ingresos mensuales per cápita de los hogares, agrupados por deciles, en 1994 y en 1996. Para este año se presentan dos versiones: en la primera, se deflactan los ingresos de 1996 de todos los deciles1 con el êndice Nacional de Precios al Consumidor (INPC) para expresarlos en pesos de 1994. En la segunda se deflactan los ingresos de los deciles con índices de precios más adecuados a la canasta de bienes y servicios que ellos consumen, tomados de Banco de México2, que los calcula para cuatro estratos diferentes, definidos según el número de salarios mínimos que perciben. En primer lugar observemos lo estrepitoso de la caída del ingreso promedio de los hogares (que no varía según método de deflactación). ¡En dos años los hogares mexicanos perdieron casi la cuarta parte de sus ingresos! Todos los deciles de hogares perdieron al menos 15% de sus ingresos (decil 1 en la opción en la que se deflacta con INPC) y las pérdidas llegaron casi a 28% en el caso del decil X. Es decir, se trata de una pauperización general a lo largo de todos los grupos sociales captados por la ENIGH. Es importante recordar que el decil X ``está formado por hogares de profesionistas , técnicos, artistas y trabajadores de la educación, funcionarios públicos y privados, oficinistas, vendedores y agentes de ventas''. Esto es, que ``en la cúspide social tienen una fuerte incidencia las inserciones laborales de cuello blanco... los hogares de clase media alta'', confirmando que las ``ENIGH no captan a los sectores más acomodados''3. (p.45). De cualquier manera, como consecuencia de que el decil X perdió una mayor proporción de su ingreso que los demás deciles, la paradoja resultante es que la distribución del ingreso corriente total de los hogares, tal como se mide con el coeficiente de Gini, mejoró, pasando de 0.477 a 0.456. Incluso el Gini del ingreso monetario, que había venido aumentando durante todo el periodo 1984-1994, disminuyó de 0.514 a 0.489, este último igual al de 1989. De todas maneras, de los datos del cuadro se deriva la importancia de deflactar adecuadamente los ingresos de los hogares. Así, mientras en la columna 4, usando el mismo deflactor para todos los deciles, los porcentajes que los ingresos de 1996 representan de los de 1994 bajan sistemáticamente desde 85% en el decil 1 hasta 72% en el decil X,. en la columna 5, usando los deflactores por estratos, la tendencia no es tan clara, excepto en los extremos. En efecto, los deciles 1 a 3 son los que muestran tal porcentaje más alto (entre 79% y 82%). Sin embargo, los deciles del 4 al 9 muestran una casi constancia alrededor de 77%. Por último, es el decil 10 el que muestra la menor proporción (74%). El rango total de variación se acorta enormemente, de 13 puntos en la columna 4, a sólo un poco más de 8 en la 5.

Pero miremos las consecuencias de la dramática baja de ingresos en la pobreza, la pobreza extrema y la indigencia, medidas todas ellas con la vara de medición única del ingreso. La gráfica muestra dos líneas ascendentes de izquierda a derecha. La más alta muestra los ingresos medios de cada decil en 1994; la más baja los mismos datos para 1996. En segundo lugar, muestra tres líneas horizontales, que representan la línea de pobreza (LP), la línea de pobreza extrema (LPE) y la línea de indigencia (LI). Las dos primeras líneas han sido tomadas de Coplamar y se han actualizado sus costos a abril de 1994. La última línea se ha definido como el 50% de la primera. El conjunto de hogares que se encuentran debajo de la LP, se considera el total de hogares pobres del país4; los que se encuentran entre la LP y la LPE se pueden considerar en pobreza moderada; los que se encuentran debajo de la LPE son los pobres extremos; los que se encuentran entre la LPE y la LI son los pobres extremos no indigentes, a los que llamaremos muy pobres; por último, los que se encuentran debajo de la LI son los indigentes. Todos estos grupos son pobres, pero la intensidad de la pobreza se agudiza a medida que nos movemos de la pobreza moderada a la indigencia. La línea de ingresos mensuales per cápita de 1994 corta la LP hacia el final del séptimo decil, indicando que 69% de los hogares del país eran pobres. Para 1996 la proporción de hogares pobres había ascendido a 78%, como lo muestra el punto en que la línea de ingresos de dicho año corta la LP, muy cerca ya del final del octavo decil. ¡Un incremento del 13% (9 puntos porcentuales más) en sólo 2 años! Sin embargo, el aumento de la pobreza extrema es mucho más grave todavía, como puede apreciarse en la gráfica. En 1994, 40.5% de los hogares vivía en pobreza extrema (punto donde la LPE corta la línea de ingresos de 1994) y para 1996 esta proporción había aumentado hasta 55% (como puede apreciarse en el punto de cruce de la línea de ingresos de 1996 con la LPE). ¡Es decir, la incidencia de la pobreza extrema se incrementó 35.8%, (14.5 puntos porcentuales más) en sólo dos años! Por último, la proporción de hogares indigentes tuvo un incremento porcentual del 30%, muy cercano al de la pobreza extrema, al pasar de 33.3% al 43.3%, 10 puntos más, que representan el 30% de incremento.

La pirámide social estaba formada en 1994 por 40% de pobres extremos (33% de indigentes y 7% de muy pobres) 29% de pobres moderados y 31% de no pobres, en síntesis una pirámide 40-29-31. Para 1996 la pirámide se había engrosado brutalmente en la base, 55% de pobres extremos (43% de indigentes y 12% de muy pobres), y se había adelgazado en el resto: 24% de pobres moderados, y sólo 21% de no pobres. En síntesis, 55-24-21, contra la de 40-29-31 de 1994. Una transformación radical de la estructura social en sólo dos años. ¡El milagro de la pauperización zedillista, tan bien ocultado en su último informe presidencial y en la secuencia de spots de radio y televisión que le han seguido!

No hay antecedentes de una pauperización de estas proporciones en un periodo tan corto. Enrique Hernández-Laos estimó la evolución de la pobreza y de la pobreza extrema entre 1981 y 1984. Sus resultados, en un periodo de tres años de severa crisis, es que la población pobre pasó de 48.5% a 58.5%, que en términos relativos significa un crecimiento de 20.6%, superior a la que observamos antes. En cambio, en pobreza extrema sus cálculos arrojan un crecimiento más bajo, de 14.6%, contra 38.5% que calculamos arriba. Es decir, obtuvo un crecimiento mayor en la pobreza moderada que la que hemos observado, pero uno mucho menor en la extrema. Sin embargo, en 1981 no hubo ENIGH, por lo cual la validez de sus estimaciones depende de la validez de los supuestos que adoptó. Con datos de encuestas directas, la que aquí presentamos es la primera estimación que permite medir el impacto en la pobreza de una crisis económica administrada por los neoliberales. El impacto es mucho mayor a lo imaginado por los más pesimistas. El timing para la publicación de la ENIGH96 no podía ser más favorable para Zedillo y para el PRI. Aparece cuando ha concluido el calendario electoral del año, después del Informe Presidencial y de la glosa del mismo. Es decir, cuando análisis como éste hacen el menor daño posible, porque tienen muy poco impacto en la opinión pública.

1 Deflactar consiste en una operación aritmética de división o multiplicación que permite expresar los datos de un año con el poder adquisitivo que tenían los pesos en otro año.

2 Banco de México, Indicadores Económicos, mayo 1995, Cuadro III-8

3 Fernando Cortés, La distribución del ingreso en México en épocas de estabilización y reforma económica, ( inédito).

4 Otro de los problemas de trabajar con los datos publicados es que sólo es posible presentar resultados en términos de proporciones de hogares y no de personas, que es evidentemente lo correcto.