Pablo Gómez
Lucha política

La divergencia entre el PAN y el PRD en el asunto del Fobaproa es casi tan grande como la existente entre los perredistas y el gobierno. Por ello se ha producido un debate entre los presidentes de las mayores oposiciones del país.

Como sabemos, el gobierno insiste en que la nación le debe a los bancos existentes el equivalente a 70 por ciento de los quebrantos de éstos. El PAN presentó la idea de cobrar un impuesto especial para cubrir parte de esa deuda pública, pero el gobierno le ha propuesto que, en lugar de gravamen, se cobre una cuota de tres al millar sobre la totalidad de los depósitos bancarios (unos 40 mil millones en 20 años), no solamente a los bancos con quebrantos, sino a todos ellos. El PAN, al parecer, acepta la postura del gobierno sin considerar que esta cuota la pagarán los usuarios de los servicios bancarios y, por tanto, encarecerá aún más la intermediación.

El PRD propone regresar la cartera vencida, hoy en manos de Fobaproa, a los bancos y evitar que éstos quiebren, con el propósito de que los banqueros supervivientes del desastre financiero cubran sus propias pérdidas durante las dos próximas décadas. La forma de evitar la quiebra de los bancos sería mediante una capitalización, por parte del Estado, con lo cual en lugar de que la nación le deba a los bancos, éstos tendrían que admitir al fisco mexicano como socio necesario por esos mismos 20 años, con lo cual los banqueros tendrían que dedicarse a trabajar para cubrir sus pérdidas, en vez de que lo hagan los contribuyentes.

Pero la cuestión no termina en esto. El PRD propone que toda la agenda legislativa sea vista como un gran paquete político-financiero, con el propósito de que si el gobierno desea la solución del Fobaproa, entonces tenga que admitir una solución menos costosa para la nación y, además, un conjunto de reformas democráticas. El PAN, por su parte, insiste en negar la posibilidad de aprovechar la situación creada a partir de la pésima política económica del gobierno -principal causa de la crisis bancaria- para obligar al gobierno a rectificar y a emprender pasos hacia una mayor democratización.

El hecho de que Fobaproa forme parte de la agenda política del país no obedece a ninguna maniobra de partido, sino a una realidad concreta, definida en términos de la aplicación ilegal de una política económica que privilegia los intereses de los grupos minoritarios del país en perjuicio de la gran mayoría y de la nación.

Es normal que esta diferencia entre el PRD y el PAN traiga a cuento las acciones de Acción Nacional en otros momentos recientes de la vida política nacional, entre otras, la actitud de los panistas en el colegio electoral de los presuntos diputados en 1988, cuando admitieron la vía de los dictámenes en paquete para la constitución de la Cámara de Diputados, lo cual, a su vez, permitió que el PRI calificara, solo, la elección presidencial que llevó a Carlos Salinas a Los Pinos. También es cierto que la reforma electoral mentirosa de 1988-89 fue negociada exclusivamente por el PAN, a través de Diego Fernández de Cevallos, con el entonces titular del Poder Ejecutivo, lo cual permitió un mayoriteo constitucional entre el PRI y el PAN. La historia de las convergencias entre el panismo y el gobierno es larga en los últimos diez años y se encuentra fresca en la memoria pública.

Hemos tenido en México, en estos tiempos, una derecha opositora notoriamente timorata, que tan luego logra algunos pasos que retrocede ante el temor de crear una situación en favor de la izquierda. Parece que el alto mando panista confiere mayor valor a sus coincidencias ideológicas y políticas con el gobierno priísta en la conducción de la política económica, que aquellas que en los hechos tiene con el PRD en cuanto a eliminar el Estado antidemocrático y corrupto.

Pero el PRD no está realizando un debate con el PAN con el propósito de romper, sino para luchar en la arena de la política. El presidente perredista invita al del PAN a modificar su actitud y a construir convergencias entre ambos partidos para impulsar cambios económicos y políticos. Acción Nacional, por su lado, se defiende con la afirmación de que no está llegando a acuerdos claudicantes con el gobierno, lo cual tiene un lado verdadero -existen innegables coincidencias entre Calderón y Zedillo--y otro falso -hacer legal lo que fue ilegal (Fobaproa) es como legitimar a un presidente ilegítimo (Salinas)-, todo lo cual genera una madeja de contradicciones difícilmente superables en el discurso político.

Es evidente que el PAN rehúye un enfrentamiento con el PRI en el que éste le acuse de poner en peligro la ``estabilidad'' económica del país o ahuyentar al capital extranjero mediante decisiones que deshagan actos jurídico-económicos ya realizados por el gobierno. Pero al evadir de tal forma sus deberes consigo mismo, Acción Nacional le pasa oxígeno al viejo sistema contra el cual se ha organizado durante tantos años.

Se trata de la lucha política, contradictoria, como siempre.