Sólo existe un programa para ellas, cuyos resultados aún no se han visto, apunta la Unorca
Angélica Enciso L. Ť Aunque en México la participación de la mujer en el campo es muy alta, ya que contribuye en al menos 80 por ciento de la producción de alimentos, la atención gubernamental es prácticamente inexistente debido a que sólo hay un programa orientado a ella, con menos de 90 millones de pesos, y sus resultados aún no se han visto, dijo Rosa Icela Serrano, dirigente de la Red Nacional de Mujeres de la Unión Nacional de Organizaciones Campesinas Autónomas (Unorca).
Ayer se celebró el Día Mundial de la Mujer Rural y ``si la producción del campo está abandonada, qué podemos decir de los 13 millones de mujeres que viven ahí'', si existe inequidad en el trato que se da a la ciudad y al campo, en éste la ``mujer está en último lugar'', agregó en entrevista.
En 1996, puntualizó, la Secretaría de Agricultura, Ganadería y Desarrollo Rural (Sagar) comenzó a canalizar recursos a proyectos de mujeres en el rubro de equipamiento rural, que forma parte de Alianza para el Campo. En aquel año, continuó, fueron casi 40 millones de pesos y para 1998 se tenían previsto invertir 90 millones. Sin embargo, con los ajustes presupuestales que se hicieron este año no se sabe aún a cuánto llegó a este rubro.
Esos recursos no están orientados específicamente a las mujeres, sino que forman parte de un conjunto de proyectos y cuando hay propuestas productivas de ellas se les otorgan los apoyos, agregó.
Rosa Icela Serrano, originaria de Guasave, Sinaloa, consideró que si bien es cierto que ``nutrimos'' al mundo, también lo es que lo ``subsidiamos''. El trabajo, además de la parcela, es en la casa, en labores de traspatio y con los hijos, aseveró.
Detalló que los indicadores sociales más evidentes, como la educación, dan cuenta de la difícil situación que viven, ya que si el analfabetismo a nivel nacional es de 12 por ciento, en el campo llega a 38 por ciento y en las indígenas llega hasta 50 por ciento. Precisó que en los últimos años del nivel de educación primaria es donde se da la mayor deserción escolar de las niñas, porque tienen que empezar a desempeñar más actividades, ya sea en la parcela o en la casa.
Dijo que en términos de productividad cada vez más mujeres son productoras directas o propietarias de tierras ejidales o de cualquier otro tipo. En esta situación, siguió, está 17 por ciento de las habitantes del campo, que tienen una parcela en forma legal, pero si se habla de las que están involucradas en la faena diaria de la producción agrícola, ``somos prácticamente todas las que vivimos en el agro''.
Consideró que alrededor de 80 por ciento de las residentes del campo participan en forma directa en la producción agropecuaria, a pesar de que no todas sean dueñas de las parcelas.
A nivel mundial, informó, 1 por ciento de los medios de producción pertenece a las mujeres y además participan también con casi 80 por ciento de la generación de alimentos. Abundó que de acuerdo con datos de la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) la participación de las mujeres en el agro va de 50 a 80 por ciento en el mundo, según las regiones de que se trate.
Destacó también que las mujeres están en el último escalón de atención, ``no se trata de inequidad de género, sino social''.
Dijo que entre las propuestas que han presentado está la relativa a que del presupuesto asignado al campo se defina un porcentaje para acciones específicas para las mujeres, pero aclaró que es algo que no se ha concretado. En el Fondo Nacional de Empresas de Solidaridad, ejemplificó, se menciona que aproximadamente 80 por ciento de los proyectos están dirigidos a ellas, pero en realidad esto no se ha dado de ese modo, ``no tenemos información clara sobre la forma en que esos recursos se han canalizado''.
Indicó que muchos programas están encaminados al ámbito familiar y repercuten en todo ese núcleo, más que en la mujer. Consideró que se requiere una evaluación de parte de las instituciones acerca de cuáles son los resultados de las acciones que se han orientado a las mujeres y las repercusiones directas que han tenido.
Precisó que de los 27 millones de habitantes del campo, casi 13 millones son mujeres y la mayor parte de ellas son menores de 25 años, lo cual pone en riesgo a esta población, ya que a pesar de que existe una tendencia muy fuerte de que la tierra se quede en manos de las mujeres, generalmente es en las adultas mayores de 50 años, y las jóvenes se enfrentan a cuestiones de exclusión y de explotación, además de que muchas veces tienden a salir del campo por las grandes dificultades que existen para incentivar la producción.