Un grupo de economistas está instando al gobierno a reducir el gasto social o conseguir nuevas fuentes de financiamiento para dar continuidad a la lucha contra la crisis económica global y enfrentar los pronósticos de la inflación que, aseguran, crecerá más de lo previsto en 1998 y 1999.
Las tasas desfavorables para el peso mexicano han disparado la presión inflacionaria en los últimos meses, y la perspectiva de una inflación alta en el corto plazo es un nuevo factor que presiona al incremento de las tasas de interés. Analistas del sector privado anticipan un alza de 16.95 por ciento para este año y de 15.01 para el próximo, cifras sustancialmente mayores a los pronósticos del gobierno, que defiende un avance no mayor de 12 por ciento.
Los analistas privados han estimado que a fin de año el crecimiento de la economía será de 4 por ciento, en comparación con el 7 por ciento de 1997. Para 1999 los augurios no son mejores, pues se prevé un desarrollo de apenas 3 por ciento.
Otra de las principales causas del desajuste inflacionario ha sido la volatilidad cambiaria, pues ha limitado la inversión al provocar el encarecimiento de los costos de maquinaria y equipo de origen importado, además de que los mercados financieros nacionales permanecen frágiles en medio de la continua incertidumbre sobre el desarrollo global de la economía.
La condena, sin embargo, no finalizará mientras la situación internacional no se resuelva. Como si esto fuera poco, los inversores globales mantendrán la dinámica de salvaguardar sus capitales en sitios seguros, aun cuando sus rendimientos disminuyan, pues hasta ahora el nivel de riesgo que perciben se traduce en expectativas cada vez más pesimistas sobre el desempeño futuro de las principales variables económicas, con lo que se visualiza un crecimiento aún menor.
La debilidad del peso como instrumento de ahorro e inversión obliga a que las tasas de interés sean cada vez más altas, lo que afecta al consumo, la inversión y los balances de las empresas, familias y gobierno. La paridad cambiaria de la moneda mexicana comienza a entrelazarse con el sistema económico, de modo que las tasas inflacionarias ya registran el golpe de ``un peso más barato'', y con esta perspectiva también se encarecerá el servicio de la deuda, vulnerando las finanzas públicas.
Ahora la pregunta entre los expertos es: ¿por qué México está siendo castigado tan fuerte por la crisis internacional de los mercados, mientras Argentina, cuya moneda tiene un tipo de cambio fijo y parecía lista para un ataque especulativo, sobrevive relativamente sana y salva? Este año el peso mexicano ha perdido 24 por ciento de su valor frente al dólar, las tasas de interés se han duplicado virtualmente, y su deuda se negocia a diferenciales más amplios que los de Argentina respecto a las tasas de los bonos del Tesoro de Estados Unidos.
Por si no fueran suficientes los pronósticos negativos como efecto del drástico deslizamiento del peso mexicano frente al dólar, los analistas afirman que esta devaluación dejará en rojo la línea de resultados de la mayoría de las empresas bursátiles mexicanas. De acuerdo con sus estimaciones, las compañías mostrarán un fuerte impacto por pérdidas cambiarias en julio-septiembre, luego de que la moneda mexicana perdiera poco más de 12 por ciento en su valor frente al dólar y se ubicara en niveles de 10.20.
La crisis afectó a los principales grupos financieros del país, entre ellos a Bancomer y Banamex-Accival, que reportarán pérdidas por acción en sus resultados de este mes. El presidente de los banqueros, Carlos Gómez y Gómez, declaró que hasta ahora la banca internacional no ha cortado las líneas de crédito a los bancos mexicanos y que las instituciones locales no han sido afectadas por el retiro de liquidez que se ha observado en los mercados emergentes, pero ésta no deja de ser una posibilidad. ¿Y dónde está la tan cantada recuperación y el bienestar para todos?
Melée
Después del niño ahogado... Senadores del PRI, PAN y PRD buscarán actualizar leyes bancarias, civiles y comerciales que han propiciado problemas como el cobro de intereses sobre intereses, por lo que la Suprema Corte de Justicia de la Nación intervino y falló a favor de esta práctica. Sería necesario reformar el Código de Comercio que data de 1890, el Código Civil, de 1928, y la Ley de Títulos y Operaciones de Crédito, de 1932.