La Jornada 22 de octubre de 1998

Heitor Villa-Lobos, una sofidticada armonía en la Pinacoteca Virreinal

Renato Ravelo, enviado, Guanajuato, Gto., 21 de octubre Ť El Cuarteto Latinoamericano ofrece en el Festival Internacional Cervantino (FIC) una muestra poco conocida y que por primera vez se interpreta de la obra del compositor brasileño Heitor Villa-Lobos. Se trata de todo su repertorio de música para cuartetos de cuerdas.

En la Pinacoteca Virreinal, durante tres días, el conjunto integrado por los hermanos Saúl y Arón Bitrán -ambos violinistas-, el cellista Alvaro Bitrán y el violista Javier Montiel, interpretó la obra prolífica de Villa-Lobos, piezas de una solidez musical compuestas de 1915 a 1957.

En el primer programa, con obra de 1915 a 1938, es constante esa recuperación de la música brasileña. Sin embargo, es notorio en las cuerdas su orden de aparición y complementación, algo de la originalidad del compositor brasileño.

Para el segundo día, anunciado como el medular, se interpretaron los cuartetos escritos entre 1941 y 1945, etapa de intensa creación, la cual estaría marcada por una fuerte expresión, ya con la sofisticada armonía que marca la obra de Villalobos.

Estos tres cuartetos tienen duración mayor que el resto de su obra camaral, la cual por su número sólo se ve igualada por Milhaud y Shostakovich. Se trata de obras que proponen una lectura musical intensa y de contrapuntos, considerados por los especialistas como conjuntos que basan la literatura de los cuartetos de cuerdas en el siglo XX.

Esta noche en el fin del ciclo se anuncia la interpretación de las obras compuestas entre 1946 y 1957, ocho cuartetos que ``presentan un regreso a las formas de composición más sencillas, casi neoclásicas, con un contrapunto transparente y ritmos muy ingeniosos, pero relativamente simples''.

Ensamble México

Desde que hace un lustro Alejandro Escuer regresó a México, de su estancia en Gran Bretaña, la inquietud de formar un grupo mexicano de música contemporánea se volvió una firme, necia intención que la tarde de este miércoles sorprendió al Templo de la Valenciana, con tres estrenos en México, un encargo del Cervantino y una obra para seis instrumentos y mezzosoprano de Pierre Boulez.

Inspirada en los poemas Chansons innocentes, de e.e.cummings, abrió el programa de Onix Nuevo Ensamble de México, cuyo director artístico es Escuer, y su director musical José Arean, una sorprendente obra de David Dzubay (1964), escrita en 1989 para cello, piano, flauta, trompeta, trombón, violín, viola, clarinete, piano y percusión. Una suerte de arrebato estético inició el concierto.

Así la segunda obra, que es de una tranquilidad intencional (Funeral procession, de Bent Sorensen) contrastó en el ánimo del auditorio, lo cual probablemente ayudó a la recepción de la siguiente.

La obra de mayor aceptación fue la de Miguel del Aguila (1954), Clocks, y que es de 1994. Se trataba de la más contemporánea, que en su estructura de sonidos evocaba una irreconocible alegría, su planteamiento teórico es imaginarse que una exposición de cuadros de Mussorgsky es sustituida por relojes, cuya diferente manera de marcar el tiempo trata de ser atrapada en un piano, dos violines, viola y cello.

Manuel Rocha entregó, para la segunda parte del programa, una obra por encargo en la que se constató una original búsqueda de la estructura musical a partir del desarrollo de los timbres en flauta y clarinete; las cuerdas y percusión se encargan de darle sustancia al proyecto Condensación B-E.

La de Boulez fue una cátedra de sorpresa que lo ubica entre los innovadores del siglo XX. De 1954, Le martea sans maite, es una pieza en nueve partes, tensa, difícil. Su aparición en el Templo de la Valenciana no recibió la mejor aceptación.

La Malinche, insoportable para 60

El número calculado, entre las cifras conservadoras y las exageradas, de público que no soportó La Malinche fue de 60 personas. El momento más aplaudido fue el de la canción de la matanza de Acteal (hubo otras dos interrupciones con aplausos), las risas abundaron, la imagen de Norma Angélica (que no Ana María González, como se nos malinformó) sobre la televisión cortándose los senos fue de las más impactantes; el público que se quedó salió contento, turbado, sin saber por qué. El personaje más notable, a pesar del anuncio advirtiendo que había escenas fuertes, fue el presidente municipal de León, Jorge Carlos Obregón Serrano, del PAN.