Rodolfo F. Peña
Más vale solos

Está dándose en algunos medios periodísticos cierta campaña no muy limpia en contra de Andrés Manuel López Obrador debido a su ruptura con la oposición panista respecto del Fobaproa, y lo menos que se dice de él es que padece de infantilismo de izquierda, por haber dejado solos a sus adversarios y no haber participado en negociaciones en que se debatía sobre los puntos que el propio PRD había planteado como fundamentales y que, desde luego, eran parte de una totalidad, sin la cual no se entiende ningún arreglo. Tal es el caso del programa de apoyos a los pequeños deudores.

Es posible que hasta el 15 de noviembre, fecha en que el Poder Legislativo tiene que haber discutido y resuelto el tema del rescate bancario, para abordar a plenitud el Presupuesto federal, asunto en el que también puede haber concertación panista con el gobierno, esa campaña tienda a arreciar... y a saber qué se dirá.

Ciertamente, hay algo que podría entenderse como un error original de López Obrador, y consiste en haber creído de buena fe que así como él representa a su partido, Calderón Hinojosa representaba al suyo y podía comprometerse en su nombre. En todo caso, no es así. El PAN es un partido que maneja, en el orden político, importantes fuerzas económicas y financieras a cuya cabeza se encuentran los banqueros, es decir, los principales beneficiarios del Fobaproa. Lo que pretendió hacer este partido es arrastrar tras de sí al PRD, después de sus arreglos secretos con el gobierno. Enterado de esos arreglos, es elementalmente lógica la reacción de López Obrador respecto de su par panista, sin que esto autorice a pensar en un pleito entre dos personas, tal como se pretende presentar.

Entre ambos hubo encuentros personales, es cierto, pero hasta ahora no se ha inventado nada mejor para lograr entenderse. ¿Qué se trató en ellos? Esto sólo puede saberse en función de la acción política derivativa, no en función de declaraciones posteriores como la de Calderón, quien dice que López Obrador rechaza en público lo que sostiene en privado. No ha dicho nunca de qué se trata, pero salvo si cuenta con grabaciones fidedignas, para saberlo hay que creer de nuevo en su palabra, que es la de quien negocia en privado exactamente lo contrario de lo que impulsa en público, como es el caso de la inconstitucionalidad del Fobaproa y del castigo a los responsables de que el fondo se haya incrementado por diversos delitos. Esta es la cuestión central, la que posiblemente envuelva a más de tres personajes de la vida pública y sobre la que el PAN ha enmudecido.

Es evidente que los dirigentes del PRD pensaron en que ese agravio nacional llamado Fobaproa era suficiente para alcanzar, ahora mismo, un cambio de calidad en la vida política del país. Y era enteramente posible, excepto por los socios. En el PAN, dicho sea sin agravios personales contra nadie, no hay quién quiera realmente ese cambio. Es un partido hecho a la medida de la oposición leal al PRI, y sin éste aquél se acaba, porque en el fondo son una y la misma cosa. Así lo denota el hecho de que esté solapando a su enemigo histórico y el de que la propuesta panista sobre el fondo, de acuerdo con lo que creí-blemente dice López Obrador, haya sido elaborada por la propia dependencia hacendaria de acuerdo con el arreglo que venía desde mediados de año.

Ahora hay que enfrentar la evidencia de que las oposiciones, en sustancia, son diferentes: una es interna, y por tanto dependiente, muy al estilo estadunidense; la otra, la perredista, es externa, tan independiente como de difícil manejo en el aparato político, que es una selva en la que verdaderamente más vale ir solos que mal acompañados. Ya no hay engaños que valgan nada. Esto lo sabe bien López Obrador, quien dijo en la sesión del consejo perredista que quien quiera hacer política tradicional, con seguridad sabe dónde, con quién y cómo hacerlo.