La música de Bach se convirtió en sonrisa
Pablo Espinosa Ť Así como abre una flor si la percepción corre a cámara rápida, el estallido de sonidos pone, a cámara lenta, el alma a sonreír.
Así suena la música de Bach, que mueve cortinas. Así sonó anteanoche en Bellas Artes, nacida de una de las orquestas soberanas en esa tarea frugal pero frondosa que consiste en colocar sonrisas en los oídos: The King's Consort, agrupamiento inglés cuya supremacía en el repertorio barroco lo tiene en la cresta de la ola, nos puso en el fondo del cráter de un volcán. Y la erupción fue deliciosa.
The King's Consort se encuentra en México para participar en el Festival Internacional Cervantino, poner efemérides inolvidables en ``Octubre, el mes británico'', calendario que incluye actividades en otras disciplinas artísticas, y para ponernos a girar en torno del prodigio: la música barroca. Si a esto le sumamos más belleza, todo se convierte en pleitesía, abalorios en collares de prodigio.
Dos programas en Bellas Artes, el primero de los cuales consistió en,
la noche del miércoles, una Velada Bach: el ciclo completo de las
Suites orquestales , mismo repertorio que llevará The King's
Consort al Teatro Juárez de la ciudad de Guanajuato la noche de este
sábado. El segundo programa, anoche en tanto, ocurrió mojado:
partituras cuyos temas giran en el agua, desde la suite de Los
boreadas (o, mejor: Las mareas) de Rameau, hasta la célebre
Música acuática de Handel.
Más célebres aún, las cuatro suites orquestales cuatro de maese Bach,
fluyeron en su alegre flos campi de sonrisas. He ahí que suena
a todo tren la orquesta y el paisaje se vuelve óleo pintado por Claude
Monet, espalda femenina lentamente desnudada para depositar, muy
suave, un beso, las manos de ella abiertas para recibir el vuelo lento
de un pétalo rojísimo, mientras una veintena de músicos ingleses
levantan un estrépito de plumas talladas en hoja de lata: el dulce
crepitar de las maderas, cuerdas, alientos, sobre el basso
continuo, tan esbelto como una aurora, del majestuoso clavecín, al
centro. Placer, cuánto placer.
En sucesión afortunada, las Suites completas de don Juanito Bach
transcurrieron en orden non y luego par, es decir: 3-1-2-4, así que la
Suite número 3 fue, como los Tres pedazos en forma de
pera y todas las tríadas de Satie, la manera perfecta de abrir
boca (¿en bocas cerradas no entran besos?). Bach juvenil, el siempre
fresco Viejo Bach, ejecutada su invención sonora de manera
esplendorosa por magistrales músicos ingleses, todos ellos portando
una sonrisa al esgrimir sus respectivos instrumentos.
Probidez, solvencia, verosimilitud, autoridad moral, conocimiento de
causa, el Bach del King's Consort suena a eso, a Bach, lo cual
aprobaría el mismísimo Perogrullo, quien nos haría ipso facto
recordar que hay orquestas que cruzan el pantano y sí se manchan, es
decir que cuando tocan Bach suena a lo que ellos consideran quiso
hacer el jefe Bach. En cambio, lo que hicieron los músicos ingleses
durante un par de noches en el Palacio de Bellas Artes fue convertir
la calabaza en carruaje, la flor en canto, la música en sonrisa.
¡Oh, la música de Bach, alegría de los hombres!.