Al cumplir con el placentero deber de presentar su informe de labores a las autoridades, a la opinión pública y a la sociedad en general, el doctor Luis de la Barreda afirmó que la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal ha cumplido cinco años de vida fructífera. Ahí están si no para acreditarlo sus logros y resultados, la credibilidad y confianza de que goza entre la mayor parte de los capitalinos y la buena imagen que tiene tanto a escala nacional como internacional. Sin embargo, si este éxito se debe en primer lugar a su presidente, hay que reconocer que a ello han contribuido todos los que colaboran en esa trinchera de la dignidad y la civilización. Así lo expresó con verdad el ombudsman de la ciudad, cuando volvió a decir que esos frutos se han conseguido ``por un equipo en el que todos se han entregado con el mayor entusiasmo a sus tareas y, jornada tras jornada, han puesto en ellas el corazón'', lo que no sólo consiste ``en dar todo lo que se tiene dentro, sino en multiplicarse cuando surge la circunstancia adversa, y en ir más allá de lo que es razonablemente exigible''.
``Poniendo el corazón -sentenció con agudeza- conjuramos las fobias que nuestro trabajo provoca en las trincheras del autoritarismo y la corrupción, pues mientras en el amor todo es, en el fondo, importante, en el odio todo es, en esencia, trivial''.
Ello no obstante quiero subrayar en este comentario las graves deficiencias de algunas autoridades en la lucha contra la impunidad, que junto con la CDHDF ha emprendido desde hace más de cinco años la sociedad de esta capital. Si bien en el informe completo se reconoce que en general tienen respuesta expedita y completa por parte de los órganos de control interno de la administración pública, así como de los órganos jurisdiccionales y de la PGJDF, las solicitudes de información y colaboración que en el programa de lucha contra la impunidad se dirigen a las diversas autoridades, se asienta que es pertinente señalar este año que el único órgano de control interno del gobierno que no envió información actualizada, pese a requerírselo en tres ocasiones, para la integración del informe actual, fue la Oficina contra Abusos de Policías, dependiente de la Contraloría General del Distrito Federal.
Haciéndonos eco del clamor ciudadano, exigimos que cuanto antes se subsane esta deficiencia, que da lugar a pensar en corrupciones y encubrimientos inaceptables. En la misma línea se observa que en las indagatorias y causas penales, la Policía Judicial no logra cumplimentar las órdenes de comparecencia y de aprehensión dictadas en contra de servidores públicos, y se advierte que la integración de averiguaciones previas iniciadas por delitos graves, especialmente en casos de tortura, requiere de periodos extensos, lo que no contribuye efectivamente a la impartición expedita de la justicia y lesiona en un punto sensible nuestra lucha contra la impunidad.
Es importante volver a subrayar que la dilación en la procuración de justicia (2 mil 275 casos en cinco años) y la irregular integración de la averiguación previa (mil 512 casos) siguen representando la principal queja que las víctimas denuncian ante la CDHDF, lo cual conforma claramente un patrón grave de violación a los derechos humanos, que, siguiendo las propuestas presentadas por la comisión, debe ser ya revertido con prontitud y eficiencia por todas las autoridades correspondientes, pues como afirmó el doctor De la Barreda citando a Samuel Beckett, ``no existe pasión más poderosa que la pasión de la pereza''.
Todo esto, más el abrumador número de víctimas que se presentan en la comisión, frente al exiguo número de presuntos delincuentes que también lo hacen para reclamar sus derechos humanos (7.4 por ciento del universo de 24 mil 185 quejas), vuelve a poner en evidencia la falsedad de quienes afirman que los organismos de derechos humanos defienden delincuentes.
Hay que insistir también en el notable incremento que este año han tenido las quejas relativas a los centros penitenciarios (60 por ciento), lo que contribuyó a que en el presente informe este tipo de denuncia ocupara el tercer lugar entre los más frecuentes, lo que indica la extremada urgencia con la que tienen que ponerse en práctica las recomendaciones de la comisión a este respecto.