La Jornada 23 de octubre de 1998

The King's Consort revitalizó el barroco de manera inusual

Pablo Espinosa Ť Música de agua. Noche de descubrimientos, la sesión del jueves de la orquesta de cámara inglesa The King's Consort culminó la estancia de este agrupamiento de primerísimo nivel en la capital mexicana para transportar sus maravillas a Cuévano, donde esta noche -Teatro Juárez- repetirá su programa Bach, que iluminó sonrisas. Antes de enfilar hacia el norte, desde Bellas Artes, hizo flotar en tal recinto la fragancia de una música de magia, ensueño, hallazgos. Un encuentro.

Repertorio acuático, el segundo y último programa aglutinó tres partituras colosales en torno de un tema: una obra de Jean-Philippe Rameau inmersa en agua, otra de Telemann también nadando y la celebérrima Música acuática de Handel (with care).

Revelaciones: tal trío de alegres obras ofrecieron, en la interpretación de The King's Consort, visiones nuevas acerca de una música limitada por muchos regularmente en la categoría de ``música antigua'', o bien acotadas en el compartimento estanco de ``lo barroco'' como materia de adorno, repujamiento, exceso, complicaciones.

La pasión según The King's Consort: la velada del jueves, inolvidable, trajo entre otros privilegios la puesta en vida del pensamiento barroco pero de una manera inusual, contraria al lugar común.

Sonó, en consecuencia, una música joven, alegre, sencilla, no alcanforada ni seria ni rebuscada. Es importante subrayarlo porque reza la costumbre que la música barroca supondría viejitos (en cuerpo y alma) haciendo una música viejita más anciana todavía.

The King's Consort es una orquesta joven, no sólo por sus 18 años de edad (fue fundada en 1980) sino porque la suma de las edades de sus integrantes es más bien magra.

Son músicos jóvenes y, mayor fortuna, evidente ante ojos y oídos, en su mayoría son mujeres, quienes componen esta orquesta británica y convierten el sambenito de ``flemáticos'' en buenaondez, aliviane, frescura, sencillez. Barroco is beatiful, pues.

El más interesante de los dos programas de la orquesta visitante, el más disfrutable con el corazón y las neuronas, con la epidermis y la más profunda piel, fue entonces el segundo. La primera parte de él todavía más intenso en descubrimientos: Rameau y Telemann sonando cual si fueran autores de hoy y no de ayer, como suelen hacerlo muchos ``intérpretes'' o ``especialistas'' del barroco, muchos de ellos por cierto bien entrados en edad (mental). Mención aparte merece el sonido de The King's Consort, cuya unicidad, no sólo lograda por la utilización de instrumentos de época sino por la maestría ejecutante, resulta irresistible.

Con Les Arts Florissants, I Musici, I Solisti Veneto, Saint Martin in the Fields, entre otras orquestas de primer orden planetario, The King's Consort aparece como fuente de rejuvenecimiento de una música entrañable, amorosísima, tan bella y espléndida como las formas poéticas cuyo rostro es el de la sencillez.

Barroco es belleza.