La Jornada 23 de octubre de 1998

Semana de peripecias y desinterés de los morelianos por la ciencia

Raquel Peguero, enviada, Morelia, Mich., 23 de octubre Ť De la Talla pequeña a La autopsia y sus ventajas, pasando por El cementerio de dinosaurios, El cultivo de cocodrilos, La instalación de un sistema de riego por goteo, Los villistas, o bien La increíble vida de un discapacitado, fueron algunos de los temas que a lo largo de siete días se vieron en pantalla, durante el décimo Festival Nacional de Cine y Video Científico que hoy concluyó.

Fue una semana de peripecias, por la toma de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, por parte del alumnado, que solicita la construcción de más casas del estudiante. Estos días estuvieron acompañados por la Feria Universitaria de Ciencia y Arte que trajo, además de libros, algunas obras de teatro y danza a cargo de distintas casas de estudio del país. Lo que fue una pena, tanto para la feria como para el festival, fue la mínima afluencia de los morelianos, que no se mostraron especialmente interesados en los temas científicos.

Dar voz a los marginados

En tres categorías, compitieron 49 filmes: 12 en tecnología, 13 en ciencias naturales y 24 en antropología. Se otorgaron cuatro premios de 15 mil pesos cada uno, porque en antropología empataron La isla de Bali, de José Benítez Muro, y Murmullos del volcán, realizado por una comunidad purépecha, que da cuenta en su idioma materno del nacimiento del Paricutín. En esa categoría se dieron dos menciones: una para Talla pequeña, de León Serment, y otra para Las voces de Uarhi Iurhixe, de la comunidad indígena de Santa Fe de la Laguna. En ciencias naturales obtuvo el premio la producción de Tv-UNAM, Distancia a las galaxias, y se dieron menciones a Ojos en el cielo, producción de la UTE; Dime cómo te llamas y te diré quién eres, de Editorial Trillas; De la roca al elemento y Los Tuxtlas, ambos de la Dirección General de Divulgación de la Ciencia. En tecnología fue premiado Cría masiva de insectos para el control del lirio acuático, del Imta.

En los primeros días del foro, se efectuó el cuarto Festival Video-Med-México que otorgó un premio a La vida pasada en limpio: Enrique Alvarez, de José Peguero. Sin movimiento de cámara, el propio Alvarez narra su vida de hombre discapacitado por la polio, desde que tenía tres años. La discriminación, el maltrato a los que sufren estos problemas son contados con humor y energía por este poeta, quien asegura que ``cuando no tienes ni los pies ni los brazos ni las piernas, lo que queda es la dignidad''.

El festival sirvió para discutir problemas de la difusión científica y las características de estas producciones que, a decir del realizador francés Bernard Surugue, ``no tienen por qué estar peleadas con la poesía'' por lo que consideró que deben acercarse a un mayor nivel de expresividad mediante la imagen y el sonido. El director adjunto del departamento de Información Científica, del Instituto Francés de Investigación Científica para el Desarrollo en Cooperación (Orstom), dijo que el cine científico se debe pensar como ``obra artística'' para hacerla más accesible, pues le interesa dar voz a los marginados para que ya a cuadro sean escuchados por los hombres del poder.

En ello estuvo de acuerdo el realizador estadunidense Robert G. Dickson, quien presentó tres trabajos, el primero sobre una especie marina y los otros dos sobre las aves. Explicó que quienes se dedican a la divulgación deben estar preparados para eventualidades, porque uno de los riesgos es que al planearse los documentales con un año de anticipación, cuando se llega a filmar las condiciones han cambiado, y muchas veces deben recrearlas o bien improvisar. Lo más importante, además de tener buena información, es contar con ingenio a la hora de filmar e intentar dar una tensión dramática a la narrativa para hacerla más interesante.

En México, la divulgación de estos materiales es problemática. Manuel Martínez, quien ha coordinado los Talleres Iberoamericanos de Cine Científico, explicó que las televisoras nacionales sólo transmiten de cinco a seis por ciento de los documentales nacionales y el resto son producciones importadas que en su mayoría responden a tecnologías obsoletas o que nada tienen que ver con nosotros. Indicó que estos talleres se implementaron para elevar la calidad de las producciones nacionales y enseñar las distintas técnicas de filmación científica, pues se busca que con pocos recursos e ingenio se hagan mejores obras para competir en foros internacionales.

El Festival de Cine y Video Científico fue organizado por Actividades Cinematográficas de la UNAM; la Universidad Michoacana, el Centro de Investigación y Desarrollo de Michoacán y la Cinemateca estatal.