Cantar, siempre cantar, un desahogo para Gal Costa
Pâula Ribeiro, especial para La Jornada Ť ``Nací en Bahía; fue ahí donde comencé a cantar. Nunca quise otra cosa en la vida; siempre pensé en ser cantante. Lo descubrí desde que estaba en el útero de mi madre. Escuché música desde el momento mismo en que estuve agarrada a ella a través del cordón umbilical''. Y su risa sensual rompe la frialdad de la línea telefónica. ``Para que quede más claro este comentario, voy a contarte que cuando mi mamá estaba embarazada de mí, ella escuchaba música todos los días, religiosamente, como un ejercicio para infundir en el feto el don por la música, por lo tanto yo amaba la música desde esos tiempos''. Recién cumplidos los 53 años (nació el 26 de septiembre de 1945), Gal continúa buscando la simplicidad, y asegura estar muy lejos de cantar como le gustaría.
El brillo de la canción brasileña de los últimos 30 años pasa con certeza por el filtro de Gal Costa. Su presencia misma se ha convertido, para sus muchísimos admiradores, en un fetiche: cabellera abundante, hablar suave, labios carnosos. Su voz, su vida misma, están condensadas en las más de 250 canciones que ha grabado- la mayoría compuestas por Caetano Veloso.
``Gracias a Dios cambié. Crecí como cantante, como intérprete. Me considero una persona de mi tiempo, contemporánea. Participé del tropicalismo, que fue un movimiento revolucionario y que hasta hoy influye y ejerce fascinación en los jóvenes.''
El tropicalismo y el Brasil de los 60
El tropicalismo surgió como una explosión contradictoria y agresiva del Brasil de los 60, de ese Brasil, tierra en trance. Las artes se fueron encadenando: cuando se estrenó la película Terra em transe nadie hablaba del tropicalismo; hubo cantidad de gente que miró la cinta sin entender en absoluto de qué se trataba. Después, Caetano Veloso la vio una, tres, cinco, seis veces y compuso esa música revolucionaria que se llama Tropicália. Fue Luiz Carlos Barreto, al escuchar la música, quien dio el nombre: Tropicália. Y el nombre se quedó. De ahí José Celso Martínez puso la obra de Oswald de Andrade, O Rei da Vela, y le dedicó el espectáculo a Glauber Rocha. Caetano se volvió loco por Rei da Vela y lanzó el movimiento tropicalista. La revolución había comenzado: teóricos, críticos, precursores y enemigos. Solamente de la conciencia de las llagas nacería algo nuevo.
Y Gal Costa estuvo ahí. Mucho antes de que mostrara sus senos en la contratapa del disco India, a sus casi cincuenta años, Gal ya sabía cómo lidiar públicamente con su exuberante sensualidad. ``Yo nunca sé cuándo mis osadías están por venir, ellas simplemente me salen al encuentro. Gracias a Dios, en cualquier momento aparecen... ¡¡¡``Chan...Chan...Chan....Chan!!!''
Se divierte y me advierte la cantidad de signos de admiración que debo colocar. Gal surge, al igual que su cercanísimo amigo Caetano, de las bohemias caseras del barrio de Graa en Salvador, Bahía; convirtiendo, muy temprano, su talento, en éxitos de bossa nova y guitarra. Su alianza artística, Costa-Veloso, es una de las más sólidas en la historia de la música brasileña. Es indudable que Caetano Veloso ha marcado con su presencia los discos de Gal Costa -con excepción de Gal Canta Caymmi.
Acústico es el espectáculo con el que la cantante celebra treinta años de vivir el escenario. Como un buen ajuste de cuentas el material seleccionado por ella misma atraviesa su carrera muy a fondo. Sostenido, en la grabación en vivo del disco compacto, por la orquesta Petrobras Pro Música (julio de 1997, en el Memorial da América Latina en Sao Paulo), algunos de los ya entrañables éxitos de Gal consiguen un sonido más cristalino, de un vagabundeo sin prisas, un cierto tipo de jovialidad que parece conseguirse sólo en una buena madurez. Incluso algunas de sus canciones tempranas, como Baby y Nao identificado -ambas de Caetano-, tienen una nueva libertad sin prisas.
Para su presentación aquí en México, estará acompañada del mismo sexteto que participó en la grabación del disco compacto: Jurim Moreira en la batería; Jorge Oscar, en el bajo acústico; Joao Rebouas, en el piano acústico; Mou Brasil, en las guitarras; Zé Canuto, en el sax y la flauta, y Sidinho Moreira, en las percusiones.
Desde los 15 años Gal Costa tocaba la guitarra y cultivaba una fervorosa pasión por el estilo y la musicalidad de Joo Gilberto. De ahí, saltó al intimismo del bossa nova. De esta época podremos escuchar, la noche del miércoles, Corao vagabundo. El tropicalismo sacó a relucir mucha de su energía interna, los rocks de Gil, el concepto Caetano, el ritmo de aventura de Roberto Carlos, el buen humor de Tom Zé y el ritmo envolvente de Jorge Ben.
``No sé dónde está mi futuro; no tengo una bola de cristal. Pero lo que tengo muy claro es que hago mi trabajo con mucha pasión; ejerzo la música como un apostolado. Nací para esto, y ésta es mi manera de expresar el inconciente colectivo y mi amor por la vida y por el mundo. Lo que me importa es estar mejor cada día que pasa, dedicarme a conseguir eso con una entrega total''. Su voz convence, hace una pausa y sus palabras de nuevo sonríen: ``Soy una estrella teleguiada''. ``Lo que vengo a cantar a México, lo hago con todo mi cariño, es más, déjame corregirme, toda la intensidad está puesta en esas canciones...''
Gal en vivo es un capítulo aparte. En el caso concreto de este concierto Acústico, será un gozo apreciar la delicadeza que se desnuda en el placer del detalle, en el toque personal, irrepetible.
``Mi público ha ido mudando año con año, porque yo misma voy cambiando. ¡Me parece que esta posibilidad es maravillosa! Ahora las nuevas generaciones se están interesando y redescubriendo la música brasileña. Me da una alegría enorme ver a tantos jóvenes grabando canciones de aquella época, de mi generación''.
Tropicália 30 anos, lanzamiento del sello Natasha., celebra tres décadas del tropicalismo, influencia definitiva sobre la música popular brasileña. De este disco y de las celebraciones del carnaval impregnado por este espíritu, participaron Gal, Caetano, Gilberto Gil, Tom Zé y sus antiguos compañeros en estas aventuras tropicalistas. Se trató de rendir tributo a un movimiento que ayudó a revitalizar su carnaval, la música, signo de identidad, de la locura del carnaval.
A 30 años de distancia
Para este disco Gal Costa revisitó el éxito Divino Maravilloso, que la transformó en la indiscutible musa de la Tropicália, durante el Festival de Música Popular Brasileña de TV Record, en noviembre de 1968. A 30 años de distancia la canción pop de Gil e Caetano gana un ritmo más funkeado, gracias a los arreglos de metales de Luiz Brasil.
``Soy una persona como cualquiera otra. Me gustan las cosas más sencillas: ver televisión, jugar con mis perros, pasar tiempo enfrente de la computadora aprendiendo siempre alguna cosa nueva, ir al cine, leer un poco, llevar yo misma mis asuntos personales, en fin, no hago nada anormal (...) Sobre el escenario me comunico de otra manera. El hecho de cantar, sonreír, hacer gestos, las miradas, son mi forma de comunicarme. Hablo muy poco durante el espectáculo; me gusta que cada uno de mis gestos surja de una espontaneidad radical. Intento establecer una comunicación radical (...) Siempre he tenido mucho cuidado con la calidad de mi trabajo. Creo que calidad y fineza son virtudes fundamentales. La música que interpreto debe tener mi rostro, duplicarme.''
Cuando el samba-rock Brasil se estrenó nacionalmente como tema de la telenovela Vale tudo, de Gilberto Braga, Gal, que nunca acostumbró tomar partido político, se hizo portavoz involuntaria de la indignación general de un país corroído por la miseria y la corrupción. ``Como dice Mílton Nascimento: `todo artista debe ir a donde el pueblo está'. Desde el inicio de mi carrera me involucro con la gente que necesita apoyo. Voy a continuar haciéndolo. Es parte del trabajo del artista ir a los lugares donde está el público mayoritario. El artista es como un heraldo, como un juglar, como la persona que lleva a través de su música información, aliento, energía para las otras personas. Somos viajantes (...) El éxito siempre te sorprende; nuestro trabajo es como una ruleta, una nunca sabe realmente lo que puede suceder. Aunque creo, sí, que la base del éxito se encuentra principalmente en la competencia, el buen gusto, el traer mi historia de vuelta a la memoria de las personas (...) Considero éste uno de los momentos más especiales de mi vida. Ya pasé por diferentes fases. La que vivo ahora, en verdad, se trata de una revisión de mi historia personal, más madura. De ahí que regrabé las canciones de una manera nueva, de acuerdo a lo que ahora soy.
``Continúo siendo una criatura explosiva, muy distinta a las jovencitas que cantaban samba-canao y bossa-nova, tanto así que O Sorriso do Gato de Alice, dirigido por Gerald Thomas, fue un espectáculo bien polémico (...) Es parte de mi carácter, de vez en vez, crear polémicas. Por otro lado, los tiempos son otros. Conquisté mi espacio''.
Siempre sorprende lo que puede conformar a una persona. Los fragmentos que la suman...
Gal Costa:
``Una música: Lanterna dos afogados. Un artista brasileño: Milton Nascimento. Un nombre internacional: Mike Jagger. Un libro: Cien años de soledad. Un autor: Guimares Rosa. Una película: Terra em transe. Un arma de seducción: su sonrisa. Un símbolo sexual: Harrison Ford. Un desahogo: cantar siempre, siempre cantar. Política brasileña: los escollos y los barrancos. Un buen recuerdo: la figura en carne y hueso de mi mamá, Mariah. Religión: O candomblé de la casa de doña Menininha do Gantois.''
De la A a la Z, entre Adoniran Barbosa y Zé Dantas, Gal Costa ha dejado su marca en la obra de casi todos los compositores significativos de la música brasileña. Por medio de un ebó -una operación mágica del candomblé-, Gal Costa está en México. Viene para cantar una historia de amor. De amor enteramente libre, en el mejor sentido de la palabra. Está aquí, para contarnos una historia: la de Gal Costa. ¡Bienvenido Brasil!