Pocos recordaban que los nuevos estatutos del PRD impiden a los dirigentes formar parte de tres comités ejecutivos consecutivamente. De aplicarse, esa norma dejaría fuera de la contienda a varios de los aspirantes más fuertes. La polémica está abierta. Mientras tanto, López Obrador sigue en la línea de reducir el número de aspirantes o, mejor, lograr una candidatura de unidad. Muchos piensan que esa sería la mejor receta para un partido que quiere jugársela con todo en el 2000.
Izquierda y talacha
``Será'', cavila en un receso el diputado Jesús Martín del Campo, ``un presidente gris, entregado a la talacha de la campaña. No tendrá, ni de casualidad, el brillo de Andrés Manuel ni de sus antecesores''.
Frente a un yogurt con miel coincide Jesús Ortega, uno de los dos ``negociadores'' de la lista de suspirantes a la presidencia nacional del PRD: ``Así es, será mucho trabajo y poco brillo''.
Se jugará en marzo de 1999 el puesto que ocuparan Cuauhtémoc Cárdenas y Porfirio Muñoz Ledo, los pesos pesados del perredismo. Y también el tabasqueño López Obrador, con su polémica eficacia electoral, convertido ya en otrafigura del PRD. Ah, y otro que nadie quiere recordar, el médico Roberto Robles Garnica, presidente interino que luego abandonó el PRD.
``Un presidente gris'', suelta Martín del Campo, pensando en los irrepetibles ``pesos pesados'', pero sobre todo en que la responsabilidad básica del nuevo presidente del PRD será conducir la estructura partidista en el año 2000.
La responsabilidad será, por primera vez en la historia perredista, de un dirigente que nunca militó en el PRI. La hora de la izquierda ha llegado. Aunque entre broma y veras, el diputado Porfirio Muñoz Ledo diga que ``a lo mejor sale por ahí otro ex priísta a darles la sorpresa''.
Litigios internos
La bola de nieve comenzó a crecer el fin de semana pasado, en medio del Consejo Nacional donde el PRD se decidió por la ``cero negociación'' con el gobierno en el tema del Fobaproa. Alguien hizo circular copias de los estatutos -que tienen apenas dos meses en vigor- donde se establece que nadie puede ser parte del Comité Ejecutivo Nacional más de dos veces consecutivas (ver recuadro). El artículo 19 dejaría fuera de la contienda a por lo menos tres de los más fuertes aspirantes: Laura Itzel Castillo, Amalia García y Jesús Ortega.
Armando Quintero, presidente del PRD en el DF, sentencia: ``Estamos obligados a acatar el estatuto a la letra, no creo que sea conveniente iniciar procesos de torcedura en la vida institucional''.
Laura Itzel Castillo argumenta que al aprobarse al estatuto ya varios dirigentes habían sido parte de la dirección nacional: ``De haber sabido que existiría esta norma, es muy probable que hubiéramos tomado la determinación de no continuar en el siguiente CEN''.
Ya frente al café, Jesús Ortega machaca con la idea de que el artículo estatutario ``no tiene retroactividad'', es decir, que no puede aplicarse a quienes, como él, ya habían sido dos veces miembros del CEN al momento de su aprobación.
¿Se les escapó en Oaxtepec? Jesús Ortega dice que no, que siempre quedó claro que no era aplicable a los actuales miembros de la dirección.
``Eso demuestra -replica Armando Quintero- que la mayoría de los dirigentes más importantes del CEN no estuvieron atentos a los debates del Congreso''.
Aparte, el senador Mario Saucedo recuerda: ``Los estatutos están registrados, no podemos obviarlos''.
La polémica está abierta. Una interpretación al pie de la letra obligaría a las corrientes del PRD a rearticular sus alianzas, pues surgirían nuevos candidatos. Un manejo descuidado del enredo podría tener costos mayores, que no favorecerían a ningún grupo.
El lunes pasado, la Comisión Nacional de Garantías y Vigilancia (CNGV) del PRD, encargada de resolver los conflictos internos, recibió una ``solicitud de opinión'', sobre los problemas que puede generar la aplicación estricta -''o equivocada'', dicen otros- del artículo estatutario.
Porfirio Martínez, presidente de dicha comisión, habría dejado la respuesta en el escritorio de López Obrador tres días después, el jueves.
El contenido de la ``opinión'' no se hará público hasta la siguiente semana. Pero ya se adelanta que será en el sentido de que debe respetarse el estatuto.
Al menos de eso parece seguro Quintero: ``Andrés Manuel siempre ha hablado de una CNGV que funcione como la Suprema Corte de los años de Juárez. Entonces, creo que estará obligada a ratificar los acuerdos del Congreso Nacional''.
En los primeros días de noviembre, el CEN del PRD dedicará una de sus sesiones a ``consensuar'' las reglas que regirán al proceso interno.
Los días 13 y 14 de noviembre, en el Consejo Nacional revisará el Reglamento de Elecciones. En este fecha, o un mes más tarde si no se agota el tema, podrá emitir la convocatoria para el relevo de López Obrador.
Arrancan
``Pido que los nuevos dirigentes tengan el respeto y el apoyo de todas las corrientes... Esta debe ser una regla de oro para quienes compitan. Con la unidad, todos ganamos; con la división, todos perdemos'', dijo López Obrador en una reunión de junio pasado.
Fue la voz de arranque.
En el inicio de 1999 habría ``precandidatos''. Las campañas internas durarían tres meses pues la votación sería a finales de marzo.
El nuevo dirigente tendría que lidiar con la selección de candidatos en los estados de México y Nayarit. Luego vendría el plato fuerte: la candidatura presidencial.
Los suspirantes se perfilaron de inmediato. Para empezar, los líderes de tres de las principales corrientes que subsisten: Jesús Ortega -de Los Chuchos-, Amalia García -de los ex comunistas- y Mario Saucedo -de la desaparecida Trisecta.
Con el correr de las semanas se sumaron las menciones a Rosario Robles, segunda de a bordo de Cárdenas en el gobierno capitalino; el diputado Pablo Gómez; el dirigente del PRD-DF, Armando Quintero.
La lista no terminaría de engordar.
Noche del 18 de septiembre. En una mesa del restaurante La Calesa de Londres, en la Zona Rosa, departen López Obrador, Cárdenas, Jesús Ortega, Rosario Robles y Armando Quintero. La sucesión es el tema. Se desliza un acuerdo: ninguno de los aspirantes hará campaña formal hasta 1999.
Un acuerdo, en el mismo sentido, se logra unos días después, en el CEN perredista. Los ``destapes'' tienen que ser después del 8 de noviembre, cuando concluyen los procesos electorales del año.
A partir de ese momento comenzarán las proclamas y las reuniones masivas. Los seguidores de Ortega prometen un acto que será ``una verdadera sorpresa''.
En 1993 fue entre rupturistas y dialoguistas, para decirlo de modo maniqueo. En 1996, López Obrador se despachó con 75% de los votos con la bandera del partido-movimiento.
¿Qué sigue?
``Que no sea un dirigente que se lo coma el pragmatismo, los porcentajes electorales, aunque no sepamos con quién ni para dónde'', define Quintero.
Los seguidores de Jesús Ortega dedican largas horas a explicar la estretegia electoral, las encuestas, las alianzas, todo con miras ``a ganar el 2000 que es la meta importante''.
Es paradójico que en los corrillos perredistas se diga que Quintero ya pactó su apoyo a Ortega. O puede no serlo. Finalmente, en la historia del PRD las alianzas apenas se pueden atrapar en una foto instantánea. Los aliados de ayer no serán necesariamente los de mañana.
Por ejemplo, Adolfo Gilly, actualmente asesor del jefe de Gobierno capitalino, definía después del Congreso de 1993: ``El vencedor es la corriente nacional-populista encabezada por Porfirio Muñoz Ledo, aliada con el viejo comunismo mexicano. Esa alianza, sin embargo, está ahora acotada por la trisecta y sus propias e imprevisibles alianzas''.
Arcoiris, la amalgama que llevó a Porfirio a la presidencia no existe más. La trisecta tampoco. Los hebertistas dificílmente se reconstituirán. Los chuchos que estuvieron con Porfirio jugaron con López Obrador.
La diferencia básica en esta contienda es que no hay un figurón como en las anteriores, es decir, un candidato con el arrastre suficiente para garantizar un triunfo holgado. El pacto tendrá que llegar.
Mientras, la lista de candidatos crece y crece, así sea que algunos se anoten sólo para negociar. En el PRD de la víspera del 2000, las alianzas son todavía impredecibles.
Jesús Ortega Martínez
De izquierda. Dirigente del Partido Socialista de los Trabajadores hasta su pleito con Rafael Aguilar Talamantes. Luego, del Partido Mexicano Socialista. Tres veces diputado federal. Conocido por sus dotes negociadoras. Sus adversarios en el PRD le atribuyen amistad con funcionarios del gobierno. En 1994 jugó un papel relevante en el equipo de campaña de Cárdenas. En la elección anterior declinó su candidatura en favor de López Obrador, lo que le valió la secretaría general, el segundo cargo en la estructura perredista.
Movimientos. A mediados de año visitó a Cuauhtémoc Cárdenas en sus oficinas del Zócalo. Acompañado de una veintena de líderes medios le anunció su intención de buscar la presidencia perredista. Entonces se comenzó a hablar de él como una suerte de ``candidato oficial''.
Ha armado una estructura en gran parte de los estados de presencia perredista. El exdiputado Carlos Navarrete capitanea a los coordinadores ``regionales''. La campechana Layda Sansores, por ejemplo, juega ese papel en el sureste.
Ha trascendido que lo apoyan dos ``escindidos'' de otras corrientes: el senador mexiquense Higinio Martínez, antes hebertista, y Alejandro Encinas, exmilitante del PC y ahora secretario del Medio Ambiente del gobierno capitalino.
Amalia García Medina
De izquierda. Del Partido Comunista Mexicano al Mexicano Socialista. Senadora. Una de las dirigentes perredistas con mayor presencia en los medios de comunicación. Se destacó en asuntos de mujeres y de defensa de los derechos humanos.
En la elección interna anterior contendió contra López Obrador pero apenas logró 11% de los votos.
Movimientos. Tiene pensado lanzar su precandidatura la próxima semana, con un ``golpe de impacto'': su renuncia a la secretaría de Relaciones Políticas y Alianzas, esta misma semana.
La senadora dice contar con el apoyo de las estructuras partidistas en Sonora, Estado de México, Tamaulipas, Tabasco, Michoacán y Veracruz. Ha presumido también de haber ``recompuesto'' su relación con Cuauhtémoc Cárdenas y de ir a la contienda con el aval de López Obrador. Tiene otro apoyo importante de reciente adquisición: el de su paisano Ricardo Monreal, gobernador de Zacatecas.
En el PRD cuentan que en una ocasión, buscó apoyos a su precandidatura durante una gira de López Obrador por Baja California. El tabasqueño la paró en seco.
Más tarde, visitó a Octavio Romero, dirigente del PRD en Tabasco, para solicitar su apoyo. Romero no tardó ni cinco minutos en informar a López Obrador de los movimientos de Amalia.
Laura Itzel Castillo
De izquierda. Hija de Heberto Castillo, fundador del Partido Mexicano de los Trabajadores, fuerza en la que ella misma militó. Diputada federal. Se interesa en los temas ambientales. Integrante del CEN en dos ocasiones consecutivas.
Movimientos.
Domingo 16 de agosto. Hotel Days Inn en la Cuauhtémoc. Los hebertistas se quieren rehacer. Ramón Sosamontes convierte un seminario Comunicación del PRD en un acto de precampaña, en favor de Laura Iztel. ``Un grupo importante de perredistas'' está con ella, dice.
Unas horas antes del informe presidencial, en el restaurante El Cardenal, de Palma. Cónclave de la antigua corriente para hablar de la candidatura de la hija de su fundador. Asisten el senador Higinio Martínez, Sosamontes y una treintena de diputados federales.
Su intención, argumentan, es frenar ``las intentonas de que Jesús Ortega se vaya solo''.
En agosto buscó a Cárdenas en Oaxaca para anunciarle sus aspiraciones.
Laura Itzel tiene otro pie en el DF. Cada semana se reúne en el restaurante L«heritage con diputados locales como Javier Hidalgo y René Arce, en la ruta de una planilla común para la presidencia del PRD capitalino.
Mario Saucedo Pérez
De izquierda. Líder histórico de la Asociación Cívica Nacional Revolucionaria. Senador. Ex secretario general cuando Muñoz Ledo fue presidente.
Movimientos. El senador jalisciense busca jalar a integrantes de la desaparecida trisecta, suma de pequeños grupos de izquierda que en 1993 hizo el contrapeso a la candidatura de Porfirio Muñoz Ledo. Algunos de sus antiguos compañeros han aceptado reunirse, pero plantean que es preciso ``poner en juego'' el nombre del candidato y no dar por sentado que sería Saucedo.
Sin embargo, en el círculo cercano del senador se dice que su candidatura ``no está a discusión''.
Entre algunos miembros de la ex trisecta corre la versión, fortalecida por el tema del artículo 19, de que una candidata que obtendría mayores adhesiones sería la senadora Rosalbina Garavito.
A pesar de que se quejan de que otros aspirantes llevan dos años en campaña, los partidarios de Saucedo aseuran que ``de ser la elección en este momento, la ganaríamos''.
El principal operador de Saucedo es Humberto Zazueta, secretario de Derechos Humanos del CEN.
Armando Quintero Martínez
De izquierda. Militante de la Organización de Izquierda Revolucionaria-Línea de Masas. Opositor eterno a Evaristo Pérez Arreola en el sindicato de la UNAM. Ex diputado y actual presidente del PRD en el DF.
Movimientos. Cuando lo cuestionaron sobre si pensaba lanzarse en serio respondió con una pregunta: ``A ver, ¿qué tienen Camilo (Valenzuela) y Mario (Saucedo) que no tenga yo?''
Hace apenas un mes se erigió como líder de una nueva corriente capitalina: IDEA (Izquierda Democrática en Avance), contrapeso a la encabezada por su antiguo aliado, René Bejarano.
Camilo Valenzuela
De izquierda. Grupo de los enfermos de Sinaloa. Partido Patriótico Revolucionario y PMS. Ex diputado y actual secretario de Asuntos Laborales.
Formaba equipo con Juan Guerra, Alfonso Ramírez Cuéllar y Gilberto López y Rivas. Al parecer va solo, pues sus fichas con los antiguos integrantes de la trisecta son escasas.
Héctor Sánchez López
De izquierda. Fundador de la Coalición Obrero Campesino Estudiantil del Istmo. Ex coordinador de los senadores del PRD.
Baraja la idea de contender con el apoyo de un grupo de sus compañeros de bancada en el Senado: Félix Salgado, Ernesto Navarro, Cristóbal Arias y Auldárico Hernández.
Su bandera es que ``deben ser reconocidos los liderazgos regionales'', por lo que ha sumado a diputados de Puebla, Oaxaca y Tabasco.
Sin embargo, como aspirante a la gubernatura de Oaxaca propició la división del perredismo de aquella entidad, por lo que sus adversarios consideran que ``ni siquiera ahí ganaría''.
Rosalbina Garavito
En su juventud estuvo ligada a grupos guerrilleros. Economista. Se le reconocen dotes como investigadora de asuntos laborales. Senadora y ex diputada. En 1995, una alianza de ex priístas y ex comunistas, impulsada por Muñoz Ledo, la destituyó como coordinadora de los diputados.
Movimientos. La senadora no ha decidido si participa. La impulsan cuadros de la ex trisecta que piensan que atraería más apoyos que Mario Saucedo.
En diciembre de 1997, centenares de perredistas estrenaron oficinas en el gobierno del DF y en las Cámaras.
Con el sabor de la victoria aún en la boca, Andrés Manuel López Obrador aprovechó una de las últimas reuniones del año para anunciar su intención de acortar su periodo y convocar anticipadamente a su relevo.
La idea del tabasqueño era ``desempalmar'' las elecciones de la nueva directiva y del candidato a la Presidencia.
Unos meses más tarde, cuando ya su propuesta se daba por aprobada, López Obrador argumentó: ``(La política) en mucho es el arte de manejar los tiempos (porque) el que apresura tropieza y el que va demasiado lento no llega y siendo nuestro interés superior que el PRD alcance la presidencia de la República y la mayoría en el Congreso, tenemos que manejar con mucha precisión y oficio los tiempos políticos del año entrante''.
El ``oficio'' del tabasqueño fue precisamente el motor de su propuesta: acortando su mandato tendría tiempo para evitar el desgaste del último trecho, reconstruir sus relaciones en Tabasco... y esperar la definición del candidato presidencial.
El destino de Andrés Manuel después de marzo de 1999 podría estar, se empalman las versiones en el PRD, en el gabinete de Cuauhtémoc o en la Fundación para la Democracia. Aunque su idea final sería pagar a sus paisanos la promesa de regresar. Tabasco tiene relevo de gobernador en noviembre del 2000.
Textualmente, el artículo 19, en su fracción III, dice:
``Los integrantes de los comités ejecutivos del partido en todos los niveles podrán reelegirse hasta en un 30%. En ningún caso, un integrante podrá ocupar un cargo en los comités ejecutivos por más de dos periodos consecutivos (subrayado de Masiosare). Los integrantes de los comités ejecutivos, nacional, estatal y municipal, no podrán simultáneamente representantes populares ni funcionarios públicos de nivel superios federales, estatales o municipales, salvo los coordinadores de las fracciones parlamentarias respectivas.''
En el capítulo III se detalla la integración del Comité Ejecutivo Nacional (Artículo 33):
``... Se integrará por 21 miembros que formen parte del Consejo Nacional, entre los que figurarán el Presidente, el Secretario General y los coordinadores de los grupos parlamentarios federales''.
En los transitorios, se especifica:
``Primero. El presente Estatuto entrará en vigor al día siguiente de su publicación en la Gaceta del Consejo Nacional(...).
``Sexto. La elección de los 128 consejeros del IV Consejo Nacional, del presidente nacional y del secretario general tendrá lugar en marzo de 1999. El III Consejo Nacional convocará a esta elección en los términos del Reglamento General de Elecciones''.