Bernardo Bátiz
Voz nueva en política

Es muy alentador saber que se incorporan a la lucha política nuevos rostros y personalidades que son bien conocidos en actividades de otra índole. Me refiero, en esta ocasión, al periodista y hombre de letras (valga la redundancia) Miguel Angel Granados Chapa, candidato del Partido de la Revolución Democrática (PRD) y del Partido del Trabajo (PT) a la gobernatura del estado de Hidalgo.

Hace no mucho, otro fundador de La Jornada, como Granados Chapa, el hoy senador Carlos Payán, dio un paso semejante y, en el caso de ambos, no hay duda de que enriquecen una actividad muy crítica y criticada, como es la política militante y activa, que debiera ser, sin embargo, una de las preocupaciones normales y cotidianas de todo buen ciudadano.

El pasado domingo estuve en Pachuca, la airosa capital de Hidalgo, para presenciar la toma de protesta en el Teatro San Francisco, y fui testigo del trascendental paso, de la reflexión sobre política y, eventualmente, de la organización de elecciones, a la política pública, abierta y en busca de cargos de elección popular que dio Granados Chapa con un ``sí, protesto'' interrumpido por una breve pausa entre las dos palabras que sonaron claras, preludio a su casi inmediato discurso, tan claro y contundente como su protesta.

El discurso del nuevo político se ocupó de todo lo que tenía que ocuparse: tuvo sus momentos emotivos cuando hizo la remembranza de su infancia en Pachuca; de su madre, maestra de escuela, y de sus amigos y profesores; citó datos duros respecto a la pobreza del estado y marcó, con toda claridad, a qué se responsabiliza frente al PRD y, muy especialmente, a qué se obliga con el pueblo de Hidalgo.

Hubo frescura en el acto político y contraste entre los otros oradores, todos avezados en la práctica política, y el estudioso de ella que incursiona por vez primera en terrenos menos teóricos y que deja caer sus bien construidas frases y claras ideas como aire fresco en el ambiente que se torna pesado, según avanza el tiempo en nuestro ambiente público para acercarnos a un cambio profundo del sistema.

Desde que Granados Chapa propuso su propia candidatura e invitó a los partidos de oposición a hacer un frente con él a la cabeza para derrotar al PRI y a las familias de caciques de la región y rescatar así para la democracia uno de los estados más pobres del país, supimos que se trataba de una innovación tanto en el lenguaje como en el estilo. Y lo hemos corroborado con su discurso inicial, en el que lo mismo citó a López Velarde que propuso un estilo nuevo de gobierno y de desarrollo, orientado, ``fundamentalmente'', dijo, a elevar las condiciones de vida de la población.

El PRD y el PT tuvieron el acierto y la sensibilidad de darse por recibidos de la invitación e incorporarán al nuevo, aunque ciertamente maduro candidato, a sus firmes ideas sobre los problemas de su estado; sólo el PAN, titubeante como está desde hace una década, dejó pasar la oportunidad de un abanderado de primera y optó por un inexperto con alguna dosis de popularidad efímera.