Astillero Ť Julio Hernández López
El movimiento político dibujado por el dedo presidencial en Hidalgo tiene varias aristas interesantes. Para empezar, expone a Francisco Labastida Ochoa a un inoportuno escrutinio público, pues el secretario de Gobernación ha sido obligado a prescindir de una pieza importante del destacamento de paisanos que importó de Sinaloa para ocupar diversas áreas y, en especial, la de Seguridad Pública.
Del destino que ocupe Roberto Zavala Chavarría, el paisano saliente de la subsecretaría de Seguridad Pública y Previsión Social, podrán tejerse especulaciones relacionadas con el 2000; si (como anhelan en las cercanías de Labastida Ochoa) lo nombran procurador federal de Justicia (en relevo del maltrecho Jorge Madrazo Cuéllar) o subsecretario labastidista en otra secretaría del gabinete, la estrella del hombre de Bucareli seguirá resplandeciente; si, por el contrario, pasa a algún cargo menor, habrá quienes crean que la del sinaloense es una fuerza menguante.
Pero en caso de que el destino de Zavala Chavarría sea oscuro, no sería ésta la única muestra pública de debilidad política de quien es tenido como firme aspirante a la candidatura presidencial priísta. Ya antes había pasado el trance de ver cómo sus seguidores eran derrotados en Sinaloa a la hora de elegir candidato a gobernador, ante el empuje de la corriente que le era abiertamente adversa y que encabeza quien ganó la candidatura priísta, Juan S. Millán. Con evidencias públicas, que obligaron al jefe de prensa del secretario de Gobernación a emitir boletín día a día, el secretario Labastida Ochoa fue involucrado en la contienda sinaloense como parte interesada y, finalmente, como gran derrotado.
Luego de ganar el dudoso honor de ser uno de los pocos titulares de Bucareli que han sido incapaces de decidir la vida política de su terruño natal, Labastida Ochoa se aplicó con esmero a tratar de asumir de verdad su condición de secretario de Gobernación y no quedar tan sólo como una especie de secretario de gobierno federal para asuntos chiapanecos.
El paisanaje, factor de seguridad para un precandidato
Una pieza fundamental en esa estrategia de reposicionamiento de don Francisco fue el tema de la seguridad pública. Una de las primeras decisiones que tomó Labastida Ochoa, luego de su nombramiento en sustitución de Emilio Chuayffet, fue poner a sus sinaloenses de confianza a trabajar en el tema presuntamente clave: la seguridad pública. Quien resuelva ese tema tendrá ganado el aprecio de los mexicanos, decían los publicistas de Gobernación. Cuando se acercaban las fechas para anunciar con bombo y platillo el plan maestro de Labastida Ochoa contra la inseguridad pública, las gargantas profundas de Bucareli buscaban convencer a los columnistas (sin batallar mucho, en una buena cantidad de casos) de la importancia del gran paso dado por el sinaloense.
Ahora, la joya de la corona labastidista ha pasado a otras manos. Un personaje de suficiente peso político, como para no ser avasallado por el secretario, releva en la subsecretaría de Seguridad Pública al paisano Roberto Zavala Chavarría. Con este movimiento, Labastida Ochoa es despojado de un factor fundamental de su estrategia en busca de la postulación presidencial. Ahora, Jesús Murillo Karam hará política para él y su grupo, pero no necesariamente para Labastida Ochoa, o al menos no por obligación, dependencia o minusvalía.
Aun cuando falta tanto tiempo para las decisiones políticas mayores, no está de más anotar desde ahora este gesto que despojó al secretario de Gobernación de su proyecto central de promoción futurista. El lance referido no puede ser desligado de la sensación creciente de que el candidato de ese subgrupo zedillista, integrado por Labastida Ochoa y Esteban Moctezuma Barragán, estaría orientándose cada vez con mayor claridad a favor del secretario de Desarrollo Social, entre otras cosas por razones de edad y por el impacto que en el electorado (mayoritariamente joven) pudiesen causar una cara joven o una de mayor edad.
En todo caso, el tiempo pondrá las cosas en su justa dimensión: ¿el paisanaje está en declive o, por el contrario, va en ascenso? El nombramiento que reciba Zavala Chavarría esclarecerá tal dilema.
Lugo Gil: un ritmo lento para una música rápida
Otra de las consecuencias del movimiento presidencial decidido en Hidalgo es el amargo arribo de Humberto Lugo Gil a la gubernatura del estado. Ningún personaje con fuerza o con esperanzas políticas habría de aceptar un interinato para cubrir los cinco meses finales del sexenio de alguien que mantiene el control de la entidad y que, además, aumentará su fuerza local en la medida que ha sido promocionado a una instancia federal importante.
Pero don Humberto es justamente un emblema del priísmo tradicional, ortodoxo, disciplinado hasta el extremo, servidor del sistema a cualquier costo. Habiendo buscado siempre ocupar la titularidad del gobierno hidalguense, y luego de quedar en un ínfimo lugar de las preferencias de sus paisanos en la contienda interna priísta para candidato a gobernador (que ganó el diputado Manuel Angel Nuñez), Lugo Gil acepta un puesto de lamentable consolación, con el que finalmente asegura que su retrato sea incluido en las galerías de gobernadores hidalguenses.
Sin embargo, el añoso político hidalguense tiene, además, un encargo peculiar: tratar de meter en su ritmo somnoliento el proceso electoral en curso, que ha sido sacado de su modorra casi institucional por la participación del periodista Miguel Angel Granados Chapa como candidato conjunto del PRD y el PT.
Aun cuando Murillo Karam dejó sembrados los suficientes gérmenes de división y encono como para que el PRI tenga el camino allanado para su victoria electoral (una de las cuentas que el sistema está pagando al gobernador, ahora con licencia, se refiere justamente a la inquina y las maniobras con las que impidió la alianza entre PAN y PRD que, de haberse dado, hubiese colocado en un verdadero aprieto al PRI), la presencia de Granados Chapa significa un margen de riesgo para los cacicazgos priístas, a cuyo conjuro el poder central ha mandado a Lugo Gil, confiando en las características de apacibilidad que antaño le dieron éxito en la obtención de cargos por dedazo, pero que ahora a nadie conmueven.
Lugo Gil buscará, en los cinco meses de interinato que va a cubrir, enfriar el calor que Granados Chapa trasmita al proceso electoral hidalguense y, por otra parte, diluir los riesgos del berrinche del senador José Guadarrama Márquez, inconforme por haber tomado los mismos brebajes de la adulteración electoral en los que él es experto suministrador.
Astillas: Sesenta y cinco minutos de debate radiofónico en Radio Red este miércoles, entre Felipe Calderón y Andrés Manuel López Obrador, con José Gutiérrez Vivó como anfitrión, podrían ser resumidos en la frase final dicha por el perredista, según la crónica hecha en La Jornada por Juan Manuel Venegas y Georgina Saldierna: ``Ya veremos en noviembre lo que aprueban (los panistas)''. En efecto, dimes y diretes, dichos y contradichos, aclaraciones y precisiones, alegatos y debates tendrán un momento único en el que ya se verá quién miente y quién dice la verdad: noviembre, la hora de votar o no junto al PRI... Las peticiones de desmilitarización de la zona chiapaneca han comenzado a ser atendidas por el gobierno federal: el mariscal Roberto Albores Guillén dio de baja a parte de su Estado Mayor. La maniobra castrense, sin embargo, no alienta muchas esperanzas, pues aun cuando se cambiase al regimiento completo, el mariscal seguirá operando en el campo de batalla...
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