Luis Javier Garrido
El champagne

La lucha popular porque se haga justicia frente a la pretensión de las élites gobernantes de tener una amplia impunidad es parte central del desafío democrático. Y el proceso apenas empieza, como lo demuestra el caso de México.

1. Las botellas de champagne con las que el anciano genocida chileno Augusto Pinochet pretende festejar la decisión de lord Bingham (presidente de la High Court británica), de que ``como antiguo jefe de Estado'' goza ``de plena inmunidad jurídica'', tendrán que esperar sin duda en la nevera, como lo afirma la prensa europea (El País, 29 de octubre), pues la última palabra no está dicha en esta controversia. De la misma manera que Carlos Salinas deberá también aguardar para festinar en su residencia de Irlanda la visita a México del general Barry McCaffrey (zar antidrogas norteamericano), quien al parecer vino a recordarle a todo mundo que éste continúa protegido por la narcoamnistía de Washington.

2. Los delitos ``de lesa humanidad'', como se sabe, no prescriben ni hay inmunidad de derecho ni de hecho frente a ellos, en virtud de múltiples instrumentos internacionales. Y es por esto que la pretensión de muchos gobernantes neoliberales de que son impunes ``por los actos cometidos en el ejercicio de sus funciones'', tal y como lo estableció el juez inglés, constituye un absurdo legal, pero es también un atentado contra el orden jurídico internacional.

3. Las investigaciones de la procuradora suiza Carla del Ponte son en este contexto de enorme trascendencia para México, pues arrojan nuevas informaciones sobre los crímenes cometidos en el sexenio pasado y sobre la actual descomposición del aparato de Estado, por lo que es un escándalo que la PGR en vez de actuar continúe fungiendo como una instancia de encubrimiento. De acuerdo con testigos a los que llevó a declarar Del Ponte, tal y como ha sido publicado por La Jornada y otros medios (21-26 de octubre), los narcos colombianos tenían una relación estrecha con Carlos Salinas desde la campaña presidencial de 1988, y éste estuvo inodado tanto en el homicidio de los cardenistas Ovando y Gil (dirigentes del FDN), llevado a cabo en ese año por miembros del cártel de Juan García Abrego, asociados a los Salinas y a los colombianos, como en la muerte de Colosio, y su enriquecimiento personal no tuvo límites, como no lo tuvo tampoco la colusión del narco con el poder.

4. Las informaciones que se multiplican sobre el homicidio del cardenal Posadas, y las declaraciones de dignatarios de la Iglesia en el sentido de que no hubo equivocación alguna en su homicidio y de que éste fue premeditado (Eco, 19 de octubre), contribuyen por lo mismo a perturbar aún más la vida política del país.

5. Las actividades delictivas del grupo salinista, que contra lo que opinan muchos analistas sigue gobernando a México, han sido una vez más puestas al descubierto por las investigaciones de los helvéticos, y este hecho ha suscitado una reacción de dicho grupo, con todo su poderío económico y político, para evitar que se enjuicie a Carlos Salinas y a sus principales colaboradores. En unos cuantos días, las notas y comentarios sobre el Informe Del Ponte desaparecieron de las columnas de los diarios, la salinista María de los Angeles Moreno fue elevada al rango de ``líder del Senado'' y el también salinista Jesús Murillo Karam fue llevado de gobernador de Hidalgo a subsecretario de Gobernación.

6. La pregunta es, por lo tanto, legítima: ¿quién gobierna a México? ¿Zedillo o Salinas, o los amigos de los dos? ¿Las instituciones o una narcomafia de tecnócratas salinistas que a toda costa quiere imponerle presidente al país, sea por la vía del PRI o por la del PAN?

7. Acción Nacional ha mostrado a lo largo de los últimos ocho años, durante los periodos de Carlos Castillo Peraza y Felipe Calderón, una lealtad a toda prueba, que raya en la subordinación, a los intereses del salinismo. Y es por eso que a muy pocos panistas ha sorprendido que ante el Informe Del Ponte, que involucraba también, y de manera muy directa, a varios dirigentes blanquiazules, la cúpula del PAN una vez más se haya hecho la desentendida.

8. El silencio cómplice del PAN, que durante décadas fue una organización de oposición y ahora es un partido que al subordinarse a los intereses de un grupo busca mayores espacios de poder (tal y como lo hizo la Democracia Cristiana con Pinochet), no es sin embargo el único elemento perturbador que ahonda la crisis del régimen. Las principales organizaciones empresariales, con el argumento falaz de ``ignorábamos lo que pasaba'', avalaron y siguen avalando la consolidación de un narcosistema en México, y por eso es válido también preguntarse: ¿hasta dónde han penetrado los dineros del narco?

9. Las llamadas políticas ``de Estado'' han sido en nuestro país en los últimos tres sexenios las políticas que un grupo ha impuesto para beneficio del proyecto trasnacional pero, sobre todo -y ante todo-, para satisfacer sus propios intereses y enquistarse en el poder. Y a esas políticas es a las que el grupo salinista quiere que los partidos se plieguen, a cambio de mayores espacios de poder, cuando lo que urge en México son políticas para la nación.

10. La lucha contra la impunidad de quienes gobiernan es también por eso -en Santiago, en Londres, en Madrid o en México- la lucha por los derechos individuales y sociales de todos.