La Jornada 1 de diciembre de 1998

Se intensifican asedios castrense y migratorio en los Aguascalientes

Hermann Bellinghausen, enviado, San Cristóbal de las Casas, 1o. de diciembre Ť Así como se han intensificado los sobrevuelos militares sobre los Aguascalientes zapatistas de La Realidad, Oventic, La Garrucha y Morelia, desde el pasado fin de semana se recrudecieron los operativos migratorios para restringir el tránsito de personas en la zona de conflicto.

Al reanudar las expulsiones de extranjeros en los Altos y la zona norte por parte de las autoridades, ha surgido un nuevo componente: los grupos paramilitares. Los tres casos de intercepción severa ocurridos en las últimas 72 horas han derivado de ``incidentes'' con los distintos grupos paramilitares.

Los hechos en Los Plátanos, Nicolás Ruiz y Mariscal Yewitz siguieron el mismo patrón: a un encuentro persecutorio de extranjeros con paramilitares sigue la aparición de la policía estatal o judicial, no necesariamente de la policía migratoria, y en segundo plano, siempre, el Ejército federal.

Las tres ciudadanas estadunidenses ``interceptadas'' ayer por la policía en las inmediaciones de Nicolás Ruiz sufrieron también una constante intimidación por parte de presuntos paramilitares, identificados por los pobladores de ese municipio (tan perseguido últimamente) como miembros de Los Chinchulines. Dos camiones repletos de ellos, con los rostros cubiertos con paliacates azules.

En Mariscal Yewitz, Tumbalá, los dos ciudadanos italianos y una sanmarinesa, que a estas alturas ya habrían sido invitados a dejar el país, fueron detenidos por integrantes de Paz y Justicia y entregados a la policía ``por reunirse con perredistas y zapatistas'', según los propios miembros del grupo priísta, señalado repetidamente como paramilitar, y que controla con gente armada partes significativas de los municipios de la zona norte (Tumbalá, Tila, Sabanilla y Salto de Agua).

El comisariado ejidal priísta de Mariscal Yewitz, Sebastián Arcos Díaz, reconoció públicamente haber pedido a la seguridad pública ``que los agarrara (a los extranjeros), por que si no, los íbamos a amarrar nosotros para que se murieran de hambre'' (Cuarto Poder, 1o. de diciembre, página 11).

Del mismo modo, el encuentro, al parecer accidental, entre Pastores por la Paz y los paramilitares en poder de Los Plátanos, municipio de El Bosque, derivó en un ``incidente'' con la seguridad pública del estado, y en la posterior detención de algunos miembros de esa caravana estadunidense por el Instituto Nacional de Migración (INM). Fueron deportados, pese a las gestiones del reverendo Lucius Walker, presidente de esa organización no gubernamental.

En el caso particular de Pastores por la Paz, la estrecha vigilancia migratoria obedece a las extraordinarias restricciones legales con las que viaja ahora este grupo. En ninguna otra parte de la República se exige, como aquí, tal cantidad de requisitos para el libre tránsito. Entre otras cosas, la autorización de acceso se da por municipio, y hasta por comunidades específicas.

A los miembros de Pastores por la Paz expulsados les bastó rebasar en menos de cinco kilómetros sus límites permitidos, por error según ellos, para perder su derecho a permanecer en México.

Hoy viajó a La Realidad otro grupo de esa ONG. Sí contaba con la autorización migratoria para efectuar dicho recorrido, a través del municipio constitucional de Las Margaritas.

Al mismo tiempo, la CIOAC-Independiente denunció ayer en Las Margaritas la aparición de hombres armados del grupo paramilitar MIRA.

Según la CIOAC, las acciones de provocación violenta del MIRA ``son respaldados por el presidente municipal (priísta) Armando Levy Guillén'', a quien acusan de mantener trabajando ``dentro de su ayuntamiento'' a presuntos dirigentes de la agrupación paramilitar.

El 27 de noviembre, un grupo del MIRA se presentó en una bodega de la CIOAC en Las Margaritas, fuertemente armado, y estuvo a punto de provocar un choque con sus ocupantes.

Por el lado de Taniperla, en el municipio de Ocosingo, el MIRA controla actualmente el acceso a la cañada del río Perla, al amparo de seguridad pública. Es predecible que, una vez más, allí tampoco permitirán la presencia de observadores extranjeros. Ya se ve que a los paramilitares priístas no les gusta que los vean. Tampoco le gusta al INM que esto suceda, y en cuanto los topa, los deporta si carecen de la precisa autorización.

En los Altos, la zona norte y la Selva Lacandona pareciera estarse tendiendo una especie de cinturón, con fuerte ingrediente paramilitar, con la finalidad de impedir la observación internacional.

Al aproximarse el primer aniversario de la matanza de Acteal, crece el nerviosismo de las autoridades. En Chenalhó, el control de extranjeros que intentan ingresar a ese municipio lo lleva directamente el Ejército federal. Los soldados que aplican la Ley Federal de Armas de Fuego y Explosivos son también los encargados de recabar los documentos migratorios de aquéllos. A veces observados de lejos por agentes de Migración. A veces, ni eso.

Nueva presión militar

Simultáneamente al Informe del gobernador sustituto Roberto Albores Guillén, ayer se registraron vuelos de helicópteros militares y por lo menos un avión de exploración sobre las distintas regiones de predominio zapatista en los Altos y la Selva Lacandona.

Sobre todo al mediodía de ayer, el patrullaje aéreo y terrestre fue pertinaz en los Aguascalientes, como sólo se ve de vez en cuando, en ocasiones de especial nerviosismo gubernamental.

Esta misma situación explica el silenciamiento oficial de lo ocurrido en Polhó la semana pasada, cuando soldados del Ejército federal intentaron evitar que los indígenas trabajaran un predio comunal, e hirieron a tres personas.

En la ciudad de Ocosingo se ha incrementado desde el fin de semana la presencia visible del Ejército federal, así como la vigilancia policiaca a cargo de diversas corporaciones estatales, federales y especiales.

También San Cristóbal de las Casas se encuentra abrumadamente observada por las policías, desde el reciente encuentro del EZLN con la sociedad civil y con la Cocopa. Se fue la gente, pero la vigilancia abundante y estrecha se quedó.