La Jornada 3 de diciembre de 1998

La Generación del 98 propició, en España, al pensador comprometido

Angel Vargas Ť No obstante que el grupo de escritores españoles de finales del siglo XIX y primeras décadas de éste, al que se denomina la Generación del 98 no se constituyó como tal, sí puede decirse que es con ellos -especialmente con Miguel de Unamuno- cuando aparece en España, a finales de la centuria pasada, la figura del intelectual como conciencia crítica y depositario de la verdad histórica.

Lo anterior fue señalado por Adolfo Sánchez Vázquez, quien dictó ayer la conferencia magistral Los del 98 y la política, dentro del Encuentro Internacional A cien años de la Generación del 98, organizado por la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM y la embajada de España en México.

Doctor honoris causa por la UNAM, Sánchez Vázquez, antes de adentrarse en lo que fue el tema de su conferencia, marcó su posición respecto de si puede hablarse de una Generación del 98, ``expresión con la que designó Azorín, años más tarde, al grupo integrado por él mismo, De Unamuno, Baroja, Maeztu, Valle-Inclán y Antonio Machado''.

Atracción por la política

Esos escritores no llegaron a constituirse como generación, explicó el filósofo, ``porque distaban mucho de tener una conciencia de grupo, de adoptar un proyecto común y, por tanto, de la necesidad de establecer, entre ellos, las correspondientes relaciones mutuas''.

Empero, mantuvieron cierta afinidad, mediante rasgos comunes, entre ellos su espíritu crítico, de protesta con la España de su tiempo; el intento de explicarse males como la corrupción, la mentira y la decadencia, y su radicalismo en ese intento, agregó.

Para el autor de Escritos de filosofía y política, ``los del 98'' -forma en que el catedrático denominó al grupo de escritores- no sólo intervinieron intelectualmente, al explicarse y criticar la realidad de su época, sino que participaron de diferente manera e intensidad por tratar de cambiarla; ``y esa intervención es justamente la política''.

Sánchez Vázquez dividió a los seis escritores, ``los del 98'', en dos grupos. Por una parte, los más políticos: De Unamuno, Maeztu y Azorín; y por otra, los que ``se caracterizan por su pulso político más débil'': Baroja, Valle-Inclán y Machado.

``Ciertamente, nos referimos al decenio de 1895 a 1905, pues en su evolución posterior, en su madurez y en la fase tardía de aquélla, veremos que todos se sienten atraídos por la política, aunque en direcciones opuestas y, al final, antagónicas.''

Citó durante gran parte de su disertación el caso de Miguel de Unamuno, ``protagonista político de los del 98; aunque todos sus compañeros del grupo comparten su preocupación por salvar a España de la corrupción, de la miseria y la decadencia, ninguno, como él, traduce esas preocupaciones en actividad política''.

Durante cuatro años, ese escritor fue un convencido socialista marxista, ideología que abandonó en 1897 tras sufrir una crisis existencial religiosa. Luego de esa crisis y hasta el fin de su vida, De Unamuno se ocupó del ``problema de España'', cuya solución para él estaba en una vuelta hacia una España premoderna, preburguesa, indicó.

``Se trata, por tanto, de una solución conservadora, regresiva, que como `reforma espiritual' se traducirá cada vez más categóricamente en acciones políticas reaccionarias'', que tuvieron su máxima expresión en ``avalar y justificar al franquismo como una cruzada en defensa de la civilización cristiana occidental''.

Luego de apuntar que el destino de Miguel de Unamuno se repitió en la mayoría de ``los del 98'', Sánchez Vázquez concluyó: ``Al hacer un balance de la relación de los 98 con la política, no sólo hay que registrar la cosecha que en favor de la democracia y la justicia social dejaron Valle-Inclán y Machado, sino también lo que a ella contribuyeron, en una fase temprana de su vida y su obra, los cuatro escritores restantes, antes de que su empeño noventayochista de salvar España, virara en dirección opuesta''.

(Hoy culmina el encuentro A cien años de la Generación del 98. A las 11 horas, en el Aula Magna de la facultad de Filosofía, Leopoldo Zea dictará la conferencia magistral ¿Derrota o victoria?)