La Jornada domingo 6 de diciembre de 1998

Fernando Benítez
Las fábulas de Tito Monterroso

El pasado domingo me visitaron mi doctor y amigo Arnoldo Kraus y su adorable mujer Deborah Fischer, quien me obsequió un ejemplar de su tesis para obtener la licenciatura en literatura latinoamericana, y que lleva por título La reconfiguración de la fábula: Augusto Monterroso.

Debido a la dictadura impuesta en Guatemala por Estados Unidos, a través de un golpe de Estado, buscaron asilo en México muchos indios guatemaltecos. Muchos de ellos todavía están labrando la tierra de Chiapas. También llegaron refugiados, entre otros más, Luis Cardoza y Aragón, un extraordinario crítico de arte, y Augusto Monterroso, que hoy tiene dos patrias: la guatemalteca y la mexicana.

A Deborah le interesa mucho la fábula en la cual es maestro Tito Monterroso; lo entrevistó en varias ocasiones y estudió con él lo referente a este género. La fábula es un género muy antiguo y de mucha tradición en el ámbito literario. Ya desde la antigüedad, autores críticos como Aristóteles, Bocaccio, Vico, se han ocupado de ella y también varios autores modernos.

En opinión de Deborah, las fábulas caminan de la mano con la sátira y la ironía, al igual que con la parábola, el apólogo y la intriga: son textos que transforman la realidad en otra realidad imaginaria, en donde los animales y los objetos cobran vida representando la naturaleza humana, sobre todo resaltando sus vicios y criticando las costumbres establecidas. Las fábulas generalmente llevan una moraleja, ya sea explícita o implícita; pertenecen, por lo tanto al género didáctico o formativo.

En opinión de Monterroso, la ironía en la fábula es inherente, además de cierto toque de humor que hay que introducir. ``La fábula -dice- generalmente es satírica, ésta señala un defecto, la tontería humana o las equivocaciones humanas en una forma satírica, entonces, para la sátira es casi indispensable un tono de ironía o por lo menos de humor''.

Deborah descubre que Monterroso -quien se concibe a sí mismo como escritor y no como crítico literario, ni mucho menos como filósofo- escribe su obra y la lanza a los lectores para que en ella encuentren todos los sentidos posibles.

Yo le aconsejé a Deborah enviar su estudio a alguna casa editorial, para su publicación. Se trata de un gran ensayo sobre un género literario de importancia, y que gracias a Tito Monterroso en la actualidad ha tenido repercusión en México.