Antonio Gershenson
Guerra de precios, ¿desde cuándo?

Algunos creyeron que, al fracasar la reunión de la OPEP para tratar de defender el precio del petróleo crudo, se inició la guerra de precios. Esta guerra, o guerrita, se ha dado periódicamente a lo largo del año.

Un ejemplo claro es el comportamiento del petróleo crudo árabe ligero, en comparación con el precio promedio de los crudos de referencia West Texas Intermediate (WTI) en Cushing y el Brent del Mar del Norte. El citado árabe había tenido un precio promedio anual, de 1994 a 1997, de 93 a 94 por ciento del de los mencionados crudos de referencia.

Luego del reciente fracaso de la reunión de la OPEP, este crudo árabe se vendió muy por abajo de esa relación. Es más, en menos de una semana bajó de 80 por ciento a menos de 75 por ciento del precio promedio de los crudos de referencia del mismo día, o sea, bajó mucho más rápido que los otros tipos de crudo. Esto se llama guerra de precios.

Pero este mismo escenario se repitió varias veces en este año, antes de los recientes sucesos. El árabe ligero estuvo por abajo de 75 por ciento del precio promedio de los mismos dos crudos de referencia los días 17, 18 y 19 de marzo; fue subiendo hasta más de 90 por ciento el 19 de mayo; volvió a estar por abajo de 75 por ciento casi toda la segunda mitad de junio y casi todo julio, incluso varios días abajo de 70 por ciento; volvió a subir desde agosto y la mayor parte de ese mes, de septiembre y de octubre estuvo alrededor de 80 por ciento; en noviembre tuvo bajas sin llegar a 75 por ciento, y luego el bajón reciente del que hablamos.

Las fechas de las bajas mencionadas anteceden a los anteriores acuerdos de defensa del precio del crudo. Es claro que se trató de guerritas o escaramuzas de precios para convencer a otros productores de que llegaran a un acuerdo de limitar exportaciones para defender el precio. Así, la actual baja, por guerrita de precios, no justifica el pánico para cambiar, a la baja, las previsiones del precio promedio de exportación de todo 1999. Menos aún, afirmaciones como la de nuestro secretario de Energía, en el sentido de que habrá precios bajos por lo menos una década. Sin embargo, la conclusión de ese funcionario en el sentido de que hay que concertar esfuerzos con los otros productores para defender el precio, es correcta.

El secretario de Hacienda, ante esto, vuelve a mostrar su pasión por la tijera presupuestal y plantea, antes de que se empiece a ejercer, meterle cuchillo al presupuesto, como si no fuera ya lo suficientemente raquítico.

Lo único que podría dar las bases para una baja sostenida en el precio del petróleo, que ya anda por los suelos y cuya producción ya se hace incosteable para productores con altos costos, sería una creciente recesión mundial. Pero el proceso de baja en las tasas de interés en los propios Estados Unidos y, sobre todo, en Europa, junto con otras medidas, tienden a frenar la recesión. El mismo precio bajo del crudo disminuye costos de producción en los países que lo importan, y favorece la reactivación.

Lo que vemos en la realidad de plazos más largos no es un desarrollo lineal, que va a seguir con más de lo mismo. Los precios tienen un comportamiento cíclico. En dólares de enero de 1992, el precio promedio mensual de los mismos dos crudos de referencia pasó de 21 dólares por barril a mediados de 1992 a 13 a principios de 1994; volvió a subir a 21 a fines de 1996 y ahora baja a 11 dólares de enero de 1992 por barril. La actual guerrita puede durar más o menos semanas, pero su resultado no puede ser otro que un nuevo acuerdo. Y la tendencia dependerá en buena medida del ritmo de la economía mundial. Las tasas preferenciales en varios países europeos están ya en alrededor de 3 por ciento anual, con lo cual no sólo se puede invertir y producir, sino que se puede comprar con tarjeta de crédito sin que tenga uno que pagar más por intereses que por lo que compró.