La Jornada 5 de diciembre de 1998

Nadie es demócrata si está rodeado por millones de miserables: Hugo Chávez

Stella Calloni, enviada, Caracas, 5 de diciembre Ť A pocas horas de las elecciones presidenciales en Venezuela, todos los indicios apuntan hacia un triunfo del ex teniente coronel Hugo Chávez al frente de una coalición de su movimiento, Quinta República, con el Polo Patriótico, donde se integran todas las fuerzas de izquierda (Partido Patria para Todos y Movimiento al Socialismo), que arrasó en las legislativas del pasado 9 de noviembre abriendo el camino definitivo hacia la presidencia.

Chávez vuelve a separarse de ``cualquier idea del golpismo'' de los militares del Cono Sur, enviados para reprimir a sus pueblos. ``Quiero recordar que el pueblo venezolano fue víctima cuando se produjo el Caracazo en 1989 y esto nos obligó a varios jóvenes militares a preguntarnos qué estaba pasando en nuestro país, un país con recursos, muy rico y con una pobreza terrible. Y en esa democracia se mató a mucha gente''.

Agregó: ``Como ahora mueren millones de hambre y es una hipocresía hablar de democracias con hambre. Es contra esa injusticia que actuamos entonces, contra la corrupción enquistada en el poder, una corrupción que para mantener sus privilegios pretendía usarnos para aplastar a la población''.

Ahora, entrevistado telefónicamente se siente a un paso de la presidencia y admite estar seguro para gobernar, porque tiene equipos ``muy preparados y tengo al pueblo venezolano al que no prometo lo que no puedo cumplir''.

Reconoce que ``hay serios peligros. Me han declarado la guerra. Ya hay agresiones que se harán más duras a medida que se consolide el triunfo. Y sé muy bien lo que sucederá cuando nos corresponda ejercer el mandato que el pueblo venezolano está dis- puesto a confiarnos. Las calumnias en mi contra son infames y es infame que muchos se presten a ella, cuando saben muy bien lo que hay detrás. Una campaña sucia, que desconoce la elemental decencia'.

Explica: ``Hay quienes llaman a luchar contra mí, que instalaremos una dictadura, cuando nuestra idea es todo lo contrario. No hago sino ratificar aquellas ideas de que nuestra insurrección estaba justificada por la situación y porque no queríamos tener nuestras manos con la sangre del pueblo venezolano. ¡Qué fácil hubiera sido para nosotros hacer lo contrario! Ahora sería un héroe para esos mismos que me descalifican''.

Favorito frente a una alianza casi desesperada de los partidos tradicionales, que han caído en un marcado descrédito, Chávez dice no ignorar la grave situación económico-social por la que atraviesa el país y la ``dureza de gobernar en estas condiciones. Por eso mismo hablamos de otro tipo de democracia, algo que van a tener que buscar todos frente a la dictadura de un capitalismo salvaje, que pretende más ajustes sobre millones de pobres y desesperados.

``¿Tenemos que ser los ejecutores de nuestros pueblos, por las armas o por la dictadura económica? Nosotros tenemos proyecto. No vamos a la deriva. Tenemos que encontrar caminos y producir cambios, Hablo de una democracia con fuerte contenido social. Venezuela tiene que producir. Tiene suficiente espacio y capacidad para eso. No sólo es el petróleo, Eso siempre lo he dicho''.

--¿Siente que su discurso puede sonar fuerte para algunos?

--Ahora que ofrecí mi discurso final, estaba hablando ante un pueblo sencillo y así habla el venezolano. Estaba viendo el pueblo venezolano, gente que incluso llegó descalza. No puedo hablar sino con ese tono nuestro, ese tono tan de Simón Bolívar. No es cierto que pasó el tiempo de tener dignidad bolivariana. La dignidad no es antigua, es básica para estar de pie.

Las preferencias electorales están claramente polarizadas en las últimas horas entre Chávez y Henrique Salas Romer, calificado este último como un ``populista'' de derecha dispuesto a hacer todos los ajustes y alinear a Venezuela en el rumbo fijado por los organismos transnacionales.

Economista graduado en Yale, recuerda siempre que gobernó ``bien'' Carabobo, entre 1990 y 1996.

Como independiente tenía una lejana posibilidad, pero ahora con el apoyo de los dos partidos tradicionales, Acción Democrática (socialdemócrata) y Copei (socialcristiano), que no dudaron en abandonar a la deriva a sus propios candidatos, las encuestas le adjudican 37 por ciento contra 53 por ciento para Chávez.

``Es peligroso --dice el ex militar-- que se viva convocando a la violencia. Nosotros tuvimos la experiencia de cómo se envió a reprimir a un pueblo desesperado cuando el Caracazo en febrero de 1989. Fue un genocidio. Para el grupo de militares jóvenes fue una toma de conciencia como ya lo he dicho. Después nos acercamos a los estudiantes, a los trabajadores, a los artistas también, a todos, y juntos fuimos armando un proyecto, tomando una posición de defensa de nuestra autodeterminación, como todos lo van a tener que hacer a corto plazo.

--¿Su movimiento no es violento?

--Defendemos el patrimonio cultural, los recursos naturales y el sistema productivo del país. No creo que eso sea violento. Sí requiere de honestidad y decisión porque es un desafío. Recuerdo haberle dicho que yo no estoy llevando una antorcha, una tea para incendiar. El incendio ya está con la situación que se vive y por eso tratamos de buscar un camino, no queremos, ninguno de nosotros, que el país se incendie porque amamos a nuestra tierra. Los que quieren incendiarla son otros, a los que no les importa ni la voluntad del pueblo venezolano ni su suerte.

Chávez y sus seguidores advierten que hay un momento muy especial y que el levantamiento indígena de Chiapas, los movimientos en Brasil de los campesinos sin tierra, así como ``el avance de las fuerzas democráticas en los últimos tiempos en nuestros países, con las movilizaciones sociales, las exigencias para que se termine la impunidad y otras, demuestran que no estamos tan solos en nuestras ideas''.

El discurso reivindicativo de Chávez es absorbido con pasión por un pueblo que parece detenido en el tiempo, que juega al encanto de sus numerosas reinas de belleza (la mayoría preparadas incluso mediante cirugías plásticas para su disputa en esos torneos) pero que muestra un atraso de años, desocupación superior a 20 por ciento, en algunos lugares más de 60 por ciento, una economía informal que ronda el 57 por ciento.

Hasta físicamente sienten, así lo señalan las encuestas, que Hugo Chávez --de 43 años de edad, alto moreno, descendiente de luchadores, a quien le dicen Maisanta, como a su abuelo-- los representa.

El ex militar comenzó en la política al frente de su Movimiento Bolivariano Revolucionario 2000 y apoyó en 1994 las medidas de emergencia del anciano presidente Rafael Caldera, aunque consideró entonces que eran tardías e insuficientes.

``Cuando recorrí el interior me convencí más aún que nadie es demócrata si lo rodean millones de miserables'', afirma.

En 1994 se esperaba sanear la economía y un sistema financiero, con enormes bolsas de corrupción: Caldera pidió tiempo, pero había que ir más hondo.

En el 94, aquel teniente coronel de paracaidistas que había pasado por la cárcel y concentrado cierta devoción popular, comenzaba su camino político.

El mismo reconocía que tenía mucho que andar, porque había partido de ``una idea bolivariana'' y admiraba profundamente al general peruano Juan Velasco Alvarado, uno de los líderes militares que produjeron las revoluciones llamadas ``populistas'' de los años 70, que fueron el otro espejo de las dictaduras sudamericanas.

Sin embargo, esos militares fueron combatidos sin piedad mientras los dictadores ``amparados por el poder internacional'' mataron, secuestraron ``y acabaron con generaciones de patriotas para imponer esta nueva dictadura global''. Esa es la idea del núcleo que rodea a Chávez.

Pero quien sea que triunfe tiene un país en estado de catástrofe y una población (23 millones de habitantes) que ha esperado demasiado tiempo por la justicia y cuyo espejo mágico estaba concentrado en los dividendos del oro negro, los que nunca llegaron a las mayorías.

Ahora el espejo se rompió y el desengaño acabó con los tradicionales partidos, por lo que ``parecería insensato cortar los pies de quienes quieren caminar''.

--¿Por qué eligió la carrera de las armas?

--Llegué a ser militar porque mi padre era muy pobre y no podía financiar mis estudios. Y curiosamente fue en el ejército donde nació esa inquietud de preguntarme por qué pasaba lo que pasaba en nuestro país. Yo viví la experiencia de Velasco Alvarado en los años 74 y 75. Estuve en el sesquicentenario de Ayacucho en Perú y fue para mí muy importante conocer a Velasco y a Mercado Jarrín; ellos me regalaron el libro de la revolución peruana.

``Y luego conocí a Omar Torrijos. Y nosotros, militares jóvenes, comenzamos a hablar de estos temas desde 1982 acercándonos a Bolívar. Anduvimos por donde anduvo Bolívar. Y todo eso nos emocionaba mucho. Así es que ya no contesto cuando dicen golpista. Nuestro movimiento nació en Aragua, en el Senan de Guere, que es un Senan que tiene historia y donde Simón Bolívar acampó muchas veces.

``Luego estudiamos historia y entonces tratamos de dar un contenido ideológico. Vimos la vigencia que tenía la idea bolivariana con sólo pensar lo que hubiera sido América Latina unida, ya podemos darnos cuenta como sería hoy la historia. Pero de esto muchos no me preguntan. Sólo si soy golpista o gorila (dictador militar). Eso no me empobrece a mí sino a quien me pregunta, y no quiere o no puede ir más lejos''.

Chávez sostiene que en estos tiempos, cuando un militar se dice admirador de Bolívar es sospechoso, y ``también duele que no se recuerde la otra historia de los militares en América Latina, no de los dictadores sino de quienes siguieron el ideal del uruguayo José Gervasio Artigas o del argentino José de San Martín''.

Agrega que es muy claro que no quieran recordar al panameño Omar Torrijos, a Velasco, al dominicano Francisco Caamaño Deno, ``y los sepulten en el olvido porque esos no son buenos para los buitres, son buenos para ejemplos de sus pueblos''.