Obras de Velasco, Alfaro Siqueiros, Tamayo y otros, en el Fobaproa
Roberto González Amador Ť Un catálogo con 105 obras de arte elaboradas por varios de los pintores mexicanos más importantes de este siglo permanece oculto en las bóvedas de seguridad de seis de los bancos y una casa de bolsa intervenidos por el gobierno en los últimos tres años.
El conjunto de los trabajos, que constituye una muestra representativa del arte mexicano de este siglo, es legalmente propiedad del Fondo Bancario de Protección al Ahorro (Fobaproa), el organismo gubernamental empleado para el rescate del sistema financiero después de la crisis de 1995.
``El Fobaproa asumió la propiedad de diversos activos bancarios entre los que se encuentran obras de arte y obras decorativas que tienen valor artístico, como consecuencia de las intervenciones gerenciales sobre varios bancos que decretó el gobierno a partir de septiembre de 1994'', explica el organismo.
Empiezan a comercializar parte de otros 2 mil 684 trabajos
Además de esas 105 obras, otras 2 mil 684 piezas que no fueron catalogadas como arte, pero que también pertenecían a los bancos intervenidos por el gobierno, han comenzado a ser comercializadas por el Fobaproa a través de subastas realizadas por firmas especializadas.
La amplia selección de obras que pasó a ser propiedad del Fobaproa incluye pinturas y litografías de José María Velasco, Rufino Tamayo, Juan Soriano, José Chávez Morado, Luis Nishizawa, Carlos Mérida, Manuel Felguérez, David Alfaro Siqueiros, Vicente Rojo y Miguel Castro Leñero, entre otros, artistas considerados por Justino Fernández, crítico e historiador de arte, como algunos de los más representativos de la plástica contemporánea de México.
Cuando el Fobaproa asumió el control de los bancos, fue realizado un inventario de todas las obras de arte que eran parte de los activos de las instituciones. Los expertos determinaron la existencia de 105 trabajos ``con un alto valor artístico y económico'', que el fondo decidió que fueran entregados en depósito a museos pertenecientes al Instituto Nacional de Bellas Artes. Todo esto ocurrió en el primer semestre de 1997.
Así, de las instituciones financieras intervenidas por el gobierno, el Fobaproa recogió 15 obras de arte del Banco del Centro, que fue propiedad del empresario Hugo Villa; 12 más de Banpaís, la institución que presidía Angel I. Rodríguez; 47 de Banca Cremi y 19 de Banco Unión, los dos bancos de Carlos Cabal Peniche.
Además, dos obras de arte que eran propiedad del Banco Obrero -una institución que fue controlada por la Confederación de Trabajadores de México y ahora es de Banorte-- también fueron tomadas por el Fobaproa, así como una de Banco Capital y nueve de la casa de bolsa Estrategia Bursátil.
Cada una de las 105 obras de arte fue autentificada y seleccionada como tal por expertos en la materia, como Luis Ortiz Macedo y Mariana Pérez Amor, de la Galería de Arte Mexicano y del Museo Nacional de Arte, entre otros.
Aunque el inventario fue terminado en el primer semestre de 1997, hasta ahora sólo dos de las obras han sido entregadas a un museo, mientras que el resto permanece en las bóvedas de seguridad de los bancos intervenidos.
Las dos obras más importantes propiedad de los bancos intervenidos, Pueblo de Guelatao y Vista de Vallenfreda, del paisajista mexiquense José María Velasco, que eran propiedad de Banco Unión, fueron entregadas al Museo Nacional de Arte y se encuentran actualmente en exhibición.
El resto de las pinturas y litografías, que de acuerdo con el Fobaproa están en proceso de ser enviadas a museos del INBA, permanecen ``debidamente inventariadas'' en las bóvedas de los bancos intervenidos. ``Para mantener un estricto control sobre cada una de ellas se implantó un sistema informático que contiene la descripción de todas las obras, una fotografía y su ubicación, el cual fue instalado en todos los bancos intervenidos'', aseguró el organismo.
Del total de las obras de arte adquiridas por el Fobaproa, que en su totalidad se encuentran en un estado de conservación calificado de ``excelente'', el lote más importante corresponde a Rufino Tamayo.
Con la intervención de los seis bancos y la casa de bolsa mencionados, el Fobaproa adquirió la propiedad de 24 obras del artista oaxaqueño. Se trata de litografías tituladas Adán y Eva, El ermitaño, La coqueta, La pareja, Luna llena, La mujer sonriente, Perro herido, Perro herido ladrando a la luna y Perro prehispánico, entre otras.
Las litografías de Alfaro Siqueiros
El Fobaproa también adquirió la propiedad de nueve obras de David Alfaro Siqueiros, uno de los artistas más representativos del muralismo mexicano. En esa colección se incluyen nueve litografías: América Latina, El guardián de la paz, Paisaje desde un avión, El Cristo del Calvario, y el resto no llevan título.
La colección del Fobaproa incluye Retrato de Martha, y Toro echado, dos óleos de Juan Soriano; están también los óleos Pirámide de Tlatelolco y Proyección, de José Chávez Morado; y la tinta sobre papel Tepoztlán, de Luis Nishizawa.
El catálogo de obras que pasaron a ser propiedad del Fobaproa se nutre, además, con una serigrafía -El ojo cósmico- de Carlos Mérida y un tapiz, Casita encantada, del mismo autor. De Manuel Felguérez se incluye una laca automotiva titulada Motivos transformados.
La colección de arte propiedad del Fobaproa incluye también trabajos de Vicente Gandia, Julio Chico, Cordelia Urueta, Albert James Clark, Alejandro Colunga, Ricardo Pérez Alcalá, Heriberto Juárez, Fernando García Ponce, Roberto S. Matta, Fernando de Szyszlo, Rodolfo Nieto, Edgar Alwyn Pace, Anton Boch, Leandro Izaguirre, Vicente Rojo, Pedro Cervantes, Armando Morales, Manuel Ocaranza, Manuel Serrano (un pintor del siglo XIX), Byron Gálvez, Luis Filcer, Brian Niesen y Javier Arévalo.
La mayoría de los artistas mencionados están considerados por el crítico e historiador de arte Justino Fernández como de lo más representativo del arte mexicano de este siglo.
En la selección hecha por el Fobaproa se considera que las obras tienen un gran valor artístico y económico, aunque no se precisa un monto estimado del valor monetario de esos trabajos.
``Es muy difícil poder decir precios. Primero hay que ver las piezas para conocer su estado de conservación, tamaños y si son auténticas'', comenta Rafael Matos, un experto en arte y conocedor de ese mercado.
De las 2 mil 684 piezas que eran propiedad de los bancos, y que los expertos consultados por el Fobaproa no consideraron como obras de arte, algunas se han vendido junto con los bancos intervenidos.
El Fobaproa aseguró que todas esas operaciones de venta se realizaron previa actualización del valor comercial de las obras, debido a que en la mayoría de los casos los registros contables reflejaban valores no actualizados, muy por debajo de su precio de mercado.