Olga Harmony
El pasmo

1. Lo esperábamos, lo veíamos venir, pero no salimos de nuestro asombro. El contrasentido de nuestra crisis crónica nunca, hasta donde recuerdo (y recuerdo mucho porque soy una mujer bastante mayor), había presentado tan terribles aristas, por lo que resulta más bien sano que la abominable corrupción en que este país se ha hundido se conozca lo más posible: nadie dirá que los luchadores sociales y los políticos decentes combaten contra molinos de viento, porque ya vimos el aspecto de los repelentes gigantes. Y nos afligimos por los desempleados, los pobres de salario mínimo o poco más, el abandono del campo. Y luego el pasmo nos invade cuando vemos que se toca lo que antes no se había tocado -excepto en el 68- como son las escuelas de estudios superiores, lo que incluye a las universidades. Tampoco para ellas habrá presupuesto, y ojalá la llamada de atención que hizo la extraordinaria Cristina Barros en el homenaje a su padre, sacuda muchas, muchas conciencias. A lo mejor, hasta la del rector.

2. Las restricciones presupuestales tocan a las instituciones de cultura. La coordinación de teatro del INBA hubo de posponer este año dos montajes y ha de haber otros proyectos igualmente truncos. El teatro privado empieza a tomar medidas como es el caso de OCESA que rompe el acuerdo (que había entusiasmado a los ingenuos que llegamos a pensar en una IP con proyecto cultural) con el Foro de Teatro Contemporáneo en lo que respecta al comodato del teatro Julio Prieto. Otras propuestas también se frustraron, no por afán de lucro como sería el caso de la muy comercial OCESA, sino lisa y llanamente porque el error de todos los meses desde hace tres sexenios no ha contribuido al bienestar de personas y empresas. El Milagro hace un único ensayo abierto de Un placer contagioso, el interesante texto de Malú Huacuja del Toro -al que, sin embargo, se le podrían hacer algunos reparos- que reunió a un grupo de excelentes actores y diseñadores muy connotados bajo la dirección de Daniel Giménez Cacho que refrenda sus dotes en esta segunda actividad suya. Pero, como explicó Tolita Figueroa, la falta de recursos impidió dar una temporada. No había dineros para la nómina, que incluía a auténticos niños de la calle, e ir a taquilla suponía una injusticia para el elenco por lo raquítico de los porcentajes.

3. Duele saber de proyectos pospuestos hasta las calendas o suprimidos definitivamente (aunque esto sea un poco el pan de cada día para la gente de teatro, ignoro si para los otros gremios artísticos). Pero pasma (de asombro) más que algunos otros estén pasmados (de interrupción del movimiento).

Sería el caso de la reconstrucción de los teatros de la Unidad Artística y Cultural del Bosque que ha dado lugar a tantas controversias y malentendidos y que debería ser a estas alturas un sólido proyecto, ampliamente conocido y en el que participaran las personalidades que tuvieran consenso de la comunidad teatral. Hay que recordar que en el primer planteamiento que hizo Rafael Tovar y de Teresa al respecto (y cuando ya se especulaba desmesuradamente), el funcionario pidió el apoyo de la gente de teatro para que los edificios, nuevos o reconstruidos, tuvieran todos los adelantos técnicos que artistas y público merecen.

Algunos entendimos la injusticia de que el gobierno tuviera recursos para salvar a la inepta y corrupta banca, pero no para las necesidades del pueblo mexicano entre las que no debe ser menor la cultura artística, pero también entendimos que concesionar algunos espacios a la IP era un medio de allegarse recursos para rescatar a estos teatros del abandono y la incuria de muchos años sin que dejaran de ser del Estado. Dábamos por descontado que todos los planteamientos serían del conocimiento público y siempre con el apoyo de la comunidad. Un grupo de teatristas importantes ha hecho llegar escritos muy inteligentes a través de El Correo Ilustrado. Sé que se les ha respondido. Conozco algo de lo que se les dijo. Lo demás es silencio para quienes no hemos hecho cuestionamientos públicos y por eso escribo esto ahora, para que a todos se nos explique.

Del lado de los opositores a todo trance se dicen las cosas más peregrinas, porque tampoco hay proyecto. Se hacen correr propuestas, algunas de las cuales más parecen provocaciones al caricaturizar acciones del gobierno democrático de la ciudad, como es el tequio ciudadano, al hablar de la reparación por vecinos y entusiastas de los teatros, como si fuera tan fácil resolver los aspectos técnicos. Pero tampoco del lado de las autoridades federales se dan buenas respuestas. De acuerdo: la comunidad teatral es una entelequia y el asambleísmo ya mostró su ristra de problemas, pero a lo mejor se pueden publicar desplegados en que se nos bien informe antes de las vacaciones, para que la gente quede tranquila de que no habrá albazo y disfrute en paz las fiestas.