La perversidad de Garbage, sano entretenimiento en el Metropólitan
Con la melodía Special la muchedumbre voló por la ciudad
La basura quedó esparcida la noche del martes por todos los rincones del Metropólitan, mediante ruidos que se convirtieron en engaños, lamentos y paranoicos deseos muy tenues, incapaces de ensuciar cualquier alma blanca presente en ese edificio art déco.
El sano entretenimiento de la perversidad musical de Garbage comenzó con los engaños de lobo con piel de oveja de la muñeca Shirley Manson, quien con mórbida voz que se expresó en Temptention Waits provocó la explosión de miles en unísona emoción, para que sin dar un breve respiro externara su paranoia y disposición a ser tocada por mí, por ti, por todos... con la complicidad de los potentes acordes de las guitarras de Duke Erikson y Steve Marker, en I'm Think I'm Paranoid.
Era inevitable el descontrol; no obstante, estos desperdicios musicales hacían descubrir que existen razones para sentirse especiales con la rola de moda, Special, con la que hicieron volar a la muchedumbre por las tierras bajas de la caótica ciudad. Sin embargo, no era suficiente. Las muestras de entregas sexuales saturadas de monotonía las dieron con los martillazos en la cabeza, en donde los samplers se conjugaron con los macizos requintos y la insolente voz de la flaquita escocesa.
Pastilla pasó sin pena ni gloria
Los Garbage, para apagar a los receptivos y excitados jóvenes, ofrecieron una rolita inédita con la que se buscó asentar la pasividad en la atmósfera, lo que no duró mucho pues -para goce de los papás y mamás que acompañaron a sus nenes-- se oyó Crush de la banda sonora de la archifresota película Romeo y Julieta.
La Shirley, quien no dejaba de articular su enervante cuerpecillo, no desaprovechó la oportunidad para recordarnos que no cree en nada ni nadie con Stupid Girl, de su disco debut, con el golpeante bajo de Daniel Schulman, que retumbó hasta las esculturas del inmueble, mismas que se unieron a la histeria colectiva.
Con intermedio electrónico que fue la pausa sana entre otro éxito de los de Nueva York, Queer, con frases extrañas, locas, desquiciadas y zumbidos lacerantes que penetraron las médulas ya inconscientes de los juveniles fans del desperdicio estruendoso, que vibraron aún más cuando la Manson alucinó de placer: ``This is the noise that keeps me awake, my head explodes and my body aches, (just) push it, make the beats go harder...'' (Este es el ruido que me mantiene despierta, mi cabeza explota y mi cuerpo se duele, empújalo, azótalo más duro...'')
Conectándose todavía más alrededor de todos con Can't seem to make you mine, sin que pudiera creer hacernos suyos y ella de nosotros, en medio de una lluvia de aplausos y gritos que se reflejaron en la contestación de que es feliz cuando llueve: Only happy when it rains, que aligeró las cargas estridentes de los cinco músicos que, entregados al público, se deleitaban con las imágenes oscuras de los asistentes.
Vino luego lo sublime, la entrega total, pero posesiva en You look so find. Sí, te ves tan bien ``que quisiera romper tu corazón, para darte el mío (...)'' con un efímero fin del recital que fue destruido con la petición de más canciones, y el regreso de los intérpretes con una tranquilita canción, para terminar con Milk y When i grow up, y completar 18 creaciones de suciedad que no se acercaron al desperdicio de escenario del grupo de soporte, Pastilla, que pasó como si nada. (Juan José Olivares)