La Jornada Semanal, 20 de diciembre de 1998
El año, ya próximo a terminar, fue importante en cine entre otras razones por cumplirse tres centenarios de relevancia.
El primero en el tiempo fue el del realizador japonés, Kenji Mizoguchi (1898-1956). Este director dio a conocer de una manera diferente al cine de su nación con sus filmes The Life of O'Haru y Ugetsu, ambos de los años cincuenta. Su mundo fílmico evoca tanto el pasado legendario japonés -utilizando para ello una gama de delicados colores- como explora el presente de su nación, especialmente en lo tocante a la condición social de las mujeres, polarizadas entre las fuerzas tradicionales y los cambios traídos por la modernidad.
Preston Sturges, director estadunidense también nacido en 1898 y fallecido en 1959, fue una figura que destacó en aquel cine procedente de los Estados Unidos que floreció en los años cuarenta. Contemporáneo -en lo que a relevancia de su cine se refiere- con el genial Orson Welles, su mundo fílmico utiliza lo cómico para satirizar, como muy bien se desprende de sus películas más importantes de aquel periodo: Sullivan's Travels o The Palm Beach Story a la sociedad estadunidense de su tiempo.
Por último, el francés René Clair (1898-1981) perteneció, por razón de su edad, a aquel grupo de jóvenes creadores que se insertaron en el cine francés de los años veinte.
Allí René Clair dio, en una primera fase de su carrera, destacados ejemplos de su talento, París que duerme y Entreacto muestran lo dadaísta en el cine, en tanto que en Un sombrero de paja de Italia, se burla con gracia y humor de la burguesía francesa.
En el periodo sonoro Clair se convirtió, con Jean Renoir, en el gran personero del cine francés de la época, mostrando en sus películas Bajo los techos de París, El millón y Viva la libertad un notable afán de experimentación con el sonido, un genuino interés por el hombre común y corriente, y un culto por París que se materializa una y otra vez en su discurso cinematográfico.
Refugiado en los Estados Unidos a causa de la segunda guerra mundial, Clair no alcanzó allí el mismo grado de reconocimiento y aprecio aun cuando sus cintas del periodo: Flame of New Orleans, I Married a Witch o It happened Tomorrow conserven esos toques de ligereza y sprit de su producción anterior.
De regreso a Francia, tras la conclusión del conflicto, un Clair ya maduro no sólo fue el primer director de cine en alcanzar la codiciada distinción de ser electo por la Academia Francesa, sino que incursionó nuevamente en su cine nacional para legarnos algunos filmes, como El silencio es oro, en homenaje al cine; Las grandes Maniobras, visión llena de elegancia del mundo finisecular, o Bellas de la noche, fantasiosa y sugestiva.
Hoy, gracias al video, se pueden ver algunos títulos de estos tres directores cuyos centenarios celebramos.