Comienza su temporada anual el viernes en la Arena México
No engañar a nadie, apuesta de nuestro circo: Alberto Atayde
``Si bien apoyamos el espectáculo en la tecnología, ésta no sustituye al hecho real'', señala
César Güemes No bastaron ocho años tocando el piano para eliminar la información genética de hombre de circo que traía, de generaciones atrás, Alberto Atayde. Desde el 59 se incorporó a la empresa que entonces dirigía su padre, don Andrés, quien con sus hermanos Aurelio y Patricia llegaron a ser en su momento los mejores barristas del mundo.
``Mi papá quería que yo estudiara, pero conmigo le falló, porque para mí nada más ver la carpa era sentirme vivo. Aceptó que saliera con la empresa''. Pero no fue así como así: tuvo que aprender por principio cómo levantar una carpa, el método de clavar las anclas que la sujetan, la forma de administrar el negocio. Fue acróbata, manejador ecuestre y luego dedicó años a trabajar con elefantes. No todo ha sido alegría, aun así recuerda con tranquilidad los últimos momentos en la vida de Pat, su caballo favorito, que soportó salir a escena una vez postrera y morir antes de que terminara la función, pero no antes de concluir su acto.
Los hermanos Atayde son: Andrés, director general de la empresa; Alfredo, gerente general; y Alberto, director artístico. Este jueves, junto con la Navidad, llega el Circo Atayde a un sitio que ya es tradicional para el caso, la Arena México. Alberto Atayde, con el programa a punto para la tercera llamada, es quien responde.
-¿Considera al Atayde un circo moderno, de vanguardia?
-Se ha adaptado a la modernidad. Está a nivel de los europeos y los estadunidenses. Dentro de la empresa aprovechamos los avances de la tecnología y algo muy importante es que la raíz esencial de nosotros se conserva. Los actos de circo están apoyados por la tecnología, pero ésta no sustituye al hecho real.
-Pese al avance cualitativo de los efectos especiales en el cine, por ejemplo, cuando se abre la temporada de un circo de renombre, casi invariablemente se llena. ¿A qué lo atribuye?
-Lo más importante es que se trata de un espectáculo en vivo. Hay una especie de magia desde el momento en que se entra a un recinto de estos. Cuando comenzó la televisión, sí pensamos que iba a afectarnos mucho, pero no sucedió así.
Vender el acto
-¿El Atayde mantiene su estilo?
-Pienso que sí. Hemos guardado sobre todo una línea muy importante que es la de respeto por el público y por el artista. Nos gusta que quien trabaja con nosotros sienta el apoyo de la empresa.
-Diga cómo se conforma actualmente el programa.
-Este año contamos con la familia Caballero, de México, tal vez los mejores trapecistas del mundo. Vienen unos acróbatas rusos, un pulsador cubano de muy alta calidad, un acto de elefantes y los payasos, que son mexicanos, más algunas sorpresas.
-¿Cómo se hace para contratar a estos personajes que seguramente no vienen al país si no es directamente a trabajar?
-Aun los mexicanos se la pasan en el extranjero. Tenemos agentes artísticos que nos mandan cintas de video de los artistas que promueven, y mis hermanos y yo nos damos el tiempo para ver espectáculos de circo a partir de los cuales armamos la programación para cada año.
-¿Es costoso traerlos?
-Los actos de las estrellas sí son muy caros. En todos lados los quieren. Cuestan bastante.
-¿Están relacionados los honorarios de un cirquero con el riesgo de su acto?
-Con el riesgo y con la presencia del artista, con la manera de vender su acto. Por ejemplo, trapecistas hay muchos, pero buenos y de presencia interesante, son escasos.
-No ha mencionado a los magos, que los habrá, supongo.
-Este año, no. Se han presentado magos en el Atayde, pero no por ahora.
-¿No está casi indisolublemente ligado el personaje del mago con la idea del circo?
-Cuando me referí a la magia era por el ambiente del circo, aun antes de ver la función.
-A usted que le ha tocado trabajar durante décadas en esta empresa, ¿de qué forma siente que ha variado la respuesta del público?
-Es más exigente. Sobre todo porque ya no se le puede engañar diciendo que tal o cual acto es el más bueno del mundo.
-No puede venir un circo a México diciendo que trae al mejor payaso del mundo, pues.
-No, eso no se puede. En el desarrollo de la función se ve quién es quién. Por eso nuestro principal objetivo es el respeto al público, no engañar a nadie.
-¿Percibe fuerte a la competencia, quizá por ejemplo con los circos que traen elencos de Oriente con acróbatas casi olímpicos?
-La competencia siempre es buena. Si es fuerte, mejor. Sin embargo hay otra competencia que también es fuerte, pero desleal: cuando se anuncian cosas que no presentan. Se habla de los mejores actos del mundo, y eso no es verdad.
-Hay pequeñas carpas que se anuncian como el Atayde y ciertamente el espectáculo es muy pobre. ¿Incluye eso dentro de la competencia desleal?
-No tenemos sucursales. En la familia hay unos primos del mismo apellido, con quienes hicimos equipo hace muchos años, pero nos separamos. Ellos, en lugar de hacer su propio negocio, tomaron el lado fácil y rentaban su apellido a cualquier circo. Esa es una competencia muy desleal. Alguna carpa se ha quitado por demanda y otras se han retirado por temor a la acción legal. Pero como que andan queriendo salir otra vez. Esta situación llegó al extremo de que había 40 circos Atayde. Y no hay más que uno, el nuestro.
-¿Regresaría el circo a las instalaciones de calzada de Tlalpan?
-No, en el interior de la República sí trabajamos en carpa, pero aquí en la ciudad de México no ha sido necesario.
Divino, el aplauso
-Al parecer el riesgo dentro de los circos en general, al menos los que se presentan en México, se ha minimizado. ¿Existe alguna ley que les impida elevarlo?
-No hay ninguna ley que, por ejemplo, obligue a los trapecistas a trabajar con red. Pero se usa en casi todo el mundo.
-Existe, incluso, una especie de tirante que sujeta a trapecistas de otras compañías, ¿qué piensa de eso?
-Eso ya no es ético. Ahí se pierde la tensión. En cambio, hay otros ejercicios que se hacen con red o no se hacen. Sería injusto pedirle al artista que se arriesgue más.
-En la historia del Atayde han ocurrido, sin embargo, hechos trágicos.
-Que yo recuerde sólo dos o tres compañeros han sufrido accidentes. En la Arena México se cayó de 12 metros de altura un trapecista al que por fortuna no le pasó nada. No trabajaba con red.
-De todos sus hermanos es usted el único que todavía trabaja en la pista, ¿a qué lo atribuye?
-A que me encanta. Este año no participo como artista, pero llevo la responsabilidad de todo el programa.
-¿Es por el aplauso?
-El aplauso es divino.