Con CSG, alianza; Zedillo ni siquiera nos escucha, dice Hernández Juárez
Fabiola Martínez/I Ť El año que termina fue malo para los trabajadores, apenas se complicó el ámbito económico -nacional e internacional- el gobierno y empresarios incumplieron su palabra de recuperación salarial. La situación es más grave ahora ``porque con el gobierno del presidente Ernesto Zedillo ni siquiera hay opción de diálogo o de considerar otras opciones que no sean las de ellos''.
Francisco Hernández Juárez, líder de los telefonistas desde hace 22 años y uno de los opositores al paquete económico para el próximo año, señala lo anterior al tiempo que hace un breve recuento de su relación con el actual presidente de la República, así como con los tres anteriores.
Relata la situación ``tensa'' con José López Portillo y su secretario del Trabajo, Pedro Ojeda Paullada, llena de exabruptos e incluso de enfrentamientos directos con ``palabrotas'', del ``frío, pero respetuoso'' acercamiento con Miguel de la Madrid Hurtado, y su ``alianza amistosa'' con Carlos Salinas de Gortari.
Sin embargo, el también impulsor del rompimiento con la cúpula obrera oficial (Congreso del Trabajo) y presidente colegiado de la Unión Nacional de Trabajadores (UNT) insiste: el gobierno actual no cumplió su compromiso de recuperación paulatina del salario, especialmente del mínimo.
Su relación con los círculos oficiales
-Usted fue presidente del Congreso del Trabajo, ¿cuál es su comentario respecto a su participación, desde la década de los setenta, en la llamada estructura oficial del movimiento obrero?
-Desde el principio, nosotros (los telefonistas que sustituyeron a Salustio Salgado) surgimos en un entorno diferente, sin el control del gobierno, sin el padrinazgo de ninguna fuerza partidista y eso nos permitió un margen de maniobra importante. Sin embargo, tácticamente entendíamos que, en nuestro inicio, enfrentar al aparato del sindicalismo oficial hubiera sido suicida.
-¿Cómo fue la relación de los telefonistas con el presidente José López Portillo?
-El presidente López Portillo a través de su secretario del Trabajo, Pedro Ojeda Paullada, intentó cada año desmantelarnos sin ninguna consideración. El enfrentamiento directo fue con Ojeda Paullada, a punta de ``palabrotas'' inclusive. A partir de 1976, cuando sobrevinieron las primeras movilizaciones (paros, protestas en la calle y la huelga en 1978) el único encuentro directo y fuerte con López Portillo fue cuando intentaron impedir -el 1¼ de mayo- nuestro desfile en el que vestíamos de rojo y negro. Me mandaron a funcionarios para advertirme que no pasaría al balcón. Para mí eso es anecdótico. Me repetían que yo no podía tratar de desestabilizar un desfile como el que se estaba realizando y que tampoco podía pedir más que el resto de las organizaciones obreras.
-¿Este tono siguió con el presidente Miguel de la Madrid?
-Con el presidente De la Madrid la relación no fue excelente, pero sí respetuosa. A partir de ahí pudimos organizar mecanismos diferentes, en ese sexenio fui presidente del Congreso del Trabajo y desde ahí intenté promover algunos cambios, incipientes algunos, como saber cuál era la membresía real de cada una de las organizaciones afiliadas al CT (pero) ``pisé algún callo fuerte'' y cero, no obtuve nada, el intento no fructificó.
-Luego viene el sexenio del presidente Salinas de Gortari y con ello la privatización de Teléfonos de México, ¿cómo fue la relación en ese momento de transición?
-La privatización no se da por iniciativa del gobierno, aunque obviamente su política estaba orientada a desmantelar el Estado benefactor. La verdad es que tenían un gran respeto por nuestro sindicato. Yo decidí tomar ``al toro por los cuernos'' y demostrarles que no era nuestro contrato colectivo el que propiciaba los problemas de Telmex, sino la falta de inversión.
``Después de que eso quedó claro, armamos la propuesta de privatización de la empresa asegurando dos aspectos: que no hubiera despidos de personal y que se respetara nuestro contrato colectivo y nuestra organización sindical. Cuando se dio a conocer lo anterior, al presidente le dio mucho gusto, sin duda aceptaron las condiciones que presentamos y hasta logramos un paquete de acciones muy bueno para los trabajadores''.
-¿Fue una relación cordial?
-Sí, después de haber tenido una muy conflictiva con López Portillo y una relativamente fría con Miguel de la Madrid, mis compañeros no veían mal una relación así, afectiva, con el licenciado Salinas.
-Ustedes aceptaron la modernización de Telmex, situación que fue criticada por algunos grupos como alianza con la política económica de Salinas. ¿Qué opina de esta apreciación?
-Realmente llevé una relación amistosa con él. No me puedo sumar al coro de gente que lo alababa, le ponían la alfombra y que hoy lo atacan, pienso que eso es incorrecto. Yo llevé una relación amistosa con él pero ésta se remitió estrictamente a lo institucional, jamás pasó a una relación fuera de ese ámbito, sino al convencimiento de que Salinas de Gortari no tenía ninguna intención de agredir al sindicato o de apoyarse en la empresa para hacerlo. Por eso nosotros tampoco nos hubiéramos prestado para organizar acciones contra su gobierno. Creo que esa sería una buena manera de describirlo.
-¿Aplaudió usted la política económica de Carlos Salinas?
-Estoy convencido que llevar al país al terreno económico que nos permita integrarnos adecuadamente a la globalización, a los mercados regionales, a la apertura de las fronteras, a la competencia es algo inevitable, es correctísimo, no estoy en contra de eso, al contrario, pienso que los países que no lo hagan quedarán condenados al atraso y a la dependencia, (pero) que esa integración y ese cambio económico tenga que hacerse a costa del sacrificio de la mayoría, ni con él ni con nadie he estado jamás de acuerdo.
-Aunque la caída del poder adquisitivo es ininterrumpida desde 1976, en el sexenio pasado se prometieron beneficios para los trabajadores, en su opinión ¿qué fue lo que pasó?
-Debemos reconocer que las perspectivas de crecimiento y tener una economía sólida se veían cerca, desafortunadamente otra vez la falta de previsiones y los errores que se cometieron echaron para atrás todos los propósitos que nos habíamos planteado.
-¿Hubo beneficios para los trabajadores?
-Nada, los trabajadores seguían siendo sacrificados a través de su salario. Nosotros insistimos que eso era un error y era realmente la parte del programa económico que tenía que ser modificada.
La inconformidad de los trabajadores
-Después de esa etapa, ahora es usted uno de los dirigentes sindicales que han demostrado mayor inconformidad hacia el programa económico del presidente Zedillo para el próximo año, ¿por qué?
-Lo cierto es que ahora es más grave la situación porque el gobierno ni siquiera considera la posibilidad de otras opciones que no sean las de ellos. En el sexenio pasado cuando menos teníamos la oportunidad de plantear nuestras opciones, de tener más contacto con el gobierno, de saber que nos escuchaba, hoy no, por lo que si no es por la vía del diálogo, tenemos que sacar nuestra inconformidad en el terreno que sea posible.
-¿Hasta dónde están dispuestos a llegar los telefonistas?
-No sé si hasta bajar el switch o no, pero si vamos a tener que pagar las consecuencias de esta política económica que empobrece a los trabajadores año tras año, pues más vale enfrentarla de una vez. Los riesgos valen la pena.
-¿Esa apreciación significa más paros, más presión?
-Por supuesto que estamos dispuestos, no te puedo decir exactamente cómo, pero hay que involucrar a la UNT y si las cosas siguen así, al resto del movimiento obrero.
-Al término de este año ¿cuál es balance para el llamado movimiento sindical independiente?
-Creo que hemos logrado consolidar una propuesta de independencia sindical, aunque sería ingenuo asumir que ésta es hegemónica. La estructura tradicional basada en la hegemonía, en el corporativismo, sigue siendo muy importante al grado que mantiene el control de prácticamente todos los contratos colectivos de protección y mantiene una relación muy estrecha y de complicidad abierta con las autoridades laborales, especialmente con el último incremento de 14 por ciento al salario mínimo.
-¿Y el saldo para los trabajadores en general?
-No podemos decir que el año fue bueno para los trabajadores, por el contrario, fue malo porque confiamos en el compromiso del gobierno y de los empresarios de que los aumentos salariales serían por arriba de la inflación, pero apenas se complicaron las cosas se olvidaron de su compromiso y resolvieron el problema de acuerdo con su programa económico, no les importó la falta de credibilidad que iban a tener con sindicatos y trabajadores.
-¿Se trata de una traición a los trabajadores?
-No quisiera hablar de traición porque probablemente sería apresurado, y hasta delicado, pero sí hablo de falta de cumplimiento a su compromiso, sí hablo de falta de previsión a los programas que están imponiendo y sí hablo de la consolidación de su criterio de que la mano de obra debe ser barata, marginal.
-En otro tema, ¿participará nuevamente en la elección del sindicato de telefonistas para el año 2000?
-Yo quiero cumplir con mi responsabilidad, cuando haya que discutir eso lo pensaré pero por hoy no me preocupa ni me quita el sueño ese asunto.