La Jornada sábado 26 de diciembre de 1998

Arnaldo Córdova
A un año de Acteal

El pasado domingo 20 de diciembre, el procurador general de la República, Jorge Madrazo, dio a conocer el documento que tituló Libro blanco sobre Acteal, que contiene una relación de hechos en los que se enmarca la matanza de Acteal ocurrida el 22 de diciembre de 1997. El sólo relato de los hechos y los innumerables testimonios que le dan fundamento hace revivir la brutalidad despiadada y la bestialidad con que se llevó a cabo la agresión que costo la vida a 45 niños, mujeres y hombres indígenas hacia el mediodía de aquel fatídico día.

A mí en lo personal, el libro me proporcionó mucha información de la que carecía. No sabía, entre otras cosas, que José Méndez Paciencia, dirigente de Las Abejas, pudo comunicar a los miembros de esa asociación que estaban por sufrir un ataque armado en grandes proporciones y que el catequista Alonso Vázquez Gómez se negó a que aquellos indígenas en peligro abandonaran el lugar y se refugiaran en otra parte. Cuando el 31 de diciembre de 1997 publiqué un artículo sobre los hechos de Acteal en La Jornada, tampoco sabía que Las Abejas era un asociación neutral, ni zapatista ni priísta.

Es probable que la tesis fundamental de la Procuraduría General de la República, en el sentido de que se trató de una venganza (por el asesinato, días antes, de Agustín Vázquez Secum, priísta de la comunidad de Quextic), sea limitada y, como muchos han asegurado, se trato más bien de un acto provocador que miraba a intimidar o a dar un lóbrego mensaje a los zapatistas. Es probable, incluso, que se haya tratado de una celada preparada en las oficinas del gobernador Julio César Ruiz Ferro y llevada a cabo con la complicidad de las fuerzas de seguridad del estado. El mismo informe de la PGR muestra la displicencia canallesca con la que se comportaron varios funcionarios policiacos y del gobierno cuando sabían perfectamente que la matanza estaba en camino.

Hay muchas cosas que aclarar todavía y de las que el informe no da cuenta. Pero hay otras que siguen a la luz del día y que a cualquiera hacen estremecerse. Lo primero de todo: a pesar de los preparativos, hechos públicos desde días antes, y del aviso que los miembros de Las Abejas recibieron, ¿por qué no se reprimió, como ordenan las leyes, esos mismos preparativos o, en todo caso, por qué no se protegió a las víctimas del ataque? En Chiapas la violencia no tiene ningún control. ¿Por qué se ha permitido desde siempre que haya grupos armados totalmente impunes que asesinan a víctimas indefensas, violan a mujeres y niños, incendian aldeas y roban cosechas o animales? El informe de la procuraduría confirma que no hay rastro de las armas que fueron usadas en la matanza. ¿Cómo es posible eso?

Después de Acteal, la sangre ha seguido corriendo en aquel desgraciado estado que hoy es el corazón de la República. Los grupos armados se han multiplicado. Hay quien asegura que hay más de 15 mil individuos armados y organizados paramilitarmente, sin contar a los guerrilleros. La amnistía que Albores Guillén ha propuesto para los grupos armados es, por lo menos, una burla sangrienta y una verdadera ofensa a la razón. Los reportes de despistolización del Ejército hablan siempre de dos, tres pistolas aseguradas. Las campañas de decomiso de armas son una farsa. El armamento de grupos, comunidades y bandas profesionales de sicarios es un hecho continuo. ¿Cómo hacer la paz en Chiapas en esas condiciones?

El informe de la PGR ni de lejos se hace cargo de esa horrible situación ni del entorno social y político en el que se dio la carnicería del 22 de diciembre. No es ningún consuelo saber que no hubo mujeres embarazadas abiertas en canal, basta con saber que hubo un acto brutal y feroz de genocidio por el que no todos los culpables han acabado de pagar. Muchos de los asesinos que ahora están en la cárcel y sujetos a juicio fueron identificados por las mismas víctimas de la agresión. Pero eso no acaba con el problema.

La procuraduría, que se le ha pasado investigando a los grupos de paramilitares desde el día de la matanza, según se informó, debería ya decirnos qué ha averiguado al respecto y qué se va a hacer con tanta gente armada en el estado. Allá la guerrilla ha dejado de ser un problema. El verdadero problema es toda esa gente armada dispuestos a masacrarse mutuamente y por cualquier motivo. ¿Por qué la PGR no averigua quién ha venido armando e incluso entrenando a los grupos paramilitares? Se dice que los simpatizantes del zapatismo también son violentos, pero el caso es que a sus grupos jamás se les han encontrado armas. Con los priístas es diferente y los mismos hechos de Acteal son una prueba. Esa mezcolanza de grupos paramilitares, guardias blancas, oligarcas dueños de todo, policías y funcionarios corruptos son una auténtica bomba de tiempo en Chiapas. Cuando de veras estalle, entonces todo México acabará dándose cuenta de cuáles son las raíces del conflicto. Sólo habrá que esperar que no sea demasiado tarde.