La Jornada Semanal, 27 de diciembre de 1998
De la anarquía virtual a la ciberdemocracia
La idea de un espacio virtual sin gobierno ni estructuras jerárquicas ni mecanismos represores de ningún tipo es la utopía más preciada de una buena parte de los cibernautas y los entusiastas de la red. No obstante, dicho espacio de absoluta libertad no sería en la práctica tan maravilloso, ya que en Internet, como en el mundo físico, las actividades humanas rara vez pueden ser llevadas a cabo simplemente confiando en la solidaridad y la buena fe de nuestros semejantes. Internet está reglamentada en cada país, Estado y ciudad por muchas de las leyes que se aplican a los medios de difusión y comunicación vigentes. En algunos casos se han creado legislaciones especiales, esencialmente para contender con la información considerada obscena y subversiva, así como para proteger la privacía de los usuarios. Sin embargo, la mayoría de estos esfuerzos de control han sido en general medidas confusas y hasta cierto punto desesperadas por parte de gobiernos temerosos de verse rebasados por los medios electrónicos. En cualquier caso, la red se ha vuelto un medio demasiado importante y potencialmente peligroso como para ser dejado en el vacío y la ambigüedad legal, por lo que la necesidad de crear una estructura de control y gobierno internacional se ha vuelto un imperativo.
El consorcio
Lo más parecido a un gobierno de Internet es el World Wide Web Consotium, o bien W3C (http://www.w3.org), una organización presidida por e inventor del WWW, Tim Berners-Lee, establecida en el campus del MIT e integrada por 275 compañías, empresas no lucrativas y agencias gubernamentales de todo el planeta. Las recomendaciones que formula el W3C no son impuestas a la industria sino que tan sólo cuentan con la autoridad moral que les da el consorcio. Los integrantes del grupo se reúnen a puerta cerrada y trabajan en comités que se dedican en esencia a solucionar problemas técnicos y de compatibilidad, como negociar entre Netscape y Explorer para crear un browser o navegador estándar. Pero el consorcio se volvió motivo de polémica cuando creó el sistema PICS (Plataforma Independiente de Selección de Contenido), un programa que permite a las páginas del Web clasificarse a sí mismas, y el P3P (Plataforma para el Proyecto de Preferencias de Privacía), un programa destinado a defender la privacía del usuario. Más que proteger al usuario de materiales obscenos o de que su información sea usada sin escrúpulos, estos mecanismos fueron percibidos por muchos como herramientas censoras y como la legitimación de las prácticas irresponsables de algunos comerciantes del WWW.
La herencia de Postel
Debido a la inmensa diversidad de intereses involucrados en la red, establecer un mecanismo que pueda poner el orden y ser respetado universalmente no será una tarea fácil. Esto quedó claro el 14 de noviembre pasado, cuando alrededor de 200 representantes de grupos, instituciones y corporaciones se reunieron en Cambridge, Massachusetts, para tratar de dar forma al primer verdadero gobierno del ciberespacio. La reunión se caracterizó por la desconfianza y la hostilidad de muchas de las partes. Dado que la red es un prodigioso caldo de cultivo para toda clase de teorías conspiratorias, sentimientos paranoicos y repudio a la autoridad, no es de extrañar que los portavoces de la industria y las comunidades se muestren escépticos ante la propuesta del gobierno de Clinton de privatizar los sistemas de control de la red. Durante años la tarea de administrar las direcciones de la red fue responsabilidad de Jon Postel, quien dirigía el Internet Assigned Numbers Authority (IANA, [email protected]), una entidad del gobierno federal estadunidense. Postel trabajaba en colaboración con la empresa Network Solutions, Inc. (http://www. netsol.com/news/index.html), la cual tenía un contrato para manejar los 13 root servers que contienen el archivo InterNIC (las computadoras que llevan los directorios de Internet y contienen más de un millón de direcciones). El contrato de Network Solutions con el gobierno estadunidense se venció el pasado 30 de septiembre. Coincidentemente, Postel murió a los 55 años, 17 días después de esa fecha.
Desconfianza justificada
Postel, quien nunca quiso lucrar con su puesto, es el autor de la propuesta de crear una organización internacional que sería integrada por un panel interino de 10 miembros. l mismo eligió a los panelistas, quienes son expertos (supuestamente) sin intereses particulares en los grupos que se debaten el lucrativo control de Internet. Postel argumentó que este panel no podía ser integrado por un proceso de elección democrática debido a que no existía un electorado definido. Este panel está presidido por la celebérrima gurú de la ``nueva economía digital'', Esther Dyson (http://www. edventure.com/), y tiene por objetivo organizar la discusión para crear consenso entre las facciones y a partir de cierta unidad para establecer una institución privada, no lucrativa y con amplia representación, en la cual se pueda confiar el futuro de Internet. Como era de esperarse, la elección del panel fue percibida como una imposición antidemocrática y sospechosa del gobierno estadunidense. ¿Paranoia o un conocimiento mínimo de la historia?