Terminó la crisis en el Reclusorio Sur
Daniela Pastrana Ť Luego de 21 horas de tensión, los cuatro reos que mantenían tomada la enfermería del Reclusorio Sur se rindieron y tras liberar a los rehenes, a las 12:05 de ayer, se entregaron a las autoridades del penal sin derramamiento de sangre.
De acuerdo con sus primeras declaraciones, pretendían trasladarse a Morelos, donde presuntamente tomarían un avión rumbo a Cuba. La Procuraduría de Justicia capitalina y la Dirección General de Reclusorios realizan investigaciones para identificar a los posibles cómplices en la frustrada fuga, que ha sido el incidente más grave ocurrido en los centros penitenciarios del Distrito Federal durante el presente gobierno.
En tanto, los secuestrados fueron liberados en buen estado de salud general y sólo con algunas crisis nerviosas. El único lesionado fue Sergio García Flores, un interno que no tuvo nada que ver en la sublevación, pero que en el momento del asalto a la enfermería recibió un golpe en un ojo y es muy probable que pierda la vista de forma parcial, según el reporte médico.
La historia de la rendición de los reos comenzó a las 7:10, con la entrega de uno de ellos y la liberación de dos de los rehenes.
Se cumplían entonces más de 15 horas de negociación entre los sublevados y las autoridades penitenciarias encabezadas por el director general de Reclusorios, Jaime Alvarez Ramos, y por altos mandos de la Secretaría de Seguridad Pública y la Procuraduría General de Justicia del DF. A partir de entonces, la posición de los amotinados se debilitó y paulatinamente liberaron a los rehenes, hasta que quedaron prácticamente sin alternativas de negociación.
Oficialmente, fueron 19 las personas retenidas en la enfermería durante el asalto --cuatro visitantes, cuatro empleados del servicio médico y 11 internos--. Sin embargo, en los primeros informes no se aclaró si los internos estaban en calidad de secuestrados o participaban en el intento de fuga, lo que derivó en una serie de confusiones entre los medios de comunicación y los propios funcionarios. Fue hasta el momento de la rendición que se aclaró que sólo cuatro internos participaron en la revuelta.
En conferencia de prensa, Alvarez Ramos calificó de ``muy lamentable'' el incidente, pero destacó la oportuna acción de los cuerpos de seguridad para frustrar la fuga y liberar a los rehenes sin que hubiera pérdidas humanas.
En el Reclusorio Sur, en tanto, se permitió el ingreso de los visitantes a partir de las 15:00 horas de ayer. Los familiares de los 2 mil 849 internos de ese penal habían hecho largas filas desde muy temprana hora, con el fin de constatar que sus parientes no estaban lesionados. La presión de los visitantes fue tal que las autoridades penitenciarias se vieron obligadas a permitir el acceso, a pesar de que inicialmente se habían cancelado las visitas familiares.
Vencidos por el cansancio
Considerados como ``de muy alta peligrosidad'', los cuatro reos que a las 15:00 horas del viernes iniciaron la revuelta con el fin de evadirse del penal, fueron doblegados por la fatiga.
A las 7:10 horas de ayer, cuando se cumplían 16 del asalto a la enfermería --lugar donde concentraron a los rehenes--, Carlos Eduardo Pérez Fernández, quien está sentenciado a 18 años de prisión por el delito de secuestro, decidió entregarse a las autoridades. El reo sublevado se presentó en el área de gobierno del penal, junto con dos internos que permanecían en calidad de rehenes: Noé Aguilar Reyes y Oscar Acosta Domínguez. Pérez Fernández fue trasladado a la Dirección de Seguridad, donde lo interrogó el comandante Ricardo Miguel Lara, jefe de Servicios de Apoyo del reclusorio, quien junto con el jefe de Seguridad, Narciso Moya Salazar, participó como intermediario en las negociaciones.
Media hora más tarde llegó a la dirección del penal el enfermero Gilberto Guarneros Garduño, que también se encontraba entre los rehenes y quien explicó que logró escapar de sus captores en un momento en que se quedaron dormidos.
Para las 8:50 los reos habían cedido en sus demandas, que originalmente eran una camioneta blindada, un reportero de televisión y boletos de avión para Cuba. Así, a cambio de dos tarjetas telefónicas aceptaron liberar a Idelfonsa Galván Saavedra, de 76 años y quien padece diabetes, así como a Aurora Hernández Antonio, quien está embarazada. Ambas estaban de visita en el penal, y en el momento en que estalló de la revuelta fueron capturadas como rehenes.
A las 11:30, el cabecilla del grupo, Mario Vázquez Méndez, conocido como El Pantera, decidió entregarse a las autoridades del penal y convenció de hacer lo mismo a su compañero Luis Jaime González, quien tenía en su poder la granada de fragmentación. Finalmente, a las 12:05 y sin condiciones de por medio, los tres internos entregaron las armas y a los rehenes, cuando estaban prácticamente copados y sin alternativas de lograr su libertad.
El director de Reclusorios informó que los cuatro internos amotinados serán acusados por los delitos de evasión, lesiones y privación ilegal de la libertad, y que ya se inició una investigación para determinar posibles complicidades del personal del centro.
La reconstrucción de los hechos
Según las primeras reconstrucciones de hechos, los internos originalmente habrían intentado salir por el área de gobierno, pero fueron detectados y repelidos por el personal de seguridad. En ese momento sonaron los primeros disparos y se lanzaron gases lacrimógenos. En la confusión, los sublevados tomaron como rehenes a cuatro visitantes y se replegaron en la enfermería, brincando por el Centro de Observación y Clasificación (COC). Allí retuvieron a cuatro empleados, una doctora, un dentista, una trabajadora social y un enfermero, y a 11 internos que en esos momentos eran atendidos, entre ellos el ex director del grupo Havre, Eduardo Mariscal, preso por fraude.
Con la señal de alarma se ordenó el cierre de puertas y del área de visita, así como el aislamiento de la zona tomada por los sublevados. Entre las 16:00 y las 19:30 se desalojó a todos los visitantes y se llevó a cabo el reclutamiento en los dormitorios para el pase de lista. Pocos minutos después comenzaron las pláticas con los internos amotinados para negociar su entrega, que se concretaría hasta el mediodía de ayer.
Sin embargo, lo que aún no ha quedado claro es la manera en que los sublevados lograron obtener las armas.