Mirror image, el problema del reflejo en artes visuales
Pablo Espinosa, enviado, Londres Reflexión sobre la reflexión.
¿Cómo podemos explicar la diferencia entre el reflejo y lo reflejado? ¿De qué manera un reflejo traiciona su identidad? ¿Por qué es que cuando nos vemos ante un espejo podemos ver o bien nuestro reflejo o bien el espejo, pero no ambos al mismo tiempo? ¿Cómo y cuándo aprendemos a reconocer nuestro propio reflejo? ¿Cómo es una superficie reflejante y cómo la distinguimos de una opaca? ¿Por qué ciertas pinturas podemos ponerlas boca abajo y siguen siendo visualmente aceptables? ¿Cómo son las varias cualidades de reflexión representadas en el arte, desde el difuso resplandor del cobre bruñido hasta el realismo del cristal plateado?
Mirror image se titula la magna exposición que sostuvo con afluencia multitudinaria la National Gallery y que se extiende, una vez clausurada la muestra, en un bello libro, de título On reflection, preparado por Jonathan Miller, curador de esta reunión de óleos, grabados y fotografías en una museografía que propone, delata, alucina, esplende, hurga, discurre e involucra irremediablemente al espectador en torno a un tema que, también de manera inevitable, extiende sus ramas hacia otros ámbitos (la sicología, incluso el sicoanálisis, la filosofía, la historia del arte, el estudio de los fenómenos de la percepción) y que gira en torno a un elemento tan sencillo como insondable: el reflejo, de nosotros mismos, de los demás, de los objetos, paisajes, situaciones, interiores. El espejo, el doble, la multiplicación asombrosa de la realidad.
En palabras de Jorge Luis Borges, ``los espejos y la cópula son abominables porque multiplican''. Esa, entre expresiones de vario linaje, emergen siempre que el yo se contrapone al otro. El método de Jonathan Miller para introducir al espectador a esta asombrosa exposición es más efectivo que la manera en que Borges nos adentra en el mundo de Tlon, Uqbar, Orbis Tertius: mediante una cita de Alicia al otro lado del espejo, del reverendo autor inglés aquel, mejor conocido como Lewis Carrol.
Tanto en la curaduría de Mirror image en la National Gallery, como en el libro On reflection, Jonathan Miller analiza, desmenuza y busca respuesta a las interrogantes apunta- das párrafos arriba, así como realiza una escrupulosa investigación acerca de la representación pictórica de la reflexión -res- plandor, brillo, centelleo y destello- a través de una maravillosa selección de pinturas y fotografías, que abarcan nueve centurias y que pertenecen a la colección permanente de la National Gallery y de otros acervos internacionales.
El doctor Miller examina, así, nuestra capacidad de percepción para reconocer espejos en la realidad así como en obras pictóricas, lo cual constituye -asombrosamente--un complejo proceso sicológico, para el que usualmente no estamos preparados. Traza también las ambivalencias de la imaginería que plantean espejos plantados en obras como el famoso autorretrato de Rembrandt, o Las meninas de Velázquez, o bien a través de metáforas u otro tipo de vicios o virtudes de cuadres como en la Alegoría de Justicia y Vanidad, de Le Tournier.
Entre las muchas resultantes de la exposición y el libro, surge una guía para la reflexión acerca del reflejo, a través del goce visual y de la atención que prestemos a la importancia de la luz en la vida cotidiana.
El reto de Jonathan Miller se fundamenta en cuatro tópicos, uno de los cuales fue cimiente para la exposición entera. ``Empecé el proyecto como una investigación acerca de las diferencias y semejanzas entre centelleo, destello, brillo y resplandor, pero el tema inevitablemente derivó hacia el espejo como una reflexión en general''.
Neil MacGregor, director de la National Gallery, explica y complementa: ``En los años recientes, la National Gallery ha montado muchas exposiciones versadas en cómo están hechos los cuadros que exhibimos y acerca de los significados que en esas obras han querido imprimir sus autores. La exposición Mirror image y el libro que la acompaña y continúa, On reflection, se ocupan de aquello y de algo más: del cómo vemos un cuadro, del cómo decodificamos no sus significados sino las convenciones de representación, cómo enfrentamos las ilusiones contradictorias que los pintores han conjurado''.
Esta exposición, agrega Neil MacGregor, plantea interrogantes fundamentales: ``¿Cómo percibimos la obra de arte? ¿Cómo leemos una superficie plana sobre la cual están pintados objetos ubicados en espacio real? ¿Cómo decidimos dónde estamos, como espectadores, en la realidad en relación con la ubicación ficticia del contenido de los cuadros?''
A lo largo del recorrido por las salas de esta muestra en la National Gallery, el espectador se encuentra con variantes de la percepción, retos, ludicidad y agudización de la capacidad de observación y desciframiento. Por ejemplo, frente al Retrato de los esposos Arnofini, de Jan van Eyck, vemos imágenes que deberían estar detrás de nosotros, en nuestra perspectiva de espectadores, pero no podemos vernos a nosotros mismos. El artista, al recrear el mundo, es capaz, entonces, de hacer de lado, desaparecer al espectador. ¿Cuáles son las reglas de estos juegos visuales? ¿Cómo puede un artista persuadirnos de que estamos viendo una escena no a través de una ventana sino de un espejo ubicado más allá del plano principal del cuadro?
``Tal confusión en el proceso de percepción deviene moral -acota Neil MacGregor- y en este ver mundo visto a través del espejo, el lenguaje refleja las ambigüedades del mirar. De pronto perdemos la noción del espacio, de nuestra propia ubicación, si es que aún estamos ubicados en algún sitio''.
A través de obras de autores muchas veces opuestos entre sí en cuanto a intenciones e intereses estéticas, Jonathan Miller -quien además tiene ganada reputación como director escénico de montajes operísticos- aborda el reflejo desde puntos de vista al mismo tiempo que sencillos (vanidad, inseguridad, narcisismo, procesos mentales diversos) y cotidianos en un devenir que se vuelve cada vez más interesante, complicado, apasionante y revelador. Por ejemplo, en cuanto a la supuesta vanidad femenina en el uso del espejo, Miller nos conduce, con demostraciones pictóricas y fotográficas, a procesos en realidad muy complicados, para desembocar en formas de honestidad tan claras y contundentes como una mujer frente a un espejo, un estanque, un río, frente a ella misma.
El famoso cuadro de Magritte donde vemos a un personaje frente al espejo, pero su reflejo es igual a su imagen real, sólo en apariencia; un oso en lo alto de un glaciar, en apariencia viendo su reflejo en el agua, pero -ilustra Miller- en realidad el único animal, además del hombre, que reconoce su imagen en un espejo es el chimpancé, uno de los cuales, mostrado en una secuencia fotográfica haciendo visajes y rituales que a escondidas muchos humanos practicamos, o bien el óleo que muestra a una adolescente desnuda frente a un espejo, su mirada clavada en su sexo. Autodescubrimiento, exploración, trampas del ojo, ilusionismo. Magia en una magna exposición, Mirror image, desde ahora preservada en libro: On reflection.